Los guerreristas disfrazados de ovejas

Pensándolo con detenimiento, no fue tan mala la gresca que se armó en el foro de víctimas de Cali, cuya jornada dominical terminó con gritos y recriminaciones y, finalmente, con la expulsión de un hombre-lobo que simulaba ser una inocente oveja porque develó, en toda su dimensión y más allá de los cánticos retóricos de convivencia, el terreno minado en que se mueve el proceso de paz por cuenta del poder real del guerrerismo.


El lobo, a quien al final la policía tuvo que sacar escoltado del recinto para protegerlo de unos asistentes que se indignaron cuando lo reconocieron, había ido allí para reclamar, en su presunta condición de víctima y representante legítimo de las víctimas de las Farc, el derecho de ir a La Habana a sentarse en la mesa de negociaciones. Pero no de cualquier manera.

Se llama Eduardo Romano, nombre familiar en los círculos de la derecha extrema del país. Las fotografías que publicó el portal Las2orillas en su excelente reportaje sobre este personaje caricaturesco exhiben su pinta, más parecida a la de un victimario que a la de los inocentes maltratados, violados o asesinados: cabeza rapada, la esvástica nazi en el antebrazo y la actitud de un tipo dispuesto a liquidar al que se le oponga. No se trata solo de fanfarronada. Romano fue “comandante de la organización neonazi Tercera Fuerza”, asegura el portal. Se refiere a un grupo de locos que venera a Hitler y que cree que existe la pureza racial en Colombia, aunque en una “minoría” que hay que cultivar. Pero el ambiente en que se mueve Romano va más allá de lo imaginario: uno de sus colegas de andanzas fue asesinado en abril pasado, al parecer, en un ajuste de cuentas entre narcotraficantes y esmeralderos. También eran neonazis los que aprovecharon la oscuridad para destruir, hace unos meses, un mural dibujado en una calle bogotana en conmemoración de los muertos de la Unión Patriótica, partido cuyos miembros más destacados fueron asesinados por —mire usted qué casualidad— extremistas de derecha.

Romano no se estancó. Figura en un grupo denominado Restauración Nacional (Como el partido Morena, de los paramilitares del Magdalena Medio). Su logo es “por una Colombia Católica, Derecha, Libre y en Paz” y su símbolo, un escudo con un corazón ardiente y una frase a su alrededor: “¡Detente! El Corazón de Jesús está conmigo. Venga a nosotros tu reino”. Romano, hoy con pelo en la cabeza y varios kilos de más, fue a Cali a dárselas de víctima, pero no estaba improvisando. Llegó después del entrenamiento teatral que tuvo al lado de la representante más agresiva del sector uribista, María Fernanda Cabal, y de sus amigos, los egregios abogados Fernando Vargas Quemba (fundador de Morena junto con el delincuente alias Ernesto Báez) y Jaime Restrepo (el que amenazó a Iván Cepeda increpándolo a “cuadrar esto” y a “escoger el arma”), en otro movimiento que llamaron “Comité de Víctimas de la Guerrilla”, ingeniado para ‘gemeliar’ las agremiaciones de víctimas del paramilitarismo y de agentes del Estado y volverles a quitar a estas sus derechos. A propósito, Tercera Fuerza publicó una gran foto del procurador Ordóñez, al lado de una de Hitler. Vargas Quemba es extremista lefebvrista, como lo reveló hace un año El Espectador, igual que el procurador. El domingo de la gresca, la viceprocuradora general ayudó a encender los ánimos con su discurso y la página web de la entidad que lidera Ordóñez cobró victoria: “Procuraduría logró que en Foro Nacional Sobre Víctimas de Cali se abriera espacio para escuchar solo víctimas de las Farc”. Es la cuadratura del círculo. El proceso de paz está amenazado por los guerreristas. Y no hay que minimizar su fuerza militar y política.

Cecilia Orozco Tascón
http://www.elespectador.com/opinion/los-guerreristas-disfrazados-de-ovejas-columna-508924