Luis Eduardo Yaya Cristancho

“…El jueves 23 de febrero de 1989, 8:00 de la mañana. Suena el teléfono de la oficina. Interrumpo la denuncia que estaba atendiendo. Me levanto de la silla, descuelgo y escucho la voz de mi cuñado… en ese momento tuve la certeza que lo habían asesinado… habían apagado la luz que significaba para muchas personas su vida… terminaba, contradictoriamente, toda una vida de escapársele a la muerte, de luchar por un sueño, por una ideología… empezaba, nuestro antes y el después…”.

¿Quién era LUIS EDUARDO YAYA CRISTANCHO?.

Nacido el 26 de marzo de 1939, fue un hombre de ancestros campesinos. Leal, honesto, firme y convencido de sus ideales. Nacido del seno del Partido Comunista de Colombia el cual lo formó como líder político y social; fiel a la política de izquierda democrática participó siempre en su crecimiento; fue militante de la Unión Nacional de Oposición – UNO- y dirigente de la Unión Patriótica –UP-, logrando en varias oportunidades una curul en el Concejo del Meta, lo que lo llevó a ser considerado para la candidatura a la Asamblea Departamental. Fundador y Directivo en el Meta de los primeros Comités de Derechos Humanos.

En su permanente trabajo con la clase obrera, participó en la conformación de la Confederación Sindical de Trabajadores de Colombia –CSTC-. A lo largo de su vida sindical se unió a la causa de los campesinos, los trabajadores y operarios de las fábricas; empleados y trabajadores oficiales del Estado a quienes apoyó y asistió en las justas colectivas ante sus patronos.

Fundador de sindicatos agrarios y de la Federación Sindical de Trabajadores del Meta – FESTRAM– de la cual fue presidente; en el momento de su muerte hacia parte de la Directiva Nacional de la Central Unitaria de Trabajadores – CUT-.

Luis Yaya inició su vida política y sindical a comienzos de 1957 cuando se desempeñaba como jornalero en la Compañía que en ese entonces, extendía las redes de la luz eléctrica en los municipios de la Sabana Norte de Bogotá. Su deseo de participar más de cerca en la actividad política y sindical, además de formarse académicamente para esta causa, hizo que se trasladara con su recién conformada familia, de Cajicá municipio en donde residía desde hacía muchos años, a Bogotá; en donde se emplea como ayudante de mecánica en los Talleres Distritales de donde fue despedido por ser uno de los gestores y promotores del sindicato de Trabajadores Oficiales del Distrito.

A partir de entonces y durante 32 años, trabajó con tesón en lo que para él se convirtió en el centro y razón de su vida hasta sus 49 años: la lucha sindical y la dirigencia política de izquierda… “la reivindicación y reconocimiento de los derechos para los menos favorecidos”. Inició su lucha en la clandestinidad siendo permanentemente perseguido, asediado, privado de la libertad porque jamás cejó en su empeño de alcanzar un modelo de sociedad justa y equitativa.

Trabajó en Cauchosol, San Marcos, Panam, Lafayette; de cada una de estas empresas fue también despedido porque no dejaba de participar y discutir con sus compañeros, las lecturas diarias producto de su formación autodidacta o académica que lo llevaban al conocimiento y convencimiento de la lucha social y a seguir promoviendo el derecho de asociación de los trabajadores.

Reconocido ya como líder, se dedicó por completo tanto al ejecutivo político como al sindical.

Su constante ir y venir dentro y fuera del país donde la lucha revolucionaria hizo que compartiera de cerca con camaradas y compañeras de ideología, contribuyó a que su vida afectiva y sentimental fuera irregular; pero sin dejar nunca de transmitir a sus hijos un enorme respeto por las causas sociales, lo que lo hizo merecedor a que sus familias lo recuerden con consideración, admiración y un inmenso amor, extrañándolo por el tiempo que nos hizo falta compartir.

Sus 11 hijos, hemos permanecido unidos alrededor de nuestras madres, extrañando al esposo, camarada, compañero y padre; recordándolo para que lo conozcan sus 22 nietos y 3 bisnietos, porque el reconocimiento y homenaje a la memoria de nuestros muertos se inicia en nuestras familias, con sentimiento de solidaridad, fraternidad y respeto.

La recuperación de la memoria de nuestros muertos, debe reivindicar todos los valores que hicieron parte de sus vidas; manteniendo vivo su recuerdo, los sueños y proyectos que juntos tejimos; luchando por la justicia que no ha permitido que se conozca la verdad para elaborar por fin el duelo que no nos ha permitido cerrar las heridas.

“Porque a nadie le duele tanto la guerra, /aprecia y desconoce tanto el significado de la Paz como nosotros… /todos aquellos quienes hemos visto de frente la muerte, /la sangre, la tristeza y la soledad, /la vida escaparse de entre nuestras manos, truncarse toda una vida de sueños / y partirse en dos la realidad, / …el antes de su muerte y la existencia del hoy a la que nos enfrentamos…”

El crimen fue cometido en la mañana del 23 de febrero de 1989 hacia las 7:00 a.m., cuando salía de su casa, ubicada en el barrio Madrigal, fue abordado por Jairo Rodríguez Niño (alias “La muerte”), Willian Góngora Sierra, Jorge Monzaide Vergara Patino (alias “Panas” o “Billete Largo”), Camilo Zamora Guzmán (alias “Travolta”), Daniel Rodríguez Garzón, Jairo Rodríguez Garzón (alias “El Pato”) y Florencio Rodríguez (alias “Barrabás”, exsuboficial del B-2 del ejército), paramilitares de la estructura de Víctor Carranza quienes le propinaron 10 disparos de arma de fuego. Según la declaración de Camilo Zamora, los victimarios salieron de la finca La Reforma, en Puerto López, y después de asesinarlo regresaron allí, a dejar el vehículo.

Según relato de Josué Giraldo Cardona Dirigente de la UP del Meta: “Luís Eduardo salía de la casa manejando su carro. Estaba echando reversa cuando llegó el primer sicario y le rompió el vidrio delantero. Luís Eduardo sacó su pistola, pero no tenía ninguna experiencia en el manejo de armas. El sicario se la quitó y con su misma pistola lo acribilló. Otros sicarios también se acercaron y le descargaron las armas; según Camilo Zamora, el crimen estaba previsto para ser cometido antes: “El año pasado [1988] … yo tenía conocimiento que lo iban a matar más o menos en noviembre o diciembre (sic), pero el mayor Forero, en ese entonces comandante del F-2 en Villavicencio no dejó porque los sindicatos y todo eso (sic) se le iban encima de él…”

“… En los días previos Luís Eduardo Yaya había sido víctima de tres intentos de asesinato: “Un mes antes de su muerte Luís Eduardo salía del sindicato y se encontró con un sicario de frente. Los dos desenfundaron las armas, se apuntaron y por miedo a matarse el uno al otro, ambos salieron corriendo. Quince días antes, llegó a mi oficina muy pálido, a punto de desmayarse; me paré para tranquilizarlo; dos sicarios lo habían ido a buscar a la Federación y unos minutos antes lo había llamado un periodista muy amigo para advertirle que para su oficina iban unos hombres armados. Él alcanzó a salir antes de que los sicarios entraran y previamente llamó a la Policía. Lo que la gente testimonió es que la Policía llegó y recogió a los paramilitares para decirles que tenían que aplazar el atentado porque habían sido descubiertos. (…) Una semana atrás le habían retirado el escolta del DAS. Almorzamos juntos ese día, en compañía de Ricardo Rodríguez (…) Saliendo del restaurante, los hombres que iban a matarlo estaban rondándolo. En el momento, un Senador del partido Liberal por el Meta, Alfonso Latorre, pasaba con sus escoltas y saludó a Luis Eduardo al que conocía hacía varios años. (…) Luego supimos que no le dispararon por no matar al Senador”.

Yaya Cristancho fue uno de los líderes del departamento del Meta, de muy larga trayectoria en pro de las luchas populares: “Era un forjador de sindicatos desde los años sesenta; conjuntamente con Plinio Muríllo impulsaron el sindicalismo agrario. También era fundador de la Central Unitaria de Trabajadores -CUT y miembro también de su dirección. Cuando se desató el genocidio contra la Unión Patriótica, Luís Eduardo creó los primeros comités de derechos humanos en el Meta”.

Por ello fue masiva la participación en su sepelio e incluso sus copartidarios buscaron transmitir el acto por emisoras radiales. Sin embargo, el Gobernador intentó impedir el acceso a los medios de comunicación aduciendo “órdenes superiores”, en tanto que la ceremonia, realizada en la plaza central de la ciudad, fue saboteada por militares al mando del Teniente de la VII Brigada, Miller Tarcisio Koy Nuñez‘, quienes en momentos en que Manuel Cepeda, orador central, hablaba, incursionaron en el lugar, haciendo gestos que daban a entender que dispararían, por lo que los asistentes huyeron aterrorizados.

A causa de las amenazas de muerte, cinco de sus hijos mayores, ni la madre de estos, pudieron asistir a sus honras fúnebres, viéndose obligados a abandonar durante la velación la capital del Llano.

Después de ser capturados el 4 de abril de 1989 los asesinos de Luís Eduardo Yaya Cistancho, el proceso penal fue abierto por el Juzgado Tercero de Orden Público de Villavicencio, con el radicado No. 020. El 19 de junio de 1989 fue acumulado al proceso identificado con el radicado No. 019, adelantado en el Juzgado Cuarto de Orden Público, en el cual el principal implicado era el jefe paramilitar, Víctor Manuel Carranza Niño.

Este fue uno de los pocos casos en que se constituyó parte civil en el proceso penal, en cabeza del abogado y vicepresidente de la Unión Patriótica, Ricardo Rodríguez Henao, quien justamente a los pocos meses fue víctima de un atentado, cuatro días después de haber sido acumulado al proceso 019.

Finalmente, y a pesar que mediante fotografías fueron identificados por testigos presénciales, dos de los autores materiales del crimen, John Rodríguez Niño y William Góngora Sierra, la totalidad de los implicados en el proceso 019 fueron absueltos por la juez Marcela Fernández Castañeda”.

HASTA EL DIA DE HOY SU MUERTE SIGUE IMPUNE .

“Con profunda fe en la fecundidad de las memorias prohibidas de quienes fueron físicamente destruidos por anunciar un mundo alternativo y más justo, entregamos esta memoria a nuestros familiares, amigos, compañeros y conocidos que aún conservan alguna capacidad de asombro y compromiso”.

CON CARIÑO
FAMILIA YAYA CUERVO
FAMILIA YAYA POVEDA
FAMILIA YAYA MOSQUERA

“… Porque tu voz no la callaron las balas asesinas y hoy sigue haciendo eco en nuestras vidas…”.

Luis Eduardo Yaya Cristancho en la memoria. 

Luis Eduardo Yaya Cristancho Sin Olvido.