“No sabemos vender la esperanza”

Después de pactar no una entrevista, sino una conversación, los tiempos parecían esquivos en medio del Foro de Comunicación para la Integración de Nuestra América que sesionó en Quito, Ecuador, a finales del mes de junio. Como furtivos, aprovechamos un impase en los debates para sentarnos improvisadamente, sin formalismos, y comenzar la plática con una persona que aunque peina canas (si las peina) me pidió tutearlo. Comienzo a provocarlo con unos criterios que despertaron no pocos comentarios.

Dijiste algo que me pareció un diagnóstico sintético y objetivo respecto a la izquierda y la comunicación: “No tenemos agenda propia y no sabemos vender la esperanza”. ¿Cuáles pudieran ser las causas y las consecuencias perceptibles?
Lo perceptible inmediato lo tenés en Venezuela y Argentina. Estamos vendiendo lo que hicimos; todo lo que le dimos al pueblo. Lo mismo está haciendo Correa en Ecuador. Y eso ya está en el imaginario. No es que no usemos esos argumentos, pero, ¿qué me vas a proponer de nuevo para la otra etapa de gobierno?

En el caso venezolano, hay que seducir a una nueva clase media que se formó con el gobierno bolivariano, una clase consumista además. En Argentina millones de personas que accedieron al consumismo están esperando más. ¿Y qué le ofrecemos? Sin ser simplistas, miren cómo con el slogan de “Cambiemos” Macri ganó unas elecciones. ¿Cómo así que después de tener los posibles mejores años de gobierno en Argentina la gente cambia? Porque no le vendemos esperanza, ni el futuro, le vendemos el pasado.

Sobre la necesidad de agenda propia en la comunicación que hacemos…
No logramos desprendernos del “síndrome de plaza sitiada”. Nos hemos pasado demasiados años denunciando, resistiendo y llorando… con esa visión estamos siempre defendiéndonos de la agresión externa, olvidándonos incluso de comunicar lo que hacemos.

Nuestra agenda mayormente está marcada por la que nos impone la derecha y los medios hegemónicos. ¿Por qué no podemos marcar nuestra propia pauta en contenido y estética? Debemos ser proactivos, interpelar al gobierno con propuestas y con la gente en la calle.

¿Será que no tenemos una agenda propia o que la tenemos y no la tomamos en cuenta, por estar más concentrados en informar actividades puntuales, e inmersos en el diarismo?
Creemos que siempre debemos estar denunciando al enemigo. Los medios de la derecha nos venden que vivimos en sociedades inseguras y entonces nos ofrecen armas… y nosotros constantemente vendemos inseguridad política y que la CIA está detrás de todo, y no miramos que a veces es nuestra propia incapacidad, ineficiencia, ineficacia, hasta corrupción… y si es verdad que tenemos evidencia de cuando la CIA está detrás de algo pues vamos a denunciarlo en tiempo y forma, damos el golpe de impacto y seguimos con nuestra agenda de lucha.

En este acto de vender la esperanza mucho tiene que ver la forma y el contenido de la comunicación que estamos haciendo, ¿en dónde estamos fallando, qué rutas podríamos tomar?
Primero en tener formatos propios, no basta con tener los medios si copiamos formas de ser y hacer, si no tenemos nuestra gente para hacer y nuestros contenidos para compartir. Tenemos poca creatividad y ausencia de códigos propios.

No por estar en una comunidad se es un medio comunitario, no por responder a una línea editorial de izquierda ya eres contra hegemónico, no por decir que haces comunicación horizontal y participativa logras que el discurso sea práctica coherente; muchas veces hacemos nuestra comunicación con los mismos códigos y exigencias que los medios hegemónicos como si hacer lo contrario fuera una especie de “pecado profesional”…
¿Por qué seguimos teniendo presentadores de televisión de cuello y corbata, que engolan la voz? ¿Por qué no hacemos un informativo conversado para llegar mejor a la mesa del espectador para que no se sienta ajeno? Lo otro es que al parecer somos incapaces de la horizontalidad en la comunicación de nuestras organizaciones y movimientos sociales. Los que hablan en nuestros medios siguen siendo los dirigentes, las vocerías establecidas, hay tanta ausencia de la voz del pueblo, del campesino, el indígena, la mujer, la sencilla persona de a pie.

Informamos sucesos pero nos falta contar la historia de nuestra gente luchadora en su diario, en su constancia y naturalidad, que son expresiones genuinas, legitimadas y convincentes, y apelamos a la estructura técnica que nos marcan los medios hegemónicos para supuestamente informar, en vez de buscar dialogar…
Si, hemos eliminado las crónicas. ¡Y qué sabrosas son las crónicas! En nuestros materiales es como si la gente no existiera. La mejor forma de identificarse es que la gente le hable a la gente, y no ser portavoz de los demás.

¿Podemos o no podemos cambiar eso?
Sí se puede cambiar, pero debemos comenzar a aceptar que lo estamos haciendo como no debemos. No tener miedo a la innovación, hacer bajar de la burocracia a quienes deciden en nuestros medios. No son enemigos, son nuestros compañeros. Es una cuestión de conceptualizar diferente nuestra comunicación, ¿para quiénes la hacemos?

¿Cuál es el mensaje político, la línea editorial? Se confunde una línea editorial con consignas.
Desde la izquierda hay una especie de subestimación del pueblo. ¿Cuántas veces vamos a un barrio y nos sentamos a hacer un debate abierto sobre la organización y los medios que gestionamos? ¿Tenemos miedo a las verdades que nos van a decir? Y entonces somos los primeros en hablar de pluralismo, libertad, de diversidad… recitamos todo eso, y somos los primeros estalinistas.

Para ir cerrando te propongo una especie de juego de Ping Pong respecto a una serie de temas que están, o deberían estar en el debate respecto a la comunicación…
Tránsito de lo informativo a lo dialógico: Es largo y debemos tener gente preparada para hacerlo. Investigación y formación para hacer la comunicación que necesitamos: No hay una investigación real. La praxis está 30 años adelantada a la teoría. Transnacionales de la información y las telecomunicaciones: La comunicación la hace la gente. Puede existir Google pero la información la pone la gente. Redes de medios y articulación: Necesario pero difícil. Todos queremos ser cabeza de león y no cola de ratón. Todos pretendemos ser los mejores y los que tenemos la razón. Es difícil hacer redes horizontales.

Periferia es un proyecto en construcción de comunicación popular. ¿Qué le dirías tanto al colectivo como a los lectores?
Que es un esfuerzo loable. A quienes están en el periódico que no todos van a opinar como ellos. No hay que mediar en la opinión de la gente, se puede hacer algo de corrección de estilo pero sin ir más allá. No es bueno estandarizar tanto. El diálogo es lo más importante. Construir desde abajo. Lo único que se construye desde arriba es un pozo. Hay que respetar a los demás.

Ellos te invitan a ir a dialogar sobre estos temas…
¡Pues vamos! Yo encantado de poder aportar lo poco que pueda.