Omar Zuñiga Vásquez

Omar Zuñiga Vásquez era un joven campesino que en junio de 1992 se encontraba con su madre Amira Vásquez de Zuñiga en su finca La Icotea, en el corregimiento de San Jacinto, ubicado en el municipio de San Cristóbal, Bolívar. Durante este período miembros del Batallón de Fusileros de la Infantería de Marina No. 3, 14 y 15 de la I Brigada, habían estado en la finca pidiendo víveres.

La familia Zuñiga Vásquez no había dudado en brindarles leche, maíz, arroz o cualquier fruto de su trabajo. Pero el 1 de junio de 1992 una unidad de 30 hombres de dicho Batallón al mando del infante de marina Henry Mauricio Rodríguez Botero, llegaron al El Cerrito un lote cercano a la finca la Icotea. Con el rostro cubierto ingresaron e insultaron y golpearon a Amira y a Omar.

Los hombres los trasladaron hasta el Colegio el Paraíso en San Jacinto, allí le golpearon las piernas a Amira y la encerraron en un baño. A Omar lo torturaron en un salón contiguo al baño, allí le rompieron la mandíbula y le quemaron la espalda usando ácido y fuego. Amira presenció todo por una rendija, mientras los militares abusaban de su uniforme y acusaban falsamente a Omar de ser guerrillero.

Sin orden judicial y de manera arbitraria los militares se llevaron a Omar con el objetivo de obtener información sobre el paradero de otros guerrilleros. Amira como su hijo fueron sometidos a torturas físicas, psicológicas y morales. Luego de cuatro días, después de retener a Amira ilegalmente, fue liberada, dejada en una carretera por los militares. Los hombres se retiraron y manifestaron que Omar se había escapado y no sabían de su paradero.

Nueve días después, el cuerpo del joven fue encontrado en el Cerro Capiro cerca del corregimiento de El Paraíso, con signos de tortura, la mandíbula destruida y con un impacto de bala en su rostro.

Su familia empezó la búsqueda de justicia, Amira junto a sus 18 hijos e hijas, hermanos y hermanas de Omar emprendieron una lucha en contra de la impunidad. Fueron amenazados y desplazados por los mismos perpetradores de los hechos, aunque sabían quiénes eran los responsables estos habían sido absueltos por la justicia penal militar como por la justicia ordinaria.

Durante años la familia Zuñiga fue revictimizada y el cuerpo de Omar fue desenterrado dos veces para establecer la identidad por petición de la defensa de los militares. En 2011, con el acompañamiento del abogado Daniel Prado se dictó resolución de acusación contra el coronel Rodríguez Botero y a los hombres bajo su mando, los infantes Alfonso Coronel, Róger Argel, Jairo Becerra, el dragoneante Carlos Bermúdez y los sargentos Misael Villabona y Oslavi de la Cruz.

Pero en 2012 la Fiscalía General de la Nación declaró prescripción de la acción penal con el delito y ordenó la libertad de los militares. Sin embargo, el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo representó a la familia y llevó el caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, de esta manera fue como se ordenó al Estado colombiano a vincular a la familia a programas de reparación integral y a reconocer y pedir perdón sobre la responsabilidad del Estado por la muerte de Omar Zuñiga y la tortura de Amira Vásquez.

Es así como en 2016 el ministro de justicia Jorge Eduardo Londoño, admitió responsabilidad y pidió perdón por la ejecución extrajudicial de Omar a manos de integrantes de la Amada Nacional. Luego de 24 años hubo un avance en el caso, fue satisfactorio para su familia el acto de reconocimiento, pero desde allí sus familiares siguen a la expectativa de una reparación completa y de la realización de nuevos proyectos de vida luego del asesinato de Omar, para dignificar su memoria.

Omar Zuñiga Vásquez en la Memoria

Omar Zuñiga Vásquez Sin Olvido