Más de 180 meses en el exilio

El caso de Ricardo Calderón no es el único de agresiones contra periodistas por el ejercicio de su profesión. En 1996 Luis Gonzalo Vélez fue golpeado por el Ejército mientras filmaba una protesta de campesinos cocaleros en Caquetá.


En 2012 la Fundación para La Libertad de Prensa, FLIP, registró un total de 158 agresiones directas contra periodistas en el ejercicio de su oficio en Colombia, la restricción a este derecho vuelve a ser noticia tras el atentado contra Ricardo Calderón, director del área de investigación de la revista Semana.

El caso del periodista Luis Gonzalo Vélez Restrepo es ejemplo de la limitación de la libertad de prensa en el país, su caso fue llevado ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que falló a su favor y manifestó una clara violación a la libertad de expresión por parte del Estado colombiano.

El 29 de agosto de 1996 Richard Velez, como es conocido por muchos, se encontraba trabajando como camarógrafo para el noticiero “Colombia 12:30” en medio de las protestas contra la política gubernamental de fumigación de cultivos de coca en Morelia, Caquetá.

El mismo día, Velez fue agredido cuando grabó cómo miembros del ejército golpearon fuertemente a un manifestante en estado de indefensión. Los golpes de los militares además destruyeron la cámara, pero no la cinta, que posteriormente fue publicada ante los medios por el periodista. “Era un riesgo que tenía que correr, lo hice con amor a mi trabajo (…) Valió la pena, porque se sentó un precedente por el derecho al trabajo, a la expresión, a la vida”, señala Velez.
Tras estar interno en una clínica algunos días y ser incapacitado otros 15, el 31 de agosto de 1996 se inició una investigación preliminar por los hechos ocurridos. Para septiembre de este mismo año las amenazas iniciaron. Llamadas en las que sentenciaban con asesinar a Mateo, su hijo, otras tantas a su esposa intimidando a la familia Velez e incluso visitas de personas que, sin identificación alguna, exigían información diciendo ser funcionarios de la Procuraduría, se convirtieron en la pesadilla de la familia Velez.

La investigación llevó a iniciar un proceso disciplinario contra las fuerzas militares, que dejó como resultado la “reprensión severa” de dos miembros, sin embargo el Estado nunca llegó a ejecutar la decisión. En una investigación ante la justicia penal militar, llena de irregularidades, por el delito de lesiones personales, la conclusión fue un expediente perdido, y por ende un caso inconcluso.

Velez decidió irse del país en octubre de 1997 tras recibir una amenaza de muerte escrita y ser raptado y metido en el asiento trasero de un carro, del que logró escapar. “Los ocho años de Uribe crearon mucha impunidad, mucho silencio de lo que pasaba en el país que hoy poco a poco se ha ido destapando (…) Es muy poco lo que hacen con los militares en casos como los falsos positivos, en vez de juzgarlos los meten en cuarteles militares donde viven a sus anchas”, dice Velez quien añade que desde su caso cree que la violación de derechos humanos por parte de los militares sigue siendo “una práctica normal para ellos (…) En mi caso está involucrado Néstor Ramírez, y sin embargo, él sigue muy campante, eso para uno es frustrante”.

“Me parece extraño que Colombia haya salido de la lista negra de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (…) cuando se habla de estas violaciones se cree que es solo por parte de agentes del Estado, pero las violaciones siguen, por ejemplo, desde las Farc, desde muchos otros ángulos”, recalca el periodista.

Ya en el exilio Richard Velez estuvo separado de su familia por casi un año, “la llegada a Nueva York fue muy traumática, si bien fue duro adaptarme y trabajar en cosas que no me sentía cómodo, a una nueva lengua, fue más duro separarme de mi familia, la preocupación por la seguridad de ellos, por la salud de mis hijos”.

Velez instauró una demanda ante la CIDH, después de varios años de espera el 3 de septiembre de 2012 el organismo se pronunció a favor de él. Como indica el fallo “la Corte declaro, por unanimidad, que el Estado violó el derecho a la libertad de pensamiento y expresión (…) el Estado es intencionalmente responsable de haber violado los derechos a la integridad personal, a las garantías y protecciones judiciales del señor Luis Gonzalo Vélez Restrepo”.

En una sentencia, que tardó “siglos” para la familia Velez, se dejó en evidencia un caso más de la violación a la libertad de prensa en Colombia, “la justicia después de tantos años”, dice Vélez Restrepo, quien aún lamenta el giro que tuvo que dar su vida profesional, ya que no ha podido ejercer plenamente su labor de periodista de nuevo.

Desde Nueva York, tras más de 15 años de haber salido del país, cree que aún Colombia es uno de los lugares más difíciles para ejercer el periodismo. “Sí, en un país donde hay tantos sectores que generan violencia, la guerrilla, el mismo estado; que tristeza, es muy difícil ejercer el periodismo objetivamente”.

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