Los huevos del continuismo

Según la aguda caricatura de Palosa, “El Gallinero”, los huevitos del presidente Uribe corresponden a: “Falsos positivos, AIS, Yidis política, chuzada DAS, desempleo, corrupción”. Múltiples violaciones a la Constitución como la reelección mediante cohecho y una larga lista de acciones y omisiones contrarias a la ley y las instituciones han distinguido este oscuro mandato de “cultura del atajo y del todo vale” que con razón asquea inclusive a antiguos aliados como el ex presidente Gaviria.(El Tiempo 17-6-2010).


Los “falsos positivos”, verdaderos crímenes de Estado, la calumnia y persecución a la justicia y a la oposición, el desplazamiento de millones de colombianos, -el mayor en veinticinco años-, son algunas de las impresionantes máculas que bajo la mampara publicitaria de la “seguridad democrática” se ha pretendido ocultar. Para los sindicalistas, como para la enorme masa de desplazados, la seguridad democrática resultó una ficción; según La Confederación Sindical Internacional, en Colombia ocurrieron 48 de 101, casi la mitad de los asesinatos de sindicalistas, ¡en el mundo! en el 2009. Vergonzoso contraste ofrece la selectiva seguridad gubernamental que encarcela a quien hizo amenazas poco creíbles al hijo del presidente, mientras quienes amenazan a las madres de Soacha, a opositores, a los defensores de derechos humanos y a magistrados de la Corte Suprema gozan de impunidad.

Uribe Vélez deja además una nación con el más elevado desempleo de América Latina, precedido sólo por República Dominicana;(13% frente a 8,3% en América Latina según CEPAL); una economía profundamente empobrecida frente al exterior, el sistema de salud sumido en una crisis sin precedentes, un gran hueco fiscal y una mayor desigualdad en la distribución del ingreso. Según cifras oficiales casi la mitad de la población colombiana, 45,5%, son pobres y 16,6% son indigentes.

!Veintisiete millones de colombianos pobres o indigentes! En semejante entorno de pobreza y miseria, familias inmensamente ricas recibieron subsidios y regalos del Estado bajo el programa AIS y bajo otros incentivos tributarios, incluidos los hijos del presidente, que contribuyeron a la ampliación del desempleo, a la apreciación del peso y a un fenomenal cambio estructural a favor de las rentas del capital en contra del trabajo, de mas de diez puntos del PIB en el sector financiero y de cinco puntos en la economía entre 2002-2007. A ocho billones de pesos ascendieron las gabelas tributarias en sólo 2009. Razones para que el coeficiente de Gini empeorara bajo la administración Uribe de 56,6% en 2002 a 57, 8% en 2009.

Contrariamente al engañoso discurso oficial las dádivas de la “confianza inversionista” si bien propiciaron inversión extranjera, no produjeron empleo ni crecimiento y en cambio fueron profundamente empobrecedoras. El déficit en la posición internacional -diferencia entre activos y pasivos frente al exterior más que se duplicó entre 2002 y 2007 de -27.008 millones a -59.459,8 millones de dólares.

En este período igualmente las transferencias al exterior -total del ingreso neto de capitales menos el saldo de la balanza de renta (pagos netos de utilidades e intereses)- ascendieron a US$ 9.089 millones, (Cepal). Dramático desangre para una economía con ingentes necesidades entre ellas las de millones de desplazados que ocupan el segundo lugar de desplazamiento del mundo. Las privatizaciones y la inversión extranjera, que tantos privilegios derivó bajo Uribe, entre otros la eliminación del impuesto a las remesas de utilidades, mientras la salud se hundía en un hueco sin fondo, han conducido a dicho déficit y a reducciones del ingreso nacional.

A las profundas llagas morales, institucionales y económicas del mandato Uribe se añade la agresión al medio ambiente. Según Salud Hernández, “el ministro de ambiente tiene la misma conciencia ecológica que un pirómano de bosques”, por “su especial inclinación a favorecer empresas que atentan contra la naturaleza” (El Tiempo 18-10-2009). Reconocidos ambientalistas como el exministro Manuel Rodríguez y Andrés Hurtado y el antropólogo Jaime Arocha, entre otros han hecho denuncias similares.

Dice Hurtado que Uribe será calificado en la historia como el “Presidente que destruyó el Chocó” pues “…un plan de gobierno para destruir el Chocó Biogeográfico marcha en tres frentes: 1) Carretera Ánimas-Nuquí. 2) Plantaciones de palma africana. 3) Proyecto de la carretera por el Tapón del Darién”… La carretera destruirá cuatro ecosistemas: la Serranía del Baudó, las cuencas de los ríos Atrato y San Juan y la Costa Pacífica en el área de Tribugá” (El que abarató el pan” www.eltiempo.com).

Las políticas de destrucción del medio ambiente no son un simple accidente bajo el mandato Uribe; ellas están intrincadas en su proyecto económico y político. Los enormes privilegios otorgados a ciertos grupos, como ocurre con palmeros, ingenios y empresas mineras trasnacionales en contra de los derechos de poblaciones indígenas afrodescendientes y campesinos, inauditas cesiones de soberanía mediante la firma de lesivos tratados internacionales con claros intereses políticos, como lavar su imagen ante el mundo por las múltiples violaciones a los derechos humanos, son los resultados de las políticas del mandato ilegítimo, como lo revela la apresurada firma del Tratado de libre comercio con la Unión Europea. Igualmente la reactivación del Tratado con Canadá en su parlamento, según el senador Robledo responde a dichas motivaciones y coincide con los avances en negocios de multinacionales mineras de ese país, con gravísimas consecuencias ambientales previsibles sobre páramos y cuencas hidrográficas. Como si fuera poco, circula en Internet la alarma sobre la subasta que realizará la Agencia Nacional de Hidrocarburos el próximo 22 de junio en Cartagena, por cerca de 48 millones de hectáreas ofrecidas para contratos en hidrocarburos en el área continental y oceánica, la cual contempla ofrecimiento de áreas de prioridades de conservación identificadas por el grupo de investigación Arco desde el 2003.

Juan Manuel Santos se declara orgulloso de este gobierno del cual fue copartícipe y responsable en dos de los hechos más abominables: los falsos positivos por omisión ante denuncias hechas de tiempo atrás, y la insólita entrega de soberanía en bases militares a Estados Unidos. ¡Réquiem por Colombia!