‘Presión por resultados era muy grande’: coronel Santiago Herrera, destituido por ‘falsos positivos’

Quien fuera comandante de la Brigada Móvil 15 en el Catatumbo, dice que todas las unidades militares del país sentían la presión del ‘body count’ (la medición de éxitos por bajas enemigas).

Herrera, comandante de la mencionada brigada entre agosto de 2006 y diciembre de 2007, ahora libra su batalla personal para defender la legalidad de sus actuaciones.

Esa unidad militar tiene a varios de sus miembros detenidos por el caso de los muchachos reclutados en Soacha que terminaron reportados como muertos en combate en Norte de Santander.


EL TIEMPO: Usted comandó una unidad militar que el Gobierno decide incluso borrar del mapa, por las serias dudas sobre la legalidad de sus resultados…

Coronel Santiago Herrera: El mayor cuestionamiento es por el caso de los jóvenes de Soacha, en el 2008, y yo estaba asignado al Comando General del Ejército para esa fecha. Hay algunas operaciones del 2007 que están cuestionadas, son parte de una investigación y la justicia colombiana dará la última palabra. Pero puedo decir que esa brigada tenía 1.300 a 1.400 hombres, cuatro batallones de contraguerrilla con sus comandantes directos. Esos oficiales son los que tienen el mando de las tropas en el área.


¿Que una unidad desaparezca por casos de derechos humanos no es demasiado cuestionante para los mandos que estuvieron al frente?

Yo respondo por el 2007. Hay que mirar las causas, si si fue por el 2007, 2008 o el 2006. Esta brigada tenía tres años, es una decisión que tomó el alto mando y que hay que respetar. Yo la veo como una decisión política.


Pero hay informes de la Inspección del Ejército que señalan anomalías en la Brigada 15 durante su mando. Y hay un suboficial que habló de falsos positivos allí incluso antes de que empezara el escándalo por los casos de Ocaña…

Yo llamé al Inspector del Ejército y él me dijo que su investigación se centró en los hechos del 2008. El general Suárez me preguntó por cosas administrativas que le aclaré en esa oportunidad, como él mismo puede decirlo. En cuando a la versión del sargento, hay varias investigaciones disciplinarias y penales que ponen en duda sus afirmaciones.


¿Había presión del alto mando por resultados?

Claro, la presión siempre existió y eso lo sabe todo el Ejército. Una presión muy grande que genera también el hecho de estar en un teatro de operaciones tan complicado como el Catatumbo, donde confluyen todas las violencias. Y la presión existía a nivel nacional.

¿Se manejaba el ‘body count’ (conteo de cuerpos para medir resultados)?

En ese tiempo, pues claro. Sí.

¿Y hoy?

No podría ser objetivo en este momento, porque ya no hago parte del Ejército. Pero hasta que estuve siempre se clasificaron las unidades de acuerdo con los muertos en combate, que se suponía se daban por la ubicación geográfica. La nuestra ocupaba en ese momento el quinto lugar en resultados; y el primero, la Séptima División (en Antioquia y la Costa).

¿Había alguna sanción o amonestación si no había bajas y resultados?

Sí. Se presentaban relevos de comandantes de brigada y batallón porque había bajas propias o no se cumplía con la misión y no se generaban las expectativas que tenía el comando superior. Casos hay muchos. Ahora, que si la tropa sentía la presión en el terreno y si eso incidió en decisiones ilegales, pues creo que hay valores éticos y principios para saber qué es lo malo y lo bueno.

¿Por qué hay tantos cuestionamientos sobre los suboficiales que manejaban la Inteligencia en el Catatumbo?

Es cierto que había suboficiales que tenían una hoja de vida pésima, sin embargo aportaban inteligencia… La evaluación de nuestra gente no es la mejor, porque se maneja todavía mucho el corazón. Se maneja la parte afectiva, sensible, y somos muy laxos en muchas ocasiones. El Ejército no cambia en un año. No soy quien para venir a evaluar al Ejército, pero los 29 años de experiencia sobre lo que yo viví me dan la base para decir que eso era así.

REDACCIÓN JUSTICIA