Manifiesto sobre Agrocombustibles

En Quito, Ecuador organizaciones campesinas, indígenas, afrodescendientes, ambientalistas y de derechos humanos de América, de Asia, de Europa, desde el 27 de junio al 1ro de julio de este año, nos reunimos en el análisis sobre la problemática de los agrocombustibles.


La conciencia de la sociedad es cada vez más creciente sobre los efectos nefastos de la implementación de agrocombustibles como una nueva fase de implementación del modelo de desarrollo global capitalista. Ya no se trata de los monocultivos para imponer lo que debe ser sembrado, lo que debe ser producido y consumido si no de la redistribución de los territorios del sur para las siembras extensivas de las que se deriven aceites para las máquinas, como una sustitución paulatina del petróleo.

Durante esos intensos días además del análisis se realizo un contacto directo con la vida de seres humanos que sobreviven en medio de la palma de aceite. Las coincidencias en las problemáticas que experimentan los territorios de Ecuador, de Indonesia, de Malasia, de Brasil y de Colombia son evidentes. La globalización mercantil del Territorio definido a partir de intereses de países desarrollados y empresas transnacionales de alimentos, de petróleo, de automóviles ha creado un panorama de destrucción de la vida humana y de la destrucción del planeta. En el fondo lo que se expresa es la definición de un modelo de desarrollo global en materia energética a través de agrocombustibles – etanol o diesel- sean estos para el consumo interno de cada país con los del Norte que habitan en el Sur o para su exportación privilegiando por supuesto la necesidad de satisfacer las necesidades del Norte del Norte o para indicar que las reservas petroleras deben orientarse en lo fundamental para el consumo del Norte mientras los agrocombustibles deben destinarse en definitiva para el consumo de los del Sur.

Aún en medio de gobiernos que se perfilan con el nombre del “Socialismo del Siglo XXI”, como en Brasil o incluso en Venezuela, se aprueban políticas públicas que favorecen la siembras de monocultivos los que incrementan la destrucción ambiental, el costo de alimentos y el hambre de los excluidos, la nuevas formas de esclavitud laboral y de colonización, la desterritorialización y las violaciones de derechos humanos.

En Quito organizaciones de la Red de Alternativas estuvieron presentes constatando que lo que se pretende sostener es la circulación global de mercancías, la demanda ambiental insustentable de energía, el arrasamiento ecológica y socialmente con la llamada Revolución Verde, la pérdida de 75% de la biodiversidad a lo largo del último
siglo. Estas mismas constataciones descriptivas y analíticas se corroboraron en el Seminario Internacional: Crisis Planetaria, Agrocombustibles y Derechos Humanos” realizado en Bogotá, entre el 6 y el 9 de agosto de 2007.

En ambos espacios se construyó un consenso en algunos aspectos como que las salidas requieren una modificación del modelo de desarrollo o del modelo de globalización del mercado, la recuperación conceptual de los contenidos de las palabras bio, ambientales, ecológicas, soberanía y autodeterminación alimentaria y energética como bases de otra sociedad posible por el bien de la humanidad, de los pueblos y del planeta.

Al final se trata de un consenso que cotidianamente significa el tejido de la campenización, de la modificación del consumo como expresión de afirmación y de transformación ante la desglobalización del mercado y la mercantilización de los alimentos y del campo sobre todo agrícolas y alimentarias, el rompimiento con los circuitos económicos globales empresariales que consumen la mayoría de los recursos petroleros para el transporte de mercancías o la industrialización del campo con bio tecnología, transgénicos, se trata entonces del fomento de la autodeterminación energética con base en las necesidades locales y nacionales, la modificación del modelo asociado al capital que tiene nombres propios como el IIRSA, el Plan Puebla Panamá Putumayo Patagonia, Tratados de Libre Comercio.

Las fuentes de producción de vida, de su reproducción y de su protección el ser humano, los seres vivos en el territorio y la sobrevivencia del planeta no son posibles a través de los agrocombustibles ni de las políticas públicas del “desarrollo sustentable”, la “revolución verde empresarial” ni las certificaciones que las empresas destructoras pagan conforme a sus intereses son la salida. Nada de lo que ha diseñado el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo ha propiciado la Vida.

Una mirada crítica desde América Latina sobre los Agrocombustibles se desarrolló en Quito y en Bogotá. Adjuntamos el Manifiesto de Quito sobre Agrocombustibles. VERSION ESPAÑOL E INGLES

SUMATE a las propuestas sobre Moratoria de las organizaciones ambientalistas y de derechos humanos de la Unión Europea, a las iniciativas de protección ambiental, afirmación territorial que se desarrollan en México, Argentina, Paraguay, Brasil, Chile, Colombia, Estados Unidos y Canadá

SUMATE a la discusión y a las iniciativas que sobre los agrocombustibles y agronegocios están planteando las organizaciones de derechos humanos y ambientalistas en los Estados Unidos y Canadá


SUMATE
a la propuesta de incentivar en el espacio del Foro Social Nacional y Mundial y Enlazando Alternativas la discusión y las propuestas frente a los agrocombustibles o necrocombustibles.

Su + (SUMAS)= 68
SUMATE Red de Alternativas
A la impunidad y a la globalización del mercado

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LA GEOPOLÍTICA DE LOS AGROCOMBUSTIBLES

Documento de posición del Sur Global sobre Soberanía Alimentaria,
Soberanía Energética y la transición hacia una sociedad post-petróleo

Convocadas a la primera reunión de trabajo para discutir sobre los
agrocombustibles y el reto del “desarrollo” en una sociedad
post-petrolera, las organizaciones reunidas en Ecuador, latitud 0, del
27 de junio al 01 de julio de 2007, invitamos al debate desde el Sur
Global en los siguientes términos:

Denominados apropiadamente por los movimientos sociales como
AGROCOMBUSTIBLES, los llamados “biocombustibles” y toda la
generación de energía a través de la biomasa tal como viene sido
promovida por gobiernos, corporaciones, agencias de ayuda, las Naciones
Unidas, las instituciones financieras internacionales y demás agentes
interesados en su producción a gran escala y en su comercio
internacional – NO cambian, sino que PERPETUÁN el modelo de producción
y consumo de la civilización moderna, urbana y industrial.

La crisis ecológica y energética que se impone sobre todo el Planeta,
junto a la urgencia ineludible de frenar el calentamiento global y dar
paso a una transición hacia una sociedad y una economía post-petrolera,
nos obligan a un análisis más profundo y a generar cambios políticos
realmente transformadores.

Reconociendo que tenemos una tarea necesaria de buscar energías
alternativas, es imprescindible plantear la estrategia global en curso
de promoción febril de la agro- energía en sus términos estructurales.

Los hidrocarburos son la principal fuerza motriz de la economía
globalizada, donde la extracción y control de los combustibles fósiles
tiene intrínseca relación con las redes de poder que controlan el mundo
a través del control de la energía. Además, podemos ratificar que en
esta civilización petrolera las principales desgracias, catástrofes
climáticas, guerras, hambrunas, desplazamientos forzados y la esclavitud
están vinculadas precisamente al control militar del territorio y de la
energía fósil.

La matriz energética/industrial basada en combustibles fósiles, que
sustenta la actual civilización urbana industrial y el estado de
desarrollo se encuentra en crisis. Vivimos en el momento en el que
estas fuentes de energía estén agotándose, por lo que el capitalismo
imperativamente busca nuevas formas de generación de energía, incluyendo
los agrocombustibles. Desde nuestra perspectiva como países
agroexportadores del Sur, sometidos a esta condición bajo la lógica de
la deuda externa y de nuestra historia colonial, los agrocombustibles
profundizan el modelo del agronegocio y de la agricultura industrial,
entendida como la sumatoria de monocultivos, biotecnología, agrotóxicos
y capital financiero y exportación.

Los agrocombustibles significan la instalación de una nueva geopolítica
global

1. Antecedentes y ejes de resistencia: La Soberanía Alimentaria

El modelo de agricultura industrial iniciado con la Revolución Verde es
petro-dependiente en energía e insumos, y el fin de uno significa el
ocaso de la otra. *Además, la raíz histórica de los monocultivos
industriales actuales fueron las plantaciones, un invento colonial, que
hoy reproduce y multiplica su racionalidad y lógica productiva
correspondiente.

El control del sistema agroalimentario mundial constituye uno de los
principales componentes de la globalización. Los efectos de las
políticas neoliberales en el campo, la expansión de la agro
biotecnología, la proliferación de los acuerdos de libre comercio,
incluyendo la lucha en contra de un Acuerdo sobre Agricultura en la Organización Mundial del Comercio,
fueron la fuerza catalizadora de un movimiento campesino internacional Vía Campesina. Del mismo modo, la resistencia de los Pueblos
Originarios se viene fortaleciendo frente a la privatización de recursos
y ecosistemas naturales en territorios indígenas.

La propuesta política de esos movimientos es la “Defensa de la
Soberanía Alimentaria”, que se expresa en el derecho de los pueblos a
decidir y controlar sus políticas de producción, distribución y consumo
de alimentos, y la comercialización o no de excedentes, sólo después
de haber garantizado las necesidades de la población con los recursos
propios de su territorio y en un patrón cultural y ambientalmente
adecuado. Esta es una propuesta radical que exige la transformación de
las economías agroexporadoras del Sur y en el patrón de consumo en el
Norte.

En tanto la protección de recursos naturales como la tierra y el agua es
inseparable de la práctica de la agricultura, las decisiones sobre su
uso y manejo no pueden ser tomadas por productores individuales en
función de la propiedad privada de la tierra. Por eso, la Soberanía
Alimentaria como principio político propone que la autodeterminación de
los pueblos sea garantizada por la decisión colectiva sobre la
producción de alimentos, y actividades agrícolas, pastoriles, pesqueras
o recolectoras, enfatizándola como principio fundamental.

Tomando en cuenta la riqueza del debate político colectivo desarrollado
por los movimientos sociales, planteamos el tema de los
agrocombustibles – que ya los definimos como una profundización del
agronegocio – en los términos de la Soberanía Alimentaria.

La industrialización del agro es consustancial a la expulsión del
campesinado y configura una agricultura sin agricultores, afectando
desde el campo a toda la sociedad. Implica el despojo de comunidades y
sus territorios, la concentración y privatización de la tierra y fuentes
de agua, la erosión de la biodiversidad, la destrucción de ecosistemas
naturales, y la violencia y militarización en función del control de
recursos naturales.

Este proceso de marginación que se inicia en el campo agudiza el
circuito insostenible de la urbanización acelerada, que da lugar a la
crisis de energía, infraestructura, viviendas, alimentación, salud y
otros servicios básicos, puestos de trabajo y acceso a los alimentos en
las ciudades. La pobreza urbana genera violencia, conflictos y el
malestar social que caracteriza a las grandes ciudades del Sur.

Éste es un proceso global, hegemónico y dialéctico, que ha conducido a
una crisis ecológica y energética incuestionable. Por ello no son
aceptables las respuestas tecnológicas como las semillas transgénicas,
ofrecidas como una solución al “hambre”, cuando su propósito final es el
control de la producción agrícola, la imposición de los derechos de
propiedad intelectual, y la mercantilización de la vida y la Naturaleza.
Ni los agrocombustibles, promovidos para solucionar una posible crisis
energética, o como falsa solución al cambio climático, sin tener en
cuenta cuestiones estructurales que han generado grandes conglomerados
urbanos que son abastecidos por mercancías transportadas desde
distintos lugares del planeta, y que obligan a la gente a desplazarse
cada vez a distancias más grandes, lo que genera una demanda
interminable de energía.

La solución tampoco puede ser a través de instrumentos mercantiles como
el comercio de carbono, la venta de servicios ambientales, las
certificaciones verdes, las mesas redondas “sustentables”, la inserción
de las plantaciones de carbono en los proyectos del Mecanismo de
Desarrollo Limpio del Protocolo de Kyoto y otras creaciones
promocionadas por el ambientalismo de mercado, instrumentos que
generan más problemas que los que solucionan, y a cuyas propuestas y
posiciones nos oponemos radicalmente*.

La ideología del “desarrollo”, elaborada después de la segunda guerra
mundial como una manera de extender el colonialismo, oculta la
continuidad y profundización de la lógica de saqueo. Alrededor de esta
ideología se crearon prácticas, instituciones y estructuras que a nombre
del desarrollo, prolongaron y diversificaron las formas de saqueo en el
Sur. A finales del siglo XX, el desarrollo se vistió de verde y se acuñó
el término “desarrollo sustentable”, que lo que hace en realidad es
“sustentar” la dominación y el abastecimiento colonial.

Los puntos expuestos arriba son el resultado del debate mantenido
durante nuestra reunión y expresan el conjunto y complejidad de las
reflexiones que hicimos sobre el tema. Consideramos que estos puntos son
no-negociables. Si usted comparte nuestra visión, le invitamos a
continuar con la lectura.

2. La geopolítica de los agrocombustibles

El sometimiento de los sistemas agrícolas locales al modelo industrial y
a una demanda energética exógena, es una cuestión política que implica
relaciones de poder sobre los ecosistemas y los pueblos. Este poder se
manifiesta en dos niveles bien definidos:

Primero. La actual dependencia mundial de combustibles fósiles se
satisface mediante una geopolítica de guerra.

Para garantizar el control de los recursos hidrocarburíferos, y ahora a
los agrocombustibles, los países industrializados y sus corporaciones
transnacionales, han desarrollado mecanismos tanto económicos y
financieros como político y militar. En este sentido, se han diseñado
acuerdos comerciales internacionales que permiten el libre acceso a los
recursos a través de leyes del mercado. Estos tratados mercantiles,
bilaterales o multilaterales, van de la mano con la expansión de
proyectos de infraestructura (ductos para transportar gas, petróleo,
minerales y hoy agrocombustibles como etanol o biodiesel; carreteras,
hidrovías, puertos, infraestructura de procesamiento, almacenamiento y
expendio de combustibles, tendidos eléctricos, etc.).

Las instituciones financieras internacionales, a través de diversas estrategias y
mecanismos, entrampan a los países en una espiral de dependencia y
muerte, por ejemplo a través de la deuda. Cuando un gobierno o su pueblo
se plantea romper con esta dependencia, corre el riesgo de sufrir
represalias económicas, políticas o militares. La geopolítica del
petróleo está diseñada no sólo para tener acceso a los hidrocarburos,
sino para controlar su distribución. Esto explica muchos de los
conflictos armados en el Medio Oriente, Afganistán y el Caucazo, donde
se juega control de las rutas del transporte del crudo del Caspio, por
parte de empresas estadounidenses, europeas y rusas, y sus gobiernos.

Así como se configuró una nueva geopolítica para asegurar el acceso a
los combustibles fósiles, de la misma manera se está configurando en
torno a los agrocombustibles una nueva correlación de fuerzas a nivel
mundial. El ejemplo más nítido es la alianza Lula-Bush (Brasil y Estados
Unidos) para la creación de un mercado mundial de /commodities/
agroenergéticos, que ya se traduce en un reacomodo del poder global. Es
así como el anuncio efectuado por Brasil sobre el reinicio de su
programa nuclear y el ciclo de enriquecimiento de uranio, no generó la
oposición que han enfrentado países como Irán o Corea del Norte, pues
hoy Brasil forma parte de los países que conforman el círculo de amigos
de Bush y del poder de intereses estadounidense.

Aclaramos categóricamente y sin ninguna ambigüedad, que la energía
nuclear es inaceptable, esta posición es no-negociable, sin importar la
razón por la cual la energía nuclear sea promovida. La humanidad y el
ambiente ya ha experimentado suficientes impactos y sufrimientos por sus
consecuencias.

Segundo.La geopolítica de los agrocombustibles impone un
reordenamiento territorial a nivel global_.

Este reordenamiento significa, en este primer momento, la
desterritorialización de cultivos alimentarios para la producción de
insumos energéticos, con los impactos en cadena sobre toda la economía y
los costos, por la obvia competencia de precios con los alimentos (como
ya se observa en la subida de precios del maíz y aceites en distintas
partes del mundo, y cuyo ejemplo más paradigmático fue la guerra de las
tortillas en México, a inicios de 2007).

En un nivel más amplio, y ya relacionado a la segunda generación de
agrocombustibles a partir de especies no alimenticias (eucalipto,
/switch grass/, miscanthus, entre otros) la ocupación de la tierra a
escala creciente y progresiva para ‘remplazar’ al petróleo, impactará
más gravemente a la población rural, generando fuertes flujos
migratorios, además de una reducción drástica en la producción y oferta
de especies alimenticias con la consiguiente alza en los precios y
menores posibilidades de acceso a la alimentación.

Esta presión sobre los territorios se va a acentuar, como resultado del
lema repetido por sus promotores quienes sostienen que los
agrocombustibles se van a asentar en las llamadas “tierras marginales” o
“áridas”, que en realidad son las tierras más allá de la actual frontera
agroindustrial y que son las que justamente alimentan a la gran mayoría
de la población pobre y campesina, y los pueblos indígenas de África,
Asia y América Latina con cultivos no comerciales como varias especies
de tubérculos y hortalizas. Son en estas tierras marginales donde se
intenta introducir millones de hectáreas con cultivos de /Jatropha/, que
está siendo promovido como un cultivo milagroso en regiones áridas de la
India, el Sahel y África Occidental.

En síntesis, la reproducción del capitalismo en una sociedad en
transición hacia la era post petrolera depende en este momento de la
incorporación y control, incluso militar, de gigantescas extensiones de
territorio. Así, el eje de la resistencia es asegurar la integridad de
la soberanía sobre los territorios, garantizando alimentos y energía
local: construyendo la soberanía energética y alimentaria; y
redefiniendo la soberanía política.

3. Las grandes rutas de los agrocombustibles

Al momento identificamos las siguientes grandes rutas centrales de
flujo de agrocombustibles desde el Sur:

a. El abrazo del etanol. Brasil y Estados Unidos y el corredor de
América Central.

La alianza estratégica y mediática entre Lula y Bush, los dos países
lideres mundiales en la producción de etanol (caña de azúcar y maíz
respectivamente) tiene un objetivo claro: definir una nueva geopolítica
para América Latina (petróleo versus agrocombustibles) a través de
impulsar la creación de un mercado internacional de commodities
agroenergéticas con la realización de una “Conferencia Internacional
sobre Biocombustibles”, auspiciada por la ONU en Brasil en julio del 2008.

En este contexto Brasil tiene como proyecto político – convertirse en el
principal proveedor de agrocombustibles y de tecnología para etanol.
Para eso, el presidente Lula se perfila como nuevo líder mundial y
Brasil como la potencia del Sur, para lo cual se han establecido
alianzas estratégicas con China, India, Sudáfrica etc., aspirando a
acceder al Consejo de Seguridad de la ONU. En el plano económico, el
interés de Brasil es acceder al mercado de los Estados Unidos y Europa,
vía las ventajas arancelarias que tienen países de Centro América y
Caribe. Por eso quiere expandir la producción de caña de azúcar y palma
aceitera, y plantas de procesamiento a esos países.

El Plan Nacional de Agroenergía de Brasil estima como área potencial
para expansión de cultivos energéticos la cifra de 200 millones de
hectáreas, incluyendo la “recuperación de áreas degradadas, reconversión
de pastos y ‘reforestación’ de la Amazonia con palma”. Para poner en
marcha el Plan, se tiene que construir una red de Alcohol-ductos,
plantas de acopio, procesamiento, puertos, carreteras e hidrovías, lo
que incrementará el uso de hierro proveniente de las minas del Gran
Carajás, la destrucción de ecosistemas naturales y del tejido social en
esta región de Amazonia, además de incrementar dramáticamente la
producción de cemento y concreto, una de las industrias más energívoras.

b. De granero del mundo a refinería global.
La soja transgénica en
Argentina y el Cono Sur.

Transformar el paisaje del campo argentino en un monocultivo de 17
millones de hectáreas de soja transgénica sólo tomó 10 años —
reemplazando la producción de cereales, carne y otros alimentos por la
de sólo un commodity para la exportación, concentrada en manos de las
principales trasnacionales del comercio internacional. Ahora siendo el
primer exportador mundial de aceites, Argentina busca convertirse el
principal proveedor para la demanda europea de biodiesel, para lo cual
el gobierno argentino ya solicitó aranceles preferenciales a la Unión
Europea.

La apuesta del agronegocio en la exportación de agrocombustibles ha
puesto funcionar un engranaje de producción de biodiesel en asociación
con capitales nacionales como Vicentín, AGD-Bunge S.A y SACEIF – Louis
Dreyfus, y del sector petrolero Repsol-YPF y la nacional ENARSA que
participan en proyectos de entre 25 y 30 millones de dólares.

Para suplir la demanda de exportación de aceites y granos, sumada ahora
a la del biodiesel de soja, y además cumplir los requerimientos internos
legislados de de incorporar obligatoriamente un porcentaje de
agrocombustible en los combustibles fósiles –se programa la
deforestación de entre 4 y 7 millones más de hectáreas de bosques
nativos para avanzar con la frontera sojera, el desplazamiento de montes
frutales y de cultivo de hortalizas y los cultivos bajo riego en la
Patagonia, así como la importación de 3 a 4 millones de toneladas de
soja provenientes de Bolivia, Brasil, y especialmente Paraguay.

Por ello se ha acelerado la concreción de la hidrovía Paraguay-Paraná,
vía de escurrimiento de los commodities producidos en territorio
interior hasta el puerto de Rosario (y zona de refinamiento), proyectada
en el marco de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura
Sudamericana (IIRSA) que incluye la construcción de carreteras,
hidrovías y represas, con inversiones significantes del sector privado
en la extracción de recursos y la agroindustria.

Esta es la columna vertebral que consolida el proyecto político y
territorial del agronegocio en el Cono Sur, que trasciende las fronteras
de los Estados para establecer un área de expansión de la producción y
movimiento de commodities para exportar al norte, que se consolida con
la producción de agrocombustibles.

c. La amarga historia del aceite de palma. Las plantaciones de palma
en ecosistemas naturales y territorios indígenas

Al momento, el 88% del comercio mundial de aceite de palma proviene de
Malasia e Indonesia, lo que obedece a una expansión del área cubierta
por este cultivo. En los últimos 20 años la producción se duplicó en
Malasia y se triplicó en Indonesia, a costa de la desaparición de sus
bosques tropicales. El crecimiento de las plantaciones de palma en
Malasia e Indonesia responden a la creciente demanda de aceite de palma
especialmente para el mercado europeo.

A pesar de la defensa oficial de que la industria de la palma aceitera
no ha producido deforestación, el gobierno de Sarawak, en el Borneo
malayo, aceptó que se ha concesionado 2,4 millones de hectáreas de
bosques para la industria palmícola y de la pulpa y papel, extensión que
puede llegar a 3 millones de hectáreas ha finales del 2007, que
constituyen una cuarta parte del área total de Sarawak. Las plantaciones
industriales de palma con frecuencia son propiedad de empresas madereras
transnacionales, las que una vez que deforestan una zona para la
extracción de la madera, la siembran con monocultivos de palma,
transformando el bosque en aceite.

Aun cuando estos bosques son reclamados por comunidades indígenas como
parte de sus territorios tradicionales, y aunque muchas de estas
comunidades dependen de los recursos del bosque para su subsistencia, ni
la legislación ni el gobierno han reconocido totalmente sus derecho
consuetudinario; y a pesar de sus continuas protestas, las plantaciones
de palma continúan extendiéndose.

El aceite de palma se perfila como la principal fuente para la
producción de biodiesel a costa de ecosistemas naturales y territorios
indígenas también en otros países tropicales, constituyendo el caso más
preocupante el de Colombia, donde las plantaciones de palma se extienden
de la mano del paramilitarismo, desplazando a poblaciones enteras.

La expansión de los cultivos de palma en Malasia, Indonesia y otros
países tropicales, responden al aumento en la demanda de aceite de palma
en el mercado mundial, sobre todo luego del incremento en las metas que
se han impuesto en la Unión Europea para reemplazar combustibles fósiles
por agrocombustibles.

d. África: en la vía hacia un mayor saqueo

Del colosal número de actores relacionados con la promoción de
agrocombustibles en África, Brasil se perfila como el más estratégico y
rapaz.

El Brasil se ha volcado hacia el continente africano, al que lo ve como
una pieza importante en sus ambiciones de crear un mercado global para
el etanol. Este país ha logrado de manera exitosa obtener el apoyo de
varios países africanos, como Senegal y Benin a través de acuerdos
bilaterales y trilaterales de cooperación, y se ha apuntalado en la
Unión Africana, pasando por alto varias agencias de las Naciones Unidas,
para asegurarse la implementación de instrumentos legales y económicos
armonizados para sostener un mercado viable de agrocombustibles.

A través del Foro Internacional de Biocombustibles, Brasil con sus socios
China, India, Sudáfrica, los Estados Unidos y la Unión Europea,
promoverán agresivamente un mercado internacional para agrocombustibles, sin importarles el resto del mundo, y así asegurar que el etanol se
convierta en una /commodity/ en el mercado internacional. Para conseguir
estos objetivos, las plantaciones de caña, silenciosas y estériles
proliferarán en los suelos africanos, otrora dedicados al cultivo de
alimentos.

En este contexto, varias transnacionales de la energía como BP, D1
Engrasa y Petrobras han iniciado proyectos de agrocombustibles en
África, para producir de manera indiscriminada ya sea combustibles
fósiles o agrocombustibles, en países tan pequeños como Suazilandia o
potencias petroleras como Nigeria. Estas empresas depredadoras
sostendrán cualquier aventura, a cualquier costo social y ambiental, si
es que esto va a contribuir a su estrategia global de prolongar el pico
del petróleo. Países como Ghana, las grtandes plantaciones de /Jatroph/a
están fuertemente relacionadas con el mercado de carbono en el marco del
Protocolo de Kyoto.

El escenario político en África está listo para la producción a gran
escala de agrocombustibles. Mozambique ha sido elegido como el líder en
el Sur de África. A través de la empresa petrolera estatal se espera
tener una inversión de 55 millones de dólares para proyectos con caña de
azúcar y Jatropha, y así suplir al mercado regional e internacional de
etanol y biodiesel.

POR EL DES-DESARROLLO : EL CAMINO QUE PROPONEMOS DESDEEL SUR

Los agrocombustibles y toda la generación de energía a través de la
biomasa tal como viene sido promovida por gobiernos, corporaciones,
agencias de ayuda, las Naciones Unidas, las instituciones financieras
internacionales y demás agentes interesados en su producción a gran
escala y en su comercio internacional – *no cambian, sino que perpetúan
el modelo de producción y consumo de la civilización moderna, urbana y
industrial *que ha generado inequidad, guerra, destrucción ambiental.

El ocaso de la civilización petrolera y la reproducción del capitalismo*

La reproducción del estado actual de la civilización occidental
depredadora, cuya forma es el neoliberalismo globalizado, tiene como
base material al petróleo.

Todas las fuerzas motrices detrás de la producción, circulación y
comercialización global de mercancías dependen de los hidrocarburos: la
industria hidrocarburífera en si misma, la industria agroalimentaria,
las compañías farmacéuticas, de fibras textiles, las industrias
involucradas en la producción de detergentes, cosméticos, explosivos,
celuloide, plásticos en general, materiales de construcción, embalajes,
electrodomésticos, etc. De la misma forma, el transporte global de
personas y materiales, la movilidad y velocidad con la cual los
trabajadores y los productos se mueven y son intercambiados alrededor
del globo, dependen también de los combustibles fósiles, ya sea por la
dependencia que se ha creado en torno al automóvil; por la manera como
se han diseñado, construido y expandido las megalópolis, o por la forma
de ocupación del espacio urbano y otros territorios.

La demanda de energía y materias primas para suprimir y mantener el
patrón de vida de las sociedades del Norte, traducida cotidianamente en
alimentación, vestuario, vivienda y movilidad es la que da carne y
cuerpo al ideal universal de estilo de vida, bienestar y “progreso”
promovidos agresivamente a través de la globalización como un patrón
universal para la humanidad.

En el actual paradigma de “crecimiento” orientado hacia la integración
del mercado y el comercio global, los agrocombustibles son impulsados
como substitutos paulatinos del petróleo para mantener patrones
ambientalmente insustentables de producción y consumo del Norte. Frente
a eso, entendimos que el estilo de vida promovido por el Norte y las
elites del Sur y que alcanza su máxima expresión en el llamado
“/American way of life/” es lo que debe ser transformado. Son los
principales consumidores de energía, Estados Unidos junto con Europa
Occidental y a quienes se suman hoy, China y las elites minoritarias del
Sur.

China, la gran fábrica del mundo, reproduce el modelo de producción y
consumo/ creado por el Norte/, al tiempo que abastece al mercado
mundial, sobretodo del Norte, con todo lo que éste consume. Entendemos
que el modelo de crecimiento de China no es un modelo para el Sur.

La materialidad de todo lo que hace parte de la vida cotidiana de los
países “desarrollados”, promocionados al mundo como modelo universal de
bienestar material, calidad de vida y progreso humano, depende
enteramente de una demanda energética y ecológica irracional, construida
históricamente a través del saqueo continuo de la naturaleza y los
pueblos del Sur. Para el Sur del mundo este modelo “petrolero” permitió
perpetuar el intercambio desigual, la dependencia tecnológica, el
endeudamiento, el empobrecimiento de los pueblos, el despojo de sus
territorio y la desacralización de sus lugares sagrados. Hemos
experimentado, desde el Sur, que el patrón de vida que la minoría del
Planeta disfruta, se mantiene con la explotación de la Naturaleza y el
trabajo humano, para alimentar los flujos de mercancías y servicios que
han causado históricamente los cambios climáticos, el calentamiento
global y la dominación colonial del Norte sobre el Sur.

En síntesis: el impulso prioritario de los agrocombustibles como
substitutos paulatinos del petróleo, es mantener la circulación global
de mercancías y la demanda ambientalmente insustentable de energía y
materias primas para promover como ideal universal el patrón de vida
de las sociedades del Norte, en su lógica histórica de dependencia y
explotación colonial sobre los ecosistemas y pueblos del Sur.

Nuestra respuesta a la falacia del balance energético positivo de los
agrocombustibles es la verificación histórica de la devastación
ecológica y social generada por la Revolución Verde – petrodependiente

 y con los efectos imputados a la agricultura industrial, que ha
resultado en la pérdida de 75% de la biodiversidad a lo largo del último
siglo, según la FAO; además de haber promocionado la desarticulación de
las agriculturas y mercados locales para imponer el sistema
agroalimentario mundial a través de las corporaciones que controlan la
cadena productiva con la mayor concentración de poder en el mundo los agronegocios.

Entendemos que la única forma de superar la crisis climática y
energética que amenaza definitivamente la continuidad de toda la Vida en
el planeta es la superación del capitalismo.

La transición hacia una sociedad post-petrolera y un nuevo sentido del
“desarrollo”, en la construcción de una Vía de superación del
capitalismo, será sobre bases ecológicas; o no podrá ser.

La cuestión energética, así como la producción de alimentos, son los
ejes concretos e indivisibles de resistencia y de construcción de otro
proyecto de sociedad, y de nuevas relaciones de intercambio entre los
pueblos de la humanidad, y de estos con la naturaleza; y así subvertir –
de facto – la lógica colonial y de subordinación.
/
Acordamos que la lógica política de la nueva sociedad global en esta
ruta de transición — y la estrategia de autonomía de los pueblos sobre
sus territorios – deberá orientarse a partir de la premisa central de
garantizar la Soberanía Energética en acuerdo y complementariedad con
la defensa radical de la Soberanía Alimentaria

Por lo tanto, el único debate consecuente sobre agrocombustibles debe
enmarcarse en un nuevo paradigma de des-desarrollo que incluya una
transformación estructural radical de toda la economía y de nuestro
estilo de vida y *el desmantelamiento del macro sistema energético que
sustenta y garantiza el poder global.

Son ejes del des-desarrollo:

Des-urbanizar para restituir la existencia de la población a
escala humana, supliendo las necesidades en el mercado local y con
fuentes de energía locales.

Des-globalizar el comercio y el transporte de mercancías*, sobre
todo agrícolas y alimentarias, para atacar la principal fuente de
consumo de combustibles líquidos: los camiones refrigerados que
transportan toda la cadena de carnes y lácteos, los aviones que
transportan flores y frutas tropicales; los gigantescos navíos
cerealeros movidos a diesel para llevar soja a Europa y a China, etc.;
que generan un flagrante balance energético negativo, y que sostiene el
discurso ilusorio del “crecimiento”.

Des- tecnologizar la producción de alimentos, a partir de tomar
a los sistemas productivos como agroecosistemas donde la biodiversidad y
la nutrición adecuada de los suelos reemplacen a las tecnologías
puntuales y contaminantes de derivadas del petróleo.

Des-petrolizar la economía, la mejor política contra el cambio
climático es la eliminación de los combustibles fósiles, dejando el
petróleo y el gas en el subsuelo. Eso no debe confundirse con soluciones
ficticias como el “descarbonizar la economía” o sea, promocionar el
mercado de carbono, los mecanismos de desarrollo limpio y la
implementación conjunta que perpetúan el modelo petrolero destructivo,
bajo la lógica del mercado.

Des-centralizar la generación y distribución de energía a
través de tecnologías que no recreen la dependencia, y que garanticen el
abastecimiento de acuerdo a las necesidades de la población local, lo
que se diferencia de promover la privatización de la energía, aun de
fuentes “alternativas” bajo el argumento de “proveer acceso de energía
para los pobres”. En otras palabras: recuperar y defender el principio
de la energía como un servicio y no un negocio y una mercancía ofrecida
en el mercado. En esta línea de argumentación debe construirse la
Soberanía Energética.

Se trata de abrir esta agenda de debate en el seno de los sectores de
“izquierda” en nuestras distintas regiones del globo, replanteando en
estos términos radicales el entendido de una propuesta de
enfrentamiento y superación del capitalismo en acuerdo con las
contradicciones de la acumulación, en este momento histórico.

Por el rol estratégico de la región Latinoamericana en la promoción y
instalación del modelo global de Agroenergía, y en vista a la
Conferencia Internacional de Biocombustibles, auspiciada por la ONU, a
ser realizada en Brasil en julio de 2008, reafirmamos nuestra tarea de
cuestionar entre los gobiernos promotores del “Socialismo del Siglo XXI”
cual será el modelo energético que sustentará esta propuesta, sin
aceptar cooptaciones nacionales al modelo propuesto por el capital.

Para que esta visión sea el fundamento de un programa político de la era
post-petrolera, los abajo firmantes nos comprometemos a replantear
nuestros posicionamientos – sin concesiones – como lo impone la
radicalidad de la crisis ecológica y energética actual.

The Geopolitics of Agrofuels

Position Paper of the Global South on Food Sovereignty, Energy
Sovereignty and the transition towards a post-oil society.

A first meeting of groups from the South was held in Ecuador-0 latitude
27th June-1st July 2007, to discuss agrofuels and the challenge of
“development” in a post petroleum society. This position statement
embodies the essence of our discussions, to open the debate from the
Global South:

Appropriately labelled by the social movements as *AGROFUELS, the so
called “biofuels” and the generation of energy through biomass as a
whole*, as promoted by governments, corporations, development agencies,
the United Nations, financial international institutions and other
agents interested in industrial production and international trade —
does NOT change, but PERPETUATE the model of production and consumption
of the modern, urban and industrial social, political and economic order.

The ecological and energy crises that impact on the entire planet,
particularly the urgency to stop global warming, urges the world to take
a giant step towards transition to a post- petroleum society and
economy, requiring deep analysis and structural social, political and
economic changes.

Admitting that it is necessary to embrace alternative renewable
energies, it is indispensable to analyze the global strategy that drives
the feverish promotion of agro energy and its structural imperatives.

Hydrocarbons are the main driving force of the globalized economy, where
the extraction and control of fossil fuels has an intrinsic relationship
with the networks of power that control the world through control over
energy. In addition, it is an undeniable fact that in the current oil
civilization the main disasters, climatic catastrophes, wars, famines,
forced displacement and enslavement of people are inextricably linked to
the military control over territory and fossil energy.

*The energy / industrial matrix based on fossil fuels*, which sustains
the current urban-industrial civilization and the development status, is
in crisis. These energy sources are becoming exhausted, so capitalism is
desperately searching for new methods of energy generation, including
agrofuels. >From our perspective as agro – exporting countries of the
South, forced into this position by the logic of external debt and our
colonial history, agrofuels embody the further entrenchment of the
agribusiness model and industrial agriculture, understood as the sum of
monocultures, genetic engineering, agro-toxics,environmental destruction
and impoverishment of our societies especially those in our rural areas.

*In addition, Agrofuels means setting up a new global geopolitical grand

1. *Precedents and axes of resistance: Food Sovereignty*

The industrial agriculture model that begun with the Green Revolution is
petro-dependent in energy and inputs. *In addition, at the historical
root of the current industrial monocultures are plantations, a colonial
invention, which still today, reproduces and multiplies its rationality
and productive logic. *The end of the fossil fuel era thus also sounds
the death knoll for industrial agriculture and its antecedents.

The control over the global agro-food system constitutes one of the main
components of globalization. The effects of neoliberal policies in the
countryside, the expansion of agro biotechnology, the proliferation of
free trade agreements, including the struggle against an Agriculture
Agreement at the WTO, were the catalyzing force for the coalescence of
an international peasant movement (La Via Campesina). The privatization
of natural resources and ecosystems in indigenous territories
strengthened the resistance of the Indigenous peoples.

The political proposal of these movements is the ‘Defence of Food
Sovereignty’, expressed in the right of the Peoples’ to control and
decide on their food production, distribution and consumption policies,
and whether or not to trade their agricultural surplus *once the needs
of the population had been secured. This should be done in accordance
with their cultural and environmental practises. This is a radical
proposal that demands the transformation of the economies of agro
exporting in the South and the consumption patterns of the North.

Since agriculture is inseparable from the protection of natural
resources such as water and land, decisions over the use and management
of such resources cannot be made by individual producers based on the
private ownership of land. Thus, the political principle of Food
Sovereignty espouses that the self determination of peoples to
guaranteed by the respect of their right to collective decision making
in respect of food production and agricultural, pastoral, fishery or
gathering activities, emphasizing this to be a fundamental principle.
/
Taking in account the richness of the shared political debate developed
by social movements, we firmly locate the agrofuels subject — which
has already been defined as a the further entrenchment of agribusiness

— within the context advocated by Food Sovereignty.

The industrialization of agriculture by its very nature, results in
displacing the peasantry from the countryside as it embodies an
agricultural system without farmers. This model has far-reaching
implications for the whole of society. It implies dispossession of
communities of their land and the plunder of their territories,
concentration and privatization of land and water sources, erosion of
biodiversity, destruction of natural ecosystems, and the violence and
militarization required to force control over natural resources.

This process of marginalization of communities that begins in the
countryside is the cause of accelerated urbanization that resulted in
the crisis of energy supply, housing, health and other basic services,
jobs and access to food in the cities. Urban poverty breeds violence,
conflicts and the societal malaise that typifies the cities across the
South.

It is a global, hegemonic and dialectic process that breeds the
current indisputable ecological and energy crisis. This crisis cannot
be ‘solved’ through technological answers* such as transgenic seeds
being offered as a solution to “hunger” while the real intention is the
control of agricultural production, the imposition of intellectual
property rights, and the commodification of life and Nature.

Agrofuels, promoted to solve an energy crisis, is a false solution to
climate change, which demands the perpetuation of the structural
problems generated by urban conglomerates, supplied by goods transported
from different places around the planet, and that oblige people and
goods to move increasingly over longer distances feeding off a never
ending demand of energy.

Nor can solutions come from market instruments such as carbon trading,
the sale of environmental services, certification schemes, “sustainable”
round tables, the introduction of “carbon plantations” prescribed by the
Clean Development Mechanisms of the Kyoto Protocol, and other such
schemes promoted by *market environmentalism*, which we vehemently oppose.

These false solutions framed in the ideology of “development”,
mushroomed after the Second World War as a way to extend colonialism.
Policies institutions and structures were created with reference to this
ideology, which in the name of development, prolonged and diversified
the nature of ransacking of the South. At the end of the 20th century,
development got dressed up in ‘Green’ and the term “sustainable
development” was created to “sustain” the dominance of the colonial model.

The points set out above represent an attempt to encapsulate the
richness of the debate at our meeting and express the complexity of the
reflections and contributions. We consider these as being
non-negotiable. If you share our vision, we invite you to continue this
reading.

1. The geopolitics of agrofuels*

The submission of the local agricultural systems to the industrial
model and to an exogenous energy demand is a political matter, implying
power relations over ecosystems and peoples. This power manifests itself
on two well-defined levels:

First: The current global dependency on fossil fuels is satisfied
through the geopolitics of war*_.
_
To guarantee the control over hydrocarbon resources, and now over
agrofuels, the industrialized countries and their transnational
corporations, have developed both economic and financial mechanisms and
political and military ones. In this respect, international commercial
agreements have been designed to allow free access to the resources
through market laws.

These trade agreements, bilateral or multilateral, come hand in hand
with the expansion of infrastructure projects (ducts to transport gas,
oil, minerals and currently agrofuels as ethanol or biodiesel; roads,
hydroways, ports, processing infrastructure, storage and expenditure of
fuels, electrical installations and so forth. The international
financial institutions, through diverse strategies and mechanisms, trick
and condemn countries into a spiral of dependence and death, for example
through debt.

When a government or the people attempt to break from this dependence,
they risk swift and brutal economic, political or military reprisals.
The geopolitics of oil is designed not only to guarantee access to
hydrocarbons, but also to control its distribution. This explains many
of the armed conflicts in the Middle East, Afghanistan the Caucasus and
Central Asia where the control over hydro-carbon transport routes are
heavily contested by American, European, Russian and Asian companies and
countries that back them.

Just as a new geopolitics was forged to secure access to fossil fuels,
in the same way a new correlation of forces is created around the
agrofuels industry worldwide. The clearest example is the Lula-Bush
alliance (Brazil and The United States) for the creation of a global
market of agroenergy commodities, which is already translated in a
rearrangement of the global balance of power. This is why the recent
announcement by Brazil to restart its nuclear program and the cycle of
uranium enrichment, did not elicit the outcry and condemnation that
countries such as Iran and North Korea have met for using the same
technologies. Brazil is today, part of the circle of friends of the US
and for the time being, beyond political reproach.

Nevertheless, we state categorically and without any ambiguity that
nuclear power is unacceptable –this position is non-negotiable-no
matter the pretext that nuclear energy may be promoted. *Humanity and
the environment have already experienced enough destruction and
suffering from its consequences.

Second: The geopolitics of agrofuels compels a global territorial
rearrangement.

In the first instance, this reorganization entails the colonization of
territories used for food crops, to produce energy commodities, and with
it will come the obvious price competition with food (the Mexican maize
case in early 2007 is a clear example), setting off a chain reaction on
the whole economy.

On a wider level and related to the use of so-called ‘second generation’
agrofuels from non-food species (such as eucalyptus, /switch grass/,
/Miscanthus/, among others), this rearrangement will result in the
occupation of land on an exponentially increasing scale. Thus, to
“replace” fossil fuels with agrofuels, will impact more seriously on
rural populations, generating strong rural to urban migratory flows.

This pressure on land will be deepened as a result of the mantra that
agrofuels will be grown on so called “marginal lands” or “arid land”.
These lands are amongst those that has been left out of the agro-
industrial scheme and feed most of the poor and peasant populations and
indigenous peoples of Africa, Asia and Latin America, who live in non-
commercial cultures. It’s on these “marginal lands” that millions of
hectares of Jatropha are intended to be introduced, plantation style in
arid regions of India, the Sahel and West Africa.

To summarise, the reproduction of capitalism in a society in-transition
to a post- petroleum era depends on the incorporation and control, even
by military means, of gigantic areas of territory. So, the axes of
resistance are to ensure the integrity of sovereignty over land,
guaranteeing access to local food and energy: _strengthening energy and
food sovereignty and redefining political sovereignty.

1. *The large agrofuel routes*

Currently, we have identified three gargantuan critical ‘routes’ to
facilitate the uptake of agrofuels in the South:

a. The ethanol alliance. *Brazil, the United States, and the Central
America corridor.

The strategic and media alliance between Lula and Bush: As heads of the
two world leading countries in ethanol production (sugar cane and
maize), have a clear and common objective: to define a new geopolitics
for Latin America (oil vs. agrofuels) through the creation of an
international market for agro energy commodities, culminating in the
“International Conference on Biofuels”, supported by UN, set to take
place in Brazil in July 2008.

In this context Brazil has as a “country project” — meaning, “political
project” — to emerge as the principal supplier of agrofuels and ethanol
technology. In this way, President Lula presents himself as a new global
leader, and Brazil as the Southern power. To this extent, Brazil has
also established strategic ethanol alliances with India, China and South
Africa, etc. (through these countries’ membership to the International
Biofuels Forum), in part to bolster support of the ethanol plan and to
help Brazil have access to the UN Security Council. On the economic
front, Brazil’s interest is to access the USA and European market
through tariff advantages held by the Central American and Caribbean
countries. In this way, it intends to expand the production of sugar
cane and African palm, and processing plants in those countries.

Brazil’s National Agroenergy Plan considers the potential expansion of
energy crops by an astonishing 200 million hectares, including the
“recovery of degraded areas, conversion of pastures and ‘reforestation’
of the Amazonia with palm”. To set this plan in motion, an extensive new
network of alcohol-ducts, storing facilities, ports, routes and
hydroways has to be built. This will increase the use of steel coming
from the mines of Gran Carajás, the destruction of natural ecosystems
and social web on this region of the Amazonia, together with the
dramatic increase of cement and concrete production, one of the most
energy consuming industries.

b. From the world’s barn to global refinery. *Transgenic soya in
Argentina and the South Cone.

The transformation of the landscape of Argentina’s countryside into 17
million hectares of transgenic Soya monocultures only took 10 years. The
production of cereals, meat and other food were replaced in one foul
swoop for just one commodity grown for the purposes of exportation,
concentrated in the hands of the most powerful international
transnational companies. As the world’s largest exporter of vegetable
oil, Argentina looks forward to becoming the main supplier for Europe’s
demand for biodiesel. Anticipating a windfall, Argentina, has already
asked for preferential tariffs from the EU.

Agribusiness is counting on the exportation of agrofuels and has put in
gear a chain of biodiesel production, in association with Argentine big
capital such as Vicentín, AGD-Bunge S.A y SACEIF – Louis Dreyfus. This
group also includes the big players from the petroleum sector such as
Repsol-YPF y the national ENARSA who are participating in agrofuels
projects worth 25 to 30 million dollars.

In order to respond to the grain and non- fuel oil demand, and now the
Soya biodiesel demand, 4 to 7 million hectares of forests will have to
be cut down and destroyed. In addition, 3 to 4 million tons of Soya,
will have to be imported from Bolivia, Brazil and especially Paraguay.

To this end, the construction of the hydroway between Paraná-Paraguay
has been accelerated in order to drain away the commodities produced in
the interior lands to the Rosario port (and refining zone), as captured
in the project ‘Initiative for the Integration of the South American
Infrastructure’ (IIRSA). IIRSA envisions the construction of routes,
hydroways, and hydroelectric dams with significant investments from the
private sector for the agro and resource extraction industries.

This is the vertebral column that secures the political and territorial
project of agribusiness in the South cone for the expansion of
production and movement of commodities for export to the North,
consolidated by agrofuels.

c. The sad history of palm oil. Palm plantations in natural ecosystems
and indigenous territories

At the moment, 88 % of the world trade of oil of palm comes from
Malaysia and Indonesia. In the last 20 years the production doubled in
Malaysia and trebled in Indonesia, resulting in the disappearance of
their tropical forests.

In Malaysia, despite the official defence by its oil palm industry and
government that no tropical rainforests have been cleared to plant oil
palm in the last 10 years, as early as December 2004, the State
Government of Sarawak in Malaysian Borneo was already revealing that
some 2.4 million hectares had been licensed out for plantations for both
oil palm and pulp and paper. This figure may have climbed to over 3
million by 2007, totalling around a quarter of total land area of
Sarawak. The plantation industry in Sarawak often belongs to the
transnational timber companies, which after having deforested their
concessions for wood extraction will now transform the zone into palm
monoculture.

Though indigenous communities, as part of their traditional territories,
claim these forests, neither the legislation nor the government has
recognized completely their customary rights, in spite of e continuous
protests by indigenous communities. Because of this, it will be very
difficult to stop the aggressive expansion of the energy plantations in
the territories of indigenous communities, many of which depend on the
resources of the forest for their subsistence.

The oil of palm is outlined as the primary source for the production of
biodiesel at the cost of natural ecosystems and indigenous territories
also in several other tropical countries in Asia, Africa and Latin
America, with Colombia being the most disturbing case, as plantationsof palm are captured by paramilitarism and displacing entire
populations. The expansion of palm plantations in Malaysia and Indonesia
and other tropical countries around the world, respond to the increasing
demand for palm oil, especially for the European market where new target
for agrofuels has being imposed.

d. Africa and agrofuels: in the wake of more destruction?

There are a colossal number of players involved in the promotion of
agrofuels in Africa. From these, Brazil the oil companies and carbon
traders stand out as being the most strategic-and the most rapacious.

Brazil has swooped on the African continent as an important pawn towards
its global ambitions to create a global market for ethanol. Brazil is
successfully garnering support through bilateral and trilateral
cooperation agreements with a number of African countries such as
Senegal and Benin. Brazil has targeted the African Union, flanked by
several UN agencies, to ensure regional buy in for the roll out of
harmonised legal and economic instruments to sustain a viable biofuels
market. Through the International Biofuels Forum, Brazil with its
partners, China, India, South Africa, the US and the European Commission
will aggressively promote an international market for biofuels and will
force down the throats of the rest of the world, international standards
to ensure that ethanol is turned into an internationally tradable
commodity.

Several oil companies such as BP, D1 Oils and Petrobras are involved in
biofuels projects in Africa, aimed indiscriminately at oil producing and
non-oil producing countries alike-from tiny Swaziland to oil rich
Nigeria. These predatory oil companies will support any venture-at any
social and environmental cost-as long as it contributes to its global
strategy to delay the oil peak. Interest is also being shown in
countries like Ghana, to link large-scale plantations of /Jatropha/ with
the carbon-trading regime of the Kyoto Protocol.

The political stage is thus being set in Africa, for the roll out
eventually, of grand schemes of large agro fuel production. Mozambique
is set to take the lead in Southern Africa. Through its Mozambique
Petroleum Company, it hopes to invest $55 million in a sugarcane and
/Jatropha/ agro fuels project for the purposes of supplying the regional
and international markets with ethanol and biodiesel.

Declaration on behalf of De-developmentism
The path we propose from the South

Agrofuels and the generation of energy through biomass as a whole*, that
has been promoted by governments, corporations, development agencies,
the United Nations, the financial international institutions and other
agents interested in their production and their international trade —
*does not change, but perpetuate the model of production and consumption
of the modern, urban and industrial civilization *that has led to
inequality in the world, wars, poverty, and environmental destruction.

*
The ending of the petroleum civilization and the reproduction of capitalism.

The *reproduction* of the current western pillaging civilization, whose
doctrine is globalized neoliberalism, has fossil hydrocarbons as its
material base.

All the driving forces behind the production, trafficking and global
marketing of commodities depend on hydrocarbons: the oil industry, the
agro food industry, the pharmaceutical companies, of textile fibres, the
industries involved in the production of detergents, cosmetics, and
explosives, celluloid, plastic in general, construction materials,
packaging, domestic appliances, etc. In the same way, the global
transport of peoples and goods , the mobility and speed in which workers
and products move around, and are exchanged about the globe also depend
on fossil fuels. Now, because automobiles, urban areas are being
designed, with construction and expansion of the megalopolis and the
occupation or urban space and territories.

In the current paradigm of “growth” oriented towards the integration of
the market and global trade, agrofuels are upheld as gradual substitutes
for oil to support environmentally unsustainable patterns of production
and consumption in the North. The way of life promoted by the North and
the elites of the South, best expressed in the so-called “American way
of life ” must be transformed. The United States together with
Occidental Europe, to whom today China and the minority elites of the
South are added, are the main consumers of energy. China, the great
factory of the world, reproduces the model of production and consumption
/created by the North/ so that it supplies the global market with
everything while the North and South consumes. We understand that the
model of growth of China is not a model for or of, the South.*

The demand for energy and commodities to supply and maintain the life
style of the societies in the North*, translated daily in food,
wardrobe, heating, housing and transport, pigeonholes the universal
ideal way of life, wellbeing and “progress” aggressively promoted
through globalization as a universal standard for humanity.

The materiality of everything that is part of the daily life of the
“developed” countries depends entirely on an energy and ecological
irrational demand, historically built through the constant plunder of
the nature and knowledge of the peoples of the South.

For the South this “petroleum” model perpetuates the unequal exchange,
technological dependence, indebtedness, impoverishment of peoples and
dispossession of their territory and their sacred spaces. We have
experienced, from the South, that this way of life that a minority of
the planet enjoys, is maintained by the continued exploitation of nature
and human labour in order to feed the flow of commodities and services
that have historically caused the climatic changes, global warming and
the colonial domination of the North over the South.

*Synthesis:

*The underlying logic of agrofuels as gradual substitutes
for oil is to support the global circulation of commodities and the
environmentally unsustainable demand of energy and resources. This is
done to supply and promote as universally ideal, the lifestyle of the
North steeped in the historical logic of colonial exploitation of
ecosystems and peoples of the South.

*Our answer to the deceit of the so called positive energy balance of
agrofuels* is to point to the undeniable history of ecological and
social devastation wrought bythe fossil fuel- dependent Green Revolution
and concomitantly, industrial agriculture. This has caused the loss of
75 % of biodiversity throughout the last century, according to Food and
Agriculture Organisation (FAO), besides having promoted the destruction
of local agriculture and markets through the imposition of a global
agro- food regime controlled by agribusiness. Indeed, the corporations
that control the industrial chain boasts the highest concentration of
power in the world*.
* We understand that the only way of overcoming the climatic and energy
crises that threatens the continuity of the Life of the planet is the

*overcoming capitalism.

A transition is needed towards a post-petroleum society and a new sense
of “development” built within a framework that is designed to overcome
capitalism on ecological bases.

Energy issues and food production are the concrete and indivisible axes
of resistance for the construction of another societal project and the
building of new relations between peoples, co-existing as one with
nature, – in order to subvert the colonial logic and subordination
inherent in capitalism.

We agree that the political logic of the new global society in this path
of transition – and the strategy of autonomy of the peoples over their
territories – will have to be oriented by the central premise of
guaranteeing Energy Sovereignty in harmony and complementing the
radical defence of Food Sovereignty.

Therefore, the only consistent debate on agrofuels must be framed in a
*new paradigm of de-development* that includes a radical structural
transformation of the whole global economy and of our way of life and
dismantling *of the macro energy system *that sustains and
guarantees the current global power relations.

These are axes of de-development:

De-urbanize, to restitute populations in a human scale,
supplying their needs in the local market with local energy and
food sources.

De-globalize trade and transport of goods, particularly
agricultural resources and food, to attack the main demand on
liquid fuels: the refrigerated trucks that transport the meat and
milk chain, the planes that transport flowers and tropical fruit,
the gigantic cereal ships powered on diesel to take Soya to China
and the EU, etc.; that generate a flagrant negative energy
balance, and that sustains the illusory notion of “growth”

De-technologize food production, replacing current agribusiness,
Green Revolution and Genetically Engineered food production
systems with those modelled on an agroecological model inherent
in the food sovereignty proposal based on biodiversity and soil
nutrition, and indigenous knowledge.

De-petrolize economy; the best policy against global warming is
the elimination of fossil fuels, leaving oil, gas and coalunderground-where they belong. This must not be confused with
fictional solutions as a “decarbonized economy”, meaning to
promote the carbon market, clean development mechanisms and the
Joint Implementation that perpetuate the destructive petroleum
model in the context of the logic of a free market.

De-centralize the generation and distribution of energy through
technologies that will not reproduce dependency and will
guarantee supply to local populations of their needs, that is
distinct from privatisation of energy window dressed as
“providing energy access to the poor”. In other words, recuperate
and defend the principle of energy as a service and not a business
and commodity offered for sale in the marketplace. It is within

This context that Energy Sovereignty must be guaranteed.

We are attempting to open this debate in the heart of the “left wing”
sectors in our different regions of the globe, restating in these
radical terms this offer to overcome capitalism at this historical moment.

Because of the strategic role of the Latin-American region in the
promotion and installation of the global model of Agro energy, and
bearing in mind the Biofuel’s International Conference, supported by the
UN set to take place in Brazil in July 2008, we reaffirm our task of
promoting the “Socialism of the 21st century”

In order for this vision to be a part of a political program of the post
petroleum era, we, the undersigned commit ourselves to reframe our
positions — without any concessions to capital — as imposed by the
current energy and ecological crisis.

SUMATE a las propuestas sobre Moratoria de las organizaciones ambientalistas y de derechos humanos de la Unión Europea, a las iniciativas de protección ambiental, afirmación territorial que se desarrollan en México, Argentina, Paraguay, Brasil, Chile, Colombia, Estados Unidos y Canadá

SUMATE a la discusión y a las iniciativas que sobre los agrocombustibles y agronegocios están planteando las organizaciones de derechos humanos y ambientalistas en los Estados Unidos y Canadá

SUMATE a la propuesta de incentivar en el espacio del Foro Social Nacional y Mundial y Enlazando Alternativas la discusión y las propuestas frente a los agrocombustibles o necrocombustibles.

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Su + (SUMAS)= 68
SUMATE Red de Alternativas
A la impunidad y a la globalización del mercado