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Memoria Peregrinación

Durante 12 días más de 200 peregrinos estuvieron en el bajo Atrato en los ríos Jiguamiandó y Cacarica. Provenientes de Europa, de Estados Unidos, de América Latina admiraron la belleza humana y ambiental del territorio afrodescendiente indígena, mestizo. En el marco de la conmemoración de los 10 años de la “Operación Génesis” que produjo el desarraigo de más de tres millares de personas. Los caminantes observaron los riesgos ambientales y humanos y la destrucción producida por el agronegocio del plátano, la palma aceitera, y las que se sufrirán por la explotación minera del cerro cara d perro, la construcción de la carretera panamericana. Todo ocurre en medio del control paramilitar con nuevas tácticas de ejercicio político, militar y económico amparado por el Estado y la persistencia de la guerra interna. Aquí sigue la quinta entrega de los relatos de la conmemoración del aniversario de la operación Génesis, las caminatas hacia Palo de Letras y en el Jiguamiandó hacia el cerro Cara de Pero, los días lunes 19 y martes 20 de febrero.


19 y 20 de febrero Ruta Cacarica Zona Humanitaria Nueva vida, Conmemoración décimo aniversario, comunidad Uin Puur, Palo de Letras Darién.

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El 19 de febrero, el cansancio de los peregrinos hizo que los actos de conmemoración dieran tiempo al descanso. Hacia las 11 de la mañana todos y todas estaban listos para atender a la convocatoria de los miembros de Cavida.: “los esperamos en la caseta, vamos a iniciar la conmemoración de los 10 años de la operación Génesis, gracias a todos por acompañarnos” Uno a uno los invitados se fueron acercando.

Uno de los jóvenes afro descendientes presentó el programa: “Encendida del cirio de la esperanza por un matriarca, canto óyeme Chocó, presentación de esta historia de resistencia, presentaciones de los procesos de resistencia presentes, obra de teatro de la Comunidad de Vida y Trabajo la Balsita de Dabeiba, lanzamiento del documental Génesis, memoria viva de un destierro, presentación del grupo de Rap y Vallenato..

Uno a uno, en un escenario decorado con los 5 colores de la bandera de Cavida, los puntos se fueron desarrollando. En la encendida del cirio, en la entonación de Óyeme Chocó, todas y todos de pie, armonizados con las notas de los resistentes de Cavida, en 10 años que han podido ser conocidos gracias a que su desplazamiento, su regreso en fases a asentamientos primero, Luego a zonas humanitaria porque los mecanismos de represión para estatales los obligó a inventarse esta manera de estar, y convertirse, junto a otros proceso del país, en paradigma de dignidad.

En la presentación inicial de Cavida la primera alusión fue a la experiencia del día anterior en la Balsa: “Muchos de los que estamos presentes quisimos estar con ustedes ayer, pero muchos de nosotros estamos señalados, por eso fue una delegación sobre todo de jóvenes, lo que ustedes observaron al salir de Balsa, hubiese hecho que el señalamiento fuera mayor. Allá están en fosas comunes muchos seres queridos nuestros, familiares, amigo, siguen presentes los desplazadores, aunque digan que están desmovilizados ahora adelantando proyectos agroindustriales, quieren seguirse apropiando de nuestras tierras, se valen de un afrodescendiente de nuestra misma cuenca para que les firme todo lo que ellos quieren, sin que nosotros, los que defendemos estas tierras para los renacientes, nuestros hijos, nietos y bisnietos, estemos de acuerdo”

Luego las delegaciones del Movimiento Si Tierra del Brasil, Las Madres de la Plaza de Mayo, Línea Fundadora, la Comisión Etica contra la Tortura de Chile, el Pueblo Mapuche de Chile y Argentina, hablaron desde la memoria de sus seres queridos , desde sus luchas que afrontan en sus países, desde la defensa de la tierra, desde el inmenso valor que dan a la organización de las comunidades, desde la persistencia, desde las actuaciones en defensa de la vida y el territorio, más allá de lo jurídico. Agradecieron la invitación y afirmaron su compromiso en construir esa red desde los pueblos que posibilite soñar, en lo concreto, con otro mundo donde la justicia sea posible y la universalización de la solidaridad garantice la vida digna de los pueblos.

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Las 19 diversas nacionalidades presentaron su saludo. El carácter específico de cada delegación, puso a disposición de los procesos presentes, sus especificidades de trabajo: periodistas, acompañantes internacionales, abogados internacionales, organizaciones de solidaridad, agencias de cooperación, expertos en energías renovables, simplemente amigos, redes internacionales de solidaridad con alguno de los procesos presentes.

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Uno a uno, los cerca de 100 procesos organizativos de pueblos indígenas, mestizos, afrodescendientes del Cauca, Putumayo, Caquetá, Meta, Valle, chocó, Antioquia, Magdalena, hablaron de quines son, que han hecho y que propuestas vienen adelantado. Cada bloque de presentaciones, contó con pequeños intermedios de rap y vallenato, que los miembros de Cavida tenían preparados.

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En la noche, la obra de teatro que reconstruyó la memoria de las comunidades de la Balsita, Antazales, Chambuscado y la Argelia, en los límites entre Córdoba y Antioquia, víctimas del desplazamiento forzado en noviembre de 1997. 15 jóvenes y niños dieron cuenta de 9 años de un trabajo de afirmación de su memoria que, como todos los presentes lo percibieron, tiene garantizado su futuro en esa voz, esos gestos, esos cantos, esas danzas. Los Renacientes de Cavida, entre sus nuevas construcciones, ofrecieron la canción a Marino López que hace un recuento de los horrores padecidos por él y por la comunidad que los presenció, en febrero del 2007.

Cerca de las 11 de la noche, se proyectó el documental “Génesis, Memoria Viva de un Destierro” del director colombiano Yesid Campos, memoria en imágenes de los responsables de los crímenes de lesa humanidad, de los bombardeos desde aviones oficiales en el desplazamiento, de los cráteres que abrieron en la cuenca del Salaquí, de las condiciones infrahumanas que debieron padecer en el coliseo de Turbo, de los percances de niñas, niños, mujeres embarazadas al cruzar el Darién, de la repatriación ilegal de que fueron víctimas en Panamá, de la separación de sus familias en Bahía Cupica, del grupo de familias que decidió resistir en Bocas del Atrato. Memoria también de los procesos organizativos que para el retorno y la afirmación civil de derechos se empezaron a tejer desde el silencio y la solidaridad y que pasaron por la organización de normas de vida, de tres fases para el regreso, de asentamiento, de Zonas Humanitarias. Y en toda esa historia, la constancia de la impunidad en la desmovilización como “héroes” del bloque Elmer Cárdenas en Unguía.

De nuevo, con la memoria a cuesta, y fortalecidos con la esperanza de la resistencia, se dio paso al descanso

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El 20 de febrero, los peregrinos recogieron sus carpas, tomaron el desayuno y las mas pesadas maletas fueron transportadas en mulas hasta la zona humanitaria de Nueva Esperanza. El recorrido por un sendero sombreado por decenas de cativos, caracoles, ceibas, canimes, olletos, guarumos, de una selva virgen que comunica las zonas humanitarias en verano hasta llegar al caserío del Limón. “Aquí, vivimos todos los del río Peranchito cuando retornamos, pero acá nos pasaron muchas cosas en el 2001 se metieron los paramilitares con los militares y en mayo del 2003 se instalaron permanentemente los militares. Querían les sirviéramos como informantes, querían que las hijas nuestras fueran sus mujeres, disparaban al aire, por eso debimos desplazarnos para la otra zona humanitaria algunos y al poco tiempo, muchos hermanos nuestros crearon la zona humanitaria de Nueva Esperanza en Dios, par poder seguir viviendo como civiles”, comentó una afrodescendiente de Cavida. Efectivamente al llegar al Limón, cerca al puesto de salud, dos militares armados, uniformados adscritos a la Brigada 17 del Ejercito, salían del puesto de salud de la localidad.

Diez minutos después de un lento caminar, permitieron observar cerca de 30 carpas militares, soldados a medio vestir limpiando sus armas largas y varios de ellos bañándose en las orillas, hasta muy cerca de las puerta de la zona humanitaria. Al cruzarla, los caminantes se percataron de la valla en la que se lee “Zona Humanitaria de Nueva Esperanza, lugar exclusivo de la población Civil de Cavida”.

Muchas mujeres de la comunidad recibieron a los peregrinos con jugo y agua fresca, luego con el almuerzo. La tarde fue para el compartir, el descanso, las entrevistas y un partido de fútbol entre el equipo de las comunidades y el de los “restos del mundo”.

19 y 20 Ruta Comunidad indígena Coredó hacia el cerro Cara de Perro

Como ya era costumbre, los peregrinos se levantaron con el sol y emprenden el camino. Los botes, después de 30 minutos de navegación, debieron apagar motores, el agua ya no les permitía impulsarse. Los alimentos y utensilios de cocina se acomodaron en el equipaje de los peregrinos: dos panelas, aceites, libras granos y arroz según la capacidad física de cada uno. La marcha en la mañana, contó con un tiempo fresco que animó los pasos, gracias a la exhuberancia del bosque que proporcionó sobra a toda y a todos. A medio camino, un nuevo grupo de indígenas Embera, de la Comunidad de Coredocito, pertenecientes a los cabildos del Carmen del Darién, salieron al paso de los caminantes. Acudieron a la ayuda de aquellos hombres y mujeres que, por primera vez, desde que se asentaron milenariamente en esa instancia paradisíaca, se atrevieron a visitar su resguardo en lo más alto de de una selva que se ha hecho habitable gracias a la tenacidad aborigen. Al terminar la montaña, en varias mulas, los alimentos se enlutaron a su destino final.

Al final, el último de los 38 cruces del río Jiguamiando, para emprender por una nueva montaña, mas condescendiente. Ya en la planicie se divisaban las construcciones en madera y paja las familias Embera, que saludan con timidez al paso del numeroso grupo de visitantes.

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El camino seguía por parajes de fantasía: flores multicolores, árboles gigantes, raíces que luego se convierten en troncos, mariposas, ríos tapizados de una sola pieza de piedra, todo un deleite a los sentidos. Se experimenta cansancio, mas la naturaleza, el cariño de los indígenas, y la certeza de que ya se está cerca, son el lenitivo que lo alivia. Nuevas energía, las que la voluntad de los peregrinos imprime, no los deja desfallecer, estas salen del alma. El cerro Cara de Perro, lugar sagrado para los indígenas, hala el grupo como un imán a un metal. El río que se deja ver a esta altura del peregrinar, es el que da nombre a la comunidad, Coredó, al que se unen pequeñas quebradas afluentes, que puras y cristalinas ser originan en el cerro como un milagro de la vida. Son aguas transparentes, que apenas cubren las lajas de piedras y brillantes piedrecillas que adornan el cauce, que brillan como el sol y que hacen pensar por su color dorado que se esta caminando hacia El Dorado.

Al final del camino, en una meseta, se divisa un grupo de casas indígenas. Hemos llegado, anuncian los anfitriones, subimos la ultima cuesta y allí estamos, es la comunidad indígena Embera de Coredocito. Los peregrinos llegan hasta una gran construcción de la comunidad en la que caben muchas personas. Allí los equipajes se acomodaron y los cuerpos se aprestaron para el descanso. Siete horas de camino por parajes de ensueño fueron el aperitivo de un almuerzo que personas de las zonas humanitarias del Jiguamiando y Curvaradó, caminantes como todos, prepararon. ¿De donde sacan fuerzas? es la pregunta común. Un vistazo al cerro Cara de perro, entre el cansancio y la satisfacción, lo deja ver nublado en su tope como si estuviera ocultando con recelo sus misterios, porque sabe que foráneos de la Muriel Mining Corporation, lo quieren convertir en lingotes de oro, cobre, molibdeno, entre otros minerales para engrosar las arcas de los esquilmadores de la naturaleza.

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La tarde se dedica a la contemplación, el intercambio, la relajación, un baño en los pocos posos de agua que se han creado en el río, sirven para juntar a bañistas y lavadoras de ropa. El agua fría hace regla un masaje refrescante a huesos y músculos. Llegada la noche sin mosquitos y con el silencio impecable del bosque, no quedan mas decesos que los del sueño. Unos entran en sus carpas, otros se reúnen alrededor de velas para sacar de sus repertorios cuentos, historias, fabulas y chistes de todas los tamaños, latitudes y colores para la diversión de los presentes. Mañana es el día de conocer mas de cerca este grandioso e inhóspito Cerro que ha congregado la solidaridad de los pueblos.

El 20 de febrero dejó que el sol se cerniera por el techo de las carpas peregrinas, los gallos no fueron capaces de vencer el sueño en un día en que no era necesario madrugar, ya todos se encontraban en el lugar de destino. La mañana era clara, su cielo azul, las nubes como ovejas blanquecinas adornaban la bóveda celeste. Para este día el plan trazado era caminar por el río Coredó hasta su nacimiento en las faldas del Cerro Cara de Perro. En la en la tarde un encuentro interetnico , entre los peregrinos y toda la comunidad de Coredocito, que anunciaron una muestra de la su cultura milenaria que han preservado, al igual que su historia de desplazamiento, resistencia y preocupaciones ante las pretensiones empresariales de explotación del Cerro Sagrado.

La caminata se inició bajo la guía de varios indígenas de la comunidad, el tiempo estimado es de dos horas ida y regreso. Se llegó a la cabecera del río Coredó. Los Emberas hablaron del valor espiritual que para la comunidad tiene el cerro, y de lo nefasto que sería la extracción de su alma, con la explotación minera. Uno de los caminos que conduce al cerro, es otro templo de la naturaleza, donde se conjuga la belleza y los valores sagrados de la comunidad donde la armonía hombre – naturaleza que se experimenta, hace maldecir a los depredadores de la vida humana y natural. Este es el centro que despide las fragancias para la espiritualidad de hombres y mujeres, es el lugar en donde estos sueñan llegar al abandonar sus cuerpos. Es el lugar en donde los frutos nunca terminan, allí donde las lunas resplandecen día y noche y nunca hay oscuridad. Allí donde la libertad reina suprema y los riachuelos emanan de la tierra preñados de dulzura y vida. Allí donde la sed de la humanidad se calma, y la naturaleza juega día y noche. Donde cantan las flores al abrirse, y los hongos húmedos gotean vida. Es de esos lugares que los poderes de este mundo aun no han podido alcanzar o tan siquiera tocar, en donde no entraban el crimen ni la injusticia, ni se asomaba el temor, la violencia ni la confusión.

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Este paraíso es el que pretenden convertir en yacimiento minero y con ese plan, la destrucción de pueblos originarios, de pueblos afrodescendientes, de pueblos mestizos, de los pueblos del mundo. Si se permite la destrucción de este paraíso, se destruye un parte sensible del pulmón de la humanidad, es la destrucción de una de las casas mas acogedoras, una obstrucción mas a la vida y su reproducción en cualquiera de sus formas. Se moriría uno de los motivos de admiración del alma humana, desaparecería la multiculturalidad,. Para las comunidades indígenas, afrodescendientes y mestizas que viven de la influencia de este cerro, significa la imposición de su destierro y con él, su muerte, no se mataría masivamente con operaciones militares encubiertas, sino, en esta ocasión, después de los 113 crímenes de los que han sido víctimas, se mataría masivamente con la destrucción de su medio viviente. De allí nacen las quebradas y riachuelos que alimentan y/o se convierten en los ríos Jiguamiando, Murindó y Riosucio que se convierten, a su vez, en el segundo rió más caudaloso del mundo, el Atrato. Los daños no serán solamente en los alrededores próximos, afectaría también directamente a todo el que viva del Atrato. La responsable es la Muriel Mining Corporation, ella y los gobiernos cómplices, son los que pretenden sustraer esta riqueza, los usurpadores de los territorios, los directos esquilmadores de este mundo natural, los que pretenden a nombre de su enriquecimiento, matar el medio reproductor de la cosmovisión Embera.

Los grupos regresan después de esta experiencia de contemplación, a enriquecer las imágenes con palabras, ritmos y danzas, en lo que las comunidades llamaron el “Encuentro Interétnico”. Dorsos desnudos dibujados con diferentes formas geométricas embellecen a mujeres, hombres y niños indígenas. En la plaza principal de Coredocito ubicada en frente de la escuela, se dispusieron troncos de árboles tumbados uno enfrente del otro como sillas para el encuentro.

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El sol volvió a mostrar su resplandor y tanto peregrinos como Emberas se acercaron con cautela al centro ceremonial. En la distribución esta presente una división que representó las distancias culturales, pero no por ello dejó de sentirse la unidad de los pueblos. Con el cerro, de fondo, como un gigantesco altar, se presentaron los gobernadores y ex gobernadores de la Comunidad de Coredocito, al igual que el gobernador de la Comunidad Embera de Isla quienes se dirigieron a todos, inicialmente en su lengua originaria. Luego de la presentación de la comunidad los peregrinos hicieron lo propio. Después la danza del sapo y del mono bailada por las mujeres, acompañaron los cantos tradicionales que tuvieron a bien compartir.

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Después de la danza y el canto, de nuevo la palabra, la de la historia, la de la memoria de esta comunidad, historia , que comparte los horrores de la padecida por los afrodescendientes y mestizos del Jiguamiando y curvaradó. En otro tiempo, el caserío original de Coredocito era accesible, pero debido a una incursión militar debieron huir montaña adentro por los asesinatos y las desapariciones de que fueron víctimas miembros de su comunidad. Los sobrevuelos de helicópteros del ejercito nacional aceleraron el desplazamiento.

En sus narraciones se percibe aún la angustia por la injusticia prevaleciente. La justificación de los desplazadores en boca del ejercito fue: “se tienen que ir de la zona pues vamos a limpiar la zona de guerrilla”, “¿guerrilla? nosotros somos indígenas que siempre hemos estado aquí sin ningún arma, somos indígenas no guerrilla”, repetía constantemente el gobernador que se dirigía a nosotros como lo debió hacer en aquel momento de dolor y de vulnerabilidad. Con la misma constancia el gobernador de la comunidad denunciaba las consecuencias que dejaría la explotación del cerro, ponía de presente la extinción de su comunidad y recalcaba que nunca habían sido consultados sobre la explotación como legalmente se inscribe en papeles coloridos sin hechos. Vinieron así las palabras de aliento, compromiso, denuncia, admiración, acción, emoción, repulsión, virtuosismo, sencillez, ternura y resistencia para lograr una voz más estruendosa que se escuche por todos los rincones y no quede impune, este testimonio, en el silencio de la complicidad.

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Llegó la noche y con ella el regreso, con el alma cargada, ya no de del cariño, la espiritualidad y la fuerza de ellos. La sensación transmitida por los peregrinos entre sí, es que no se devolvían siendo los mismo, todo no será igual que antes, “ visto lo que se ha querido invisibilizar, hemos escuchado lo que se ha querido silenciar, hemos visto y escuchado con nuestros propios sentidos, ya no nos lo podrán ocultar, ahora queda un compromiso, ahora nos queda una responsabilidad y esa es nuestra nueva vida”.