Manuel Cepeda Vargas

Manuel Cepeda Vargas

“Que no mueran los soldaditos. Que no mueran los labriegos. Que puedan sentarse a las orillas de sus casas, como esas familias dominicales que nos miraban cuando nos acercabamos al aeropuerto, cuando vimos que los campesinos asesinados se habían convertido en árboles frondosos entre cuyas ramas volaban pájaros, se oía subir el calor eterno de la tierra y para defenderse de la noche sonaba una canción de amor entre el verdor valiente y alegre de las bananeras”. M.Cepeda

Manuel Cepeda: humanista y político

9 de agosto de 1994, la vida y la voz de Manuel Cepeda Vargas fueron silenciadas, pero no olvidadas. Poeta, pintor, abogado, político y sobre todo humanista será recordado por su labor en la búsqueda de una Colombia que respete la vida y los derechos humanos, la libre expresión y la justicia social.

Nació en Armenia el 13 de abril de 1930, estudió derecho en la Universidad del Cauca, en 1952, mientras cursaba la carrera ingresó al Partido Comunista Colombiano (PCC), en 1958 fue elegido miembro del Comité Central del PCC, donde se encargó de reconstruir la Juventud Comunista Colombiana (JUCO). En 1960 contrajo matrimonio con Yira Castro, con quien tuvo dos hijos, María integrante del Comité Central del PCC e Iván, senador del Polo Democrático, defensor de los derechos humanos y filósofo de profesión.

En 1964 fue encerrado en la cárcel La Modelo de Bogotá, por denunciar la agresión contra la resistencia campesina en Marquetalia, Tolima, allí escribió un libro de poemas titulado “Vencerás Marquetalia” en homenaje a esa movilización. En 1983, cuando era director del periódico Voz Proletaria, lo nombró Seminario Voz, proponiendo con ese nombre el cambio a un diario con un modelo más democrático; tres años después se retiró y su puesto lo ocupó el activista y político Carlos Lozano Guillén (1949-2018). En 1992 fue nombrado secretario general del PCC, alentó el surgimiento de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), también participó en la fundación del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos y fue promotor de la creación del Ministerio de Cultura.

Magnicidio, denuncia y omisión

En 1993, Cepeda Vargas denunció ante el Ministro de Defensa Rafael Pardo Rueda la existencia de un plan denominado “Golpe de Gracia” definitivo para el exterminio de la Unión Patriótica (UP), del cual terminaría siendo una víctima posterior. El 9 de agosto de 1994 a las 9 de la mañana, cuando el abogado había abandonado su residencia en Ciudad Banderas al suroccidente de Bogotá y se movilizaba por la Avenida de las Américas cerca al barrio Mandalay, fue alcanzado por sicarios quienes dispararon varias veces en su contra cuando viajaba en el asiento del copiloto; el conductor y escolta de Cepeda, que fue contratado por la UP para protegerlo, siguió en marcha por 30 metros y descargó seis tiros contra los asesinos.

Pese a que acudió a organismos internacionales para que se le brindará medidas de protección por parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) Manuel Cepeda perdió la vida; el Estado colombiano tampoco adoptó ningún control para evitar el exterminio de los miembros de la UP, incluso desde 1985, año de la consolidación de ese partido político, iniciaron los asesinatos, masacres, desapariciones forzadas y torturas a sus militantes, quienes venían denunciado desde ese año los hechos públicamente ante la prensa y aun así no se tomaron medidas de protección.

Investigaciones determinaron que el asesinato de Cepeda fue operacionalizado por militares y paramilitares; la participación de los suboficiales Hernando Medina Camacho y Justo Gilberto Zúñiga, y su relación con la estructura paramilitar de Carlos Castaño. Se señaló además al General Rodolfo Herrera Luna como uno de los autores intelectuales del magnicidio, sin embargo, este murió de un infarto antes de ser juzgado.

Se relacionó a Jesús Emiro Pereira, concuñado de los hermanos Castaño como cómplice del crimen quien fue sometido a sentencia anticipada; también se vinculó al ex-subdirector del DAS José Miguel Narváez como determinador y asesor de crímenes paramilitares entre ellos el presente caso. En 1999, un juez penal de Bogotá dio sentencia condenatoria de 43 años a los suboficiales Justo Gil Zúñiga Y Hernando Medina, mientras que Carlos Castaño resultó exonerado.

A pesar de los actores implicados y las evidencias presentadas, el esclarecimiento y los vínculos entre los mismos ha sido difícil de establecer, dadas las características de la planeación, la división de tareas y la ejecución del crimen; lo que ha dificultado la conexión y aclaración sobre los niveles de perpetradores tanto intelectuales como materiales.  En consecuencia, los testigos del hecho y los familiares del senador también fueron afectados y victimizados.

Labor y militancia: motivaciones de lucha social

El asesinato de Manuel fue un intento de silenciar ideas y voces que tuviesen un intento de cambiar el país. Siempre se interesó por realizar proyectos de ley en beneficio de campesinos, jóvenes, trabajadores y sectores vulnerables, impulsó la ley de Objeción de Conciencia al servicio militar obligatorio, logró construir barrios populares en Bogotá en predios ociosos, cuando se daba un proceso de urbanización en el país. Promovió la organización de la cultura ligado a la lucha social y sobre todo tenía un compromiso por el cambio y la paz como solución democrática y política ante el conflicto social.

Suscitó la unidad popular, la ampliación y unión de la izquierda, fue consecuente en la idea de la unidad para un proyecto de diálogo, democracia y revolución social. Con estas ideas busco un acuerdo para dar fin al conflicto armado con la guerrilla. Manuel como los demás miembros de la UP, agrupó diversas ideas que respaldaron la paz, para una transformación democrática en Colombia, de forma que los opositores a esas premisas del movimiento político, dieron fin a su vida para silenciar y exiliar las voces de cambio frente a una estructura de egotismo.

Las palabras de Manuel aún siguen siendo legítimas sobre la conciencia social que debe adquirir el país, el senado indicaba que  “En una sociedad edificada con los materiales de la desdicha, el camino más fácil es despeñarse por la pendiente de la desesperación o del escepticismo. No puede surcarse el mar de la vida si no es con la fraternidad, para rescatar a nuestro pueblo del oprobio, del desprecio y de la humillación en que se halla sumido. Luchar para ella era la mayor felicidad posible… Sabía que para saber hay que estudiar. Que hay que meditar sobre lo leído. Que para memorizar hay que escribir. Que hay que leer y reflexionar, y volver a leer y reflexionar de nuevo.”

Crimen en impunidad y Memoria 

La muerte de Manuel selló un intento hacia una democracia que posibilitará expresiones políticas diversas e incluyentes. Su asesinato es un crimen que sigue en la impunidad, piezas probatorias fueron destruidas, testigos y familiares fueron sometidos a amenazas, presiones y asesinatos; este caso, sumado a muchos más demuestra el alcance desmedido de la violencia en Colombia.

El 10 de diciembre de 2008 la sala cuarta del Consejo de Estado ordenó al Estado Colombiano a indemnizar a la familia de Cepeda Vargas, pero Iván Cepeda renunció a esa la reparación económica, puesto que aún no se ha determinado la identidad de los autores intelectuales y que el Estado no había reconocido la responsabilidad por la muerte de su padre.

En junio de 2010, la Corte Interamericana de Derechos Humanos responsabilizó al Estado Colombiano por el asesinato del senador Cepeda, como un crimen en el que participaron militares, integrantes de la Fuerza Pública y jefes paramilitares. La sentencia se entendió como histórica y dentro de un marco colectivo, puesto que su asesinato se relaciona a millares de víctimas, su muerte evidencia la ruptura del tejido social, la justicia y la paz en Colombia. Más tarde en 2011, durante el gobierno de Juan Manuel Santos tuvo que pedir perdón público a sus familiares, al Seminario Voz, a la UP y al Partido Comunista, en un acto que se realizó en el Congreso de la República con la intervención de Germán Vargas Lleras, en este entonces ministro de interior.

Pese al pedido de perdón, la ejecución del asesinato de Manuel se enmarca en un patrón sistemático de violencia contra la UP y el PCC, en ese sentido, el Estado se adjudicó la responsabilidad parcialmente, reconoció internacionalmente la violación del derecho a la vida, la dignidad, la libertad de expresión y el derecho a la integridad personal, este último, fue reconocido tanto para la víctima como para los familiares; el Estado brindó rehabilitación médica y psicológica, sin embargo, no hay un costo comprometido con una reparación integral por el asesinato a Manuel, el proceso disciplinario contra los autores del crimen fue precario, puesto que la cadena criminal de mando no fue sancionada penal, ni socialmente, los autores intelectuales del crimen disfrutan de libertad, poder económico, político, entro otros.

Una de las reparaciones que realizó el Estado colombiano fue la creación de la Beca Manuel Cepeda Vargas para estudiantes víctimas del conflicto armado que cursen undécimo grado y deseen realizarse profesionalmente en ciencias de la comunicación. Por otro lado, la sociedad colombiana ha realizado en nombre de Manuel multiplicidad de acciones para hacer memoria sobre su vida, dado que él fue una voz representativa para militantes de la UP, del PPC y de civiles que continúan buscando y afirmando un derecho por la paz y la democracia. Desde la cultura, la poesía, el periodismo y la vida Manuel Cepeda sembró la memoria. Como muchos otros colombianos intentó realizar la tarea de dar reflexión, comunicar la verdad y ser un ejemplar de lucha para la sociedad colombiana y de esta forma deshacerse del engaño sistemático e histórico hacia la misma por parte de los medios de comunicación, la política y las diversas formas de capital.

El crimen de Manuel, fue un delito contra su carácter, es decir, su humanidad, sus ideas democráticas, incluyentes y plurales. Su memoria no ha quedado en el olvido por parte de la sociedad, se fundó el Barrio Manuel Cepeda Vargas, así mismo, un colegio al sur de Bogotá con su nombre donde un grupo de 250 profesores, crearon la Cátedra Cepedista, no solo para que no se olvide la labor del senador, sino para que los jóvenes pretendan los principios éticos y los valores en memoria del mismo; de forma reciente en 2015 se realizó un mural consolidado por Hernando Hernández junto a integrantes del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice) en Bogotá, quienes trabajaron en este acto conmemorativo a Manuel.

Hoy  9 de agosto de 2019, Iván y María, los hijos de Manuel y de Yira presentaron un informe ante la Jurisdicción Especial de Paz para que sean reconocidos como víctimas, y este hecho como parte de un plan criminal que sea estructuralmente esclarecido como parte del genocidio de la Unión Patriótica. 

Su muerte, pero ante todo su vida, demuestran cómo la memoria alcanza ciertos espacios,  Como dedico Manuel a su esposa Yira, hoy sus palabras también evocó su memoria,  lucha y esperanza:

“Una inmensa calma surge de allí. La armonía entre las ideas por las cuales se vivió y los actos que se ejecutaron, florece en una síntesis de paz y de esperanza. Lejos, desde la colmena de la gran ciudad, nos llega el rumor con que el pueblo amado, por el que ella tanto batalló, continúa viviendo y luchando. Y la hierba, con su verdor simplísimo, parece sonreír anunciándonos el nuevo mundo que va a nacer.” 

Manuel Cepeda Vargas en la Memoria.

Manuel Cepeda Vargas Sin Olvido.

Imagen: Contagio Radio.