Los fantasmas de Guaitarilla I

Revelaciones sobre una masacre de la que probablemente aún no conocemos la verdad.


El 19 de marzo del 2004 sucedió uno de los episodios más insólitos y alarmantes de la guerra colombiana. Siete agentes de la Dirección Antisecuestro y Antiextorsión de la Policía Nacional (Gaula), y cuatro civiles informantes murieron por el fuego de soldados del Batallón de Infantería No. 9 “Batalla de Boyacá”, en el municipio de Guaitarilla, Nariño.

Las versiones de quienes estuvieron allí varían radicalmente.
La primera es la de los soldados que participaron en el operativo “Orca”, del que el entonces mayor del Ejército Ernesto Coral Rosero fue Jefe de Operaciones. Ésta es la versión que la Justicia Penal Militar, la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía y la Procuraduría General de la Nación consideran, hasta el momento, cierta.

Según Coral Rosero, la operación “Orca” se realizó para emboscar a un grupo de delincuentes pertenecientes a la banda de “Los Tiritingos”. El operativo se planeó luego de que un informante les hiciera conocer la fecha y hora exacta en la que se produciría un movimiento por parte de esta banda aliada con autodefensas, que se dedicaba al narcotráfico y a la extorsión.

Los militares colocaron piedras en una curva del camino que debía seguir el grupo de automóviles y camionetas en las que se transportaban los supuestos criminales. Dispusieron ametralladoras y tomaron posiciones. Poco antes de las cinco de la mañana llegaron los vehículos.

Cuando el obstáculo les obligó a detenerse y algunos de ellos habían bajado de los vehículos, los soldados se identificaron desde sus posiciones como miembros del Ejército Nacional y les ordenaron entregarse. Según la versión de los militares, quienes iban en los vehículos comenzaron a disparar contra ellos. Se dio un fuego cruzado, que dio como resultado la muerte de los siete integrantes del Gaula y de cuatro informantes de esta institución. Los soldados salieron ilesos del enfrentamiento.

La Fundación para la Libertad de Expresión (FLIP) publicó en el 2004 un estudio de caso que reveló la campaña de desinformación que realizó el Ejército poco antes de que se hicieran públicas las muertes en Guaitarilla. El comandante de la III Brigada en ese entonces, el general Mario Fernando Correa, dijo en un principio que se trataba de 11 miembros del Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia. Para ese entonces el Ejército ya sabía que se trataba de integrantes del Gaula. Hasta el momento nadie ha justificado el propósito de esta mentira.

Por la tarde la versión del Ejército había cambiado. Hablaron entonces de un error de comunicación y de un choque accidental entre miembros de ambas instituciones de seguridad del Estado.

Luego la historia volvió a cambiar. Finalmente se acusó a los policías del Gaula de ser cómplices de una banda criminal y de estar en camino a recoger un cargamento de 400 kilos de cocaína.

Según el ex agente Wilson Bernal, que ahora está en uso de buen retiro y quien fue el único sobreviviente de la masacre de Guatarilla, los asesinatos fueron a sangre fría. Bernal es el medio hermano de Francisco Javier Romero, un informante retirado en grado de suboficial del Ejército, y viajaba con el grupo de agentes del Gaula al que aspiraba pertenecer. Lo que relata Bernal en un testimonio que fue desestimado por la justicia colombiana es que el equipo iba a rescatar a un secuestrado que se hallaba en la vereda Álex del municipio de Guaitarilla. Con el secuestrado había, en efecto, una caleta de una media tonelada de cocaína.

Cuando vieron las piedras en el camino, Bernal sospechó algo extraño y se ocultó. Mientras tanto, escuchó que el Ejército se identificaba y le ordenaba a la policía que soltaran las armas. Los policías, consternados, soltaron las armas y dijeron que todo estaba bien, que eran de la policía. Ante el tono agresivo de los militares, Bernal se alarmó aún más. Algunos de ellos bajaron del monte, donde estaban escondidos. Golpearon a un policía con un fusil (herida que salió en la autopsia y que se le adjudicó a una caída).

Finalmente, luego de una discusión, los militares sentenciaron: “Nosotros somos la primera fuerza del Estado y ustedes aquí se mueren”. Entonces el Ejército comenzó a disparar y Bernal huyó.

Sin embargo, hay una tercera versión que expondré la próxima semana y que podría cambiar la historia que está escrita en los testimonios de los militares y de los policías.

http://www.elespectador.com/opinion/columna-408273-los-fantasmas-de-guaitarilla-i