Nexos con paramilitares del ex subdirector del DAS José Miguel Narváez, ¿leyenda o realidad?

Sus alumnos de las escuelas de Inteligencia del Ejército y la Armada recuerdan a José Miguel Narváez como un apasionado del tema de la guerra política, que llegaba a clase con una maleta cargada de libros que esparcía sobre una mesa y seleccionaba como si se tratara de un buen menú. Entre sus favoritos estaba ‘El arte de la guerra’, de Sun Tzu, un texto milenario que aún hoy inspira a los amantes de la doctrina bélica.

Quienes trabajaron cerca a él, durante los cuatro meses y 25 días que ejerció como subdirector del DAS, lo conocieron como un hombre riguroso, obsesionado con la disciplina y desconfiado.

Alguna vez que recibió denuncias sobre la existencia de una especie de “mano negra” dentro de la entidad, que practicaba ejecuciones extrajudiciales, se hizo acompañar por testigos hasta una notaría donde dejó constancia sobre la versión que había escuchado. Lo hizo en noviembre de 2005, cuando el detective Carlos Andrés Moreno Roa lo buscó para contarle que él había matado gente por orden del director de Inteligencia de la época y para decirle que no le parecía justo que ahora lo quisieran sacar.

El relato quedó consignado en una declaración que todavía reposa en la Notaría 64 de Bogotá.

Sus enemigos y detractores aseguran que sus conocimientos en el tema de la seguridad nacional, que utilizó para ayudar a producir los primeros planes estratégicos como asesor de la entonces ministra de Defensa Martha Lucía Ramírez, serían puestos más adelante al servicio de grupos paramilitares. Dicen que los jefes de las Auc lo habrían invitado a los campamentos de Carlos Castaño para que instruyera a sus huestes en el campo de la guerra irregular.

Narváez, quien fue miembro de la comisión de empalme designada por el presidente Uribe cuando ganó su primera elección, vuelve a ser noticia. Un informe del CTI lo presenta como uno de los funcionarios que habría participado en los seguimientos y las ‘chuzadas’ ilegales a magistrados y personalidades públicas. Y para completar el cuadro, algunos ex jefes paramilitares lo acusan no solo de haberlos instruido, sino de haber instigado algunos episodios como el secuestro de la senadora Piedad Córdoba en 1999.

Narváez lo niega, y mientras golpea a intervalos la mesa con la palma de su mano, como para enfatizar su versión, asegura que los paramilitares quieren vengarse de él por haber sido el primer funcionario que ayudó a destapar la corrupción del DAS en tiempos de Jorge Noguera. Piensa que ese hecho precipitó su salida del organismo y quizá lo privó de la confianza que le tenía el presidente Uribe, que firmó su insubsistencia mientras defendía públicamente a Noguera.

Las declaraciones

El primero en poner el dedo en la llaga sobre las presuntas relaciones entre Narváez y las Auc fue Jorge Iván Laverde, ‘Pedro Fronteras’, jefe del bloque Catatumbo, quien el 17 de junio de 2008 lo mencionó en dos temas específicos durante una declaración ante fiscales de Justicia y Paz: el asesinato del periodista Jaime Garzón y el secuestro de la senadora Piedad Córdoba en mayo de 1999.

Laverde dijo que Narváez instigó a Carlos Castaño para que asesinara al periodista y le entregó unas grabaciones donde Córdoba y el guerrillero ‘Francisco Galán’ supuestamente hablaban en malos términos del jefe de las Auc. “Yo lo vi en las fincas La 35, La Acuarela y La Siete. Este personaje (Narváez), cargaba en una maleta un poco de libros. Le dictaba conferencias de adoctrinamiento militar a las tropas, a la comandancia. Carlos Castaño andaba con él p’arriba y p’abajo (…)”, dice.

De hecho, según revela el jefe paramilitar, “la verdadera razón por la cual Castaño mandó a secuestrar a Piedad Córdoba fue por unos casetes grabados por inteligencia militar en los que la senadora -en diálogo con ‘Francisco Galán’, comandante del Eln- se expresaba con palabras feísimas del señor Carlos Castaño. Esas grabaciones fueron entregadas por el propio Narváez a Castaño en Urabá”.

Por último, Laverde aseguró que Narváez dictaba unas charlas tituladas “¿Por qué es lícito matar comunistas en Colombia?” en los propios campamentos de las autodefensas de Córdoba y el sur de Bolívar.

Pero no solo el desmovilizado ha mencionado al ex subdirector del DAS en supuestos vínculos con las Auc. El pasado 28 de mayo, en una reunión con Piedad Córdoba e Iván Cepeda, el ex jefe paramilitar Diego Fernando Murillo, ‘don Berna’ -recluido en el Metropolitan Correctional Center de Nueva York- confirmó que Narváez fue uno de los autores ideológicos del secuestro de la Senadora y que además suministró un listado para que las Auc asesinaran a miembros de la izquierda, entre ellos al senador de la Unión Patriótica Manuel Cepeda.

“Don Berna me pidió perdón por mi secuestro y dijo que Narváez le insistió a Castaño que debía asesinarme por unas conversaciones que tuve con el jefe del Eln. A Iván Cepeda también le pidió perdón por la muerte de su papá a manos de las Auc”, dijo la Senadora liberal a CAMBIO.

Contrario a esta declaración, el ex jefe paramilitar Éver Veloza, ‘H.H.’, afirmó que el secuestro de la congresista tuvo fines políticos y negó que Narváez estuviera involucrado.

Salvatore Mancuso, también relaciona a Narváez con las Auc. En una reciente entrevista concedida a CAMBIO desde la cárcel en Washington, aseguró que Narváez era un convencido de la lucha contra la subversión y que “estuvo en reuniones hablando del tema ideológico con Carlos Castaño y ‘Jorge 40’, con ‘el Alemán’ y conmigo. Estuvo en algunas escuelas de formación de cuadros de mando y tuvo la oportunidad de adoctrinar ideológicamente a esos hombres”, dijo.

En fin, son numerosas las versiones que involucran a Narváez con actividades del paramilitarismo. Si forman parte de una leyenda o de injurias vengativas -como él dice-, o conforman un gravísimo prontuario, es un análisis pendiente que está en manos de la Justicia. Por ahora Narváez aguarda paciente cualquier decisión de las autoridades en una oficina de la Federación Nacional de Ganaderos.

“Esta es una estratagema paramilitar”
Miguel Narváez
Ex subdirector del DAS


CAMBIO: Iván Cepeda le aseguró a CAMBIO que ‘don Berna’ le confió que usted habría entregado a Carlos Castaño listas con nombres de dirigentes de izquierda a quienes había que eliminar, entre ellos el de su padre, Manuel Cepeda. ¿Qué responde?

Miguel Narváez: Es absolutamente falsa y resulta sospechoso que ‘don Berna’ le haga esta afirmación en secreto al hijo del inmolado dirigente político. Siempre he condenado la violencia política y defendido el respeto de los Derechos Humanos. Creo que se trata de una estratagema de algunos ex comandantes paramilitares que están tratando de trasladar sus propias culpas a personas inocentes buscando un perdón colectivo de la sociedad colombiana. Esta versión de ‘don Berna’ es tan inverosímil como la que pronunció en días pasados, según la cual él había contribuido a financiar la campaña política del candidato Álvaro Uribe para alcanzar la Presidencia de la República.

En una entrevista para CAMBIO, Salvatore Mancuso dijo que usted impartió doctrina de guerra a las Auc en tiempos de Carlos Castaño. Otros jefes ‘paras’ dicen que le habría llevado a Castaño las grabaciones que hicieron que este secuestrara a Piedad Córdoba…

Es falso. Resulta paradójico que estos ex comandantes me señalen como la persona que influenciaba y determinaba las acciones de Carlos Castaño y de ellos mismos. Sus prontuarios criminales hablan por sí solos. Estas afirmaciones mentirosas fueron controvertidas tajantemente por Éver Veloza, alias ‘H.H.’, en su versión el 9 de julio de 2008 frente a fiscales de Justicia y Paz.

Según un informe del CTI, usted habría producido más de 130 carpetas como subdirector del organismo, con resultados de seguimientos ilegales a personalidades. ¿Eso es cierto?

Nunca desempeñé funciones que tuvieran que ver con las llamadas ‘chuzadas’. El Subdirector del DAS, conforme al Decreto Ley 643 de 2004, se encarga básicamente de las 27 seccionales en todo el país, el control interno y la academia superior Aquimindia. Desempeñé el cargo durante 145 días.

¿Es usted integrante del grupo que Carlos Castaño llamaba “los seis”?

No lo soy. En el libro ‘Mi confesión’ Castaño ubica perfectamente el perfil de los integrantes de este grupo: de avanzada edad, los conoció entre 1987 y 1988, y fallecieron al principio de la década del noventa.


¿Durante su gestión en el DAS denunció usted casos de corrupción?

Sí. Ante el Fiscal General, el 20 de octubre de 2005 presenté una denuncia penal acompañada de evidencia física, que incluso CAMBIO comentó en su momento. Esta fue conocida por la fiscal Segunda delegada ante el Tribunal Superior de Bogotá, ante quien me ratifiqué el 27 de diciembre de 2005, y luego comparecí ante la Procuraduría General de la Nación el 14 de diciembre de 2006 para ratificarme de los mismos hechos dentro del expediente 009-132265-05.

Varios sectores pretenden vincular a Fedegán con las Auc. Usted, como asesor de la Federación, ¿por qué cree que el gremio ganadero es hoy blanco de esos señalamientos?

Es la llamada guerra política que consiste en denunciar por hechos aparentemente delictivos a un gremio que fue víctima tanto de guerrilleros como de paramilitares, que no pudieron acaban a punta de fusil y violencia. El gremio ganadero fue y es víctima, no victimario.