Las mujeres del Piedemonte llanero en homenaje a Edith Santos

Acacias es un pueblo del piedemonte llanero, límite natural entre la extensa llanura de la Orinoquia y el levantamiento naciente de la Cordillera Oriental, que a pesar de su juventud geológica, bordea el municipio desde la magnificencia de su paisaje. Biofísicamente es un territorio del pleistoceno, por ende refugio de humedad, condición natural que propicia su alto contenido de biodiversidad en sus sistemas naturales.

Juan Felipe Harman
Proyecto Gramalote

La juventud de la Cordillera Oriental hace del piedemonte su zona más susceptible y frágil, cuna de caños y quebradas que se viene haciendo fuertes entre sus pliegues y fallas para conformar una trenza de agua en el horizonte verde del llano, los ríos cambian de lecho como forasteros, una muestra de vida y autonomía en donde sus huellas, las madres viejas son las estaciones de su historia.

El piedemonte llanero ha sido siempre visto como zona de frontera de la modernidad, primero de la expansión del hato ganadero, luego como zona de implantación palmera y después como territorio productor de petróleo. Su fundación está atravesada por la historia del colono, que huía del Tolima, Cundinamarca y Boyaca de la violencia bipartidista y que en busca de la promesa de la vivir en paz encontró en esas tierras una promesa de trabajo familiar.

Hace más de 25 años se extrae petróleo del territorio, los campos de Chichimene han sido parte del Bloque Cubarral explotado inicialmente por la Chevron y retomado por Ecopetrol desde el 2000.

El crecimiento del precio del crudo pesado hizo de toda la Orinoquia el eje central de la expansión petrolera, no solo en búsqueda de nuevas áreas en la misma zona de cordillera, sino también en la sobre explotación de los campos maduros como el de Chichimene por parte de Ecopetrol, maximizar el esfuerzo de producción de un yacimiento implica aumentar exponencialmente su huella ecológica: más vertimientos industriales y plataformas de producción, mayor densidad de ocupación territorial de la industria, nueva tecnologías para aumentar producción sin importar sus impactos asociados y por ende mayores transformaciones territoriales: un aumento progresivo de la población de trabajadores flotantes en el territorio, desempleo local, y en general un crecimiento permanente en los conflictos sociales asociados en la industria petrolera.

Acacias sufrió esas transformaciones, en especial expresados en tres procesos: los programas sísmicos en la zona montañosa que generan deslizamientos y derrumbes, la contaminación del agua superficial y subterránea en el área histórica de producción debido a los vertimientos industriales y una crisis en los sistemas comunitarios de gestión del empleo petrolero en relación al desempleo local .

En los tres conflictos comenzaron a resaltarse el papel de las mujeres y el desarrollo de su subjetividad como interlocutoras de las comunidades de influencia, ganando espacios de representación pero también convirtiéndose en eje estructurante de los procesos organizativos, en su formación y su la movilización. ¿Qué características ofrece el enclave petrolero para que se den esas dinámicas?

En primer lugar hay que caracterizar la industria petrolera bajo el amparo machista que la caracteriza; podría decirse que por 10 hombres trabajando en un campo petrolero hay 1 o 2 mujeres. Mientras el hombre se encuentra en el campo petrolero, la mujer tiene una lectura amplia de los impactos de la industria esencialmente porque su supervivencia y su cotidianidad no se encuentran en una lógica de subordinación dentro de la estructura de poder de la industria.

Como lo plantea Rochelau (2004) “La reciente oleada de participación de las mujeres en las luchas colectivas a favor de los recursos naturales y las cuestiones ambientales contribuye a la redefinición de sus identidades, el significado del género y la naturaleza de los problemas ambientales.”

Otro elemento es que las mujeres en el municipio tienen otras formas de relacionarse con el territorio y por ende otra noción de territorialidad. A pesar de no poseer derechos legales de propiedad en muchos de los casos (minifundios, parcelas y demás) si existe un sentido de apropiación más ligada al control del territorio, desde la observación en los cambios del contexto biofísico (cambios en el rio o en los distintos ecosistemas) hasta la movilidad social del territorio (quien entra, quien sale y con qué intensiones). Muy ligado esto a lo que Puleo (2002) explica “La interacción con el medio ambiente y la correspondiente sensibilidad o falta de sensibilidad ecologista generada por ésta dependen de la división sexual del trabajo y de la distribución del poder y de la propiedad según las divisiones de clase, género, raza y casta.”

Pero esa división del trabajo, citando el postulado marxista que el ser social condiciona la conciencia social, es la que ha permitido que las lideresas populares del municipio se potencien no solo su conciencia de clase, sino su conciencia ecológica y su conciencia de especie, como caracteriza Leff (2013) cuando se pregunta sobre los postulados esenciales para la elaboración de una ecología política en la praxis social.

Además porque hay una redefinición de la familia como sujeto social y histórico, la familia (trabajador, esposa e hijos) no solamente requieren de una visión economicista en el incremento del salario para aumentar su bienestar social, sino que como unidad de análisis aparecen otras dimensiones en los que interviene la industria petrolera en el marco de los derechos colectivos- la salud, el ambiente, la convivencia- cuya defensa es puesta sobre la mesa por el rol de la mujer en la comunidad.

Y como tercer elemento adicional, hay que establecer que en la estructuración del tejido social comunitario y la definición misma de la acción colectiva el rol de la mujer – un rol construido socialmente y no por esencia o naturaleza- es el de la comunicación popular. Cuando hablamos de comunicación popular no solo nos referimos al manejo de información clasificada dentro de la comunidad ( reuniones de socialización, informes en periódicos y demás) sino también en una relación en la que interpreta y codifica las formas de comunicación como emisor/remitente hacia la comunidad en un contexto como el petrolero en donde domina la necesidad de imponerse sobre el otro, incluso recurriendo a la agresión entre miembros de la comunidad, por lo que el rol de las lideresas ha sido el de solucionar las contradicciones internas del proceso en el marco de una resolución pacífica y participativa de los conflictos.

El rol de Gloria, Gladys, Marta, Clemencia, Mercedes, María, Edith y muchas otras compañeras se han convertido en lideresas sociales que abren un enorme debate sobre las formas del quehacer político, no solo restringiendo su acción colectiva dada su condición de mujeres desde un enfoque de género, sino alimentando desde sus virtudes los procesos organizativos de resistencia al territorio para que hombres, mujeres, niños y niñas se auto reconozcan sobre la base de su experiencia.

Molineux (1994) cita a Mies y Shiva planteando

“ Al desafiar este patriarcado, somos fieles a las generaciones futuras y al planeta mismo. Tenemos una comprensión profunda y particular de todos ellos por medio de nuestras naturalezas como mujeres.”

Pero esa comprensión debe ser un horizonte estratégico de los procesos sociales, más allá de una condición de género, y debe ser ritualizado por los sentidos, lenguajes y valores en la apropiación colectiva de los territorios y en las formas mismas de reafirmar su territorialidad.

Recordare siempre a Edith Santos, dirigiéndose a 300 obreros con su overol y casco, fijando posicionamientos políticos que hacían referencia a la diversidad de las preocupaciones que tenía que tener la comunidad más allá del sueldo petrolero, y que en esa integralidad no podía ser una suma de angustias sino un dialogo continuo en donde la lucha y la esperanza, son parte de la comunión de intereses que debían promover la acción política.

Edith fue asesinada hace seis días, sicarios le dispararon dos veces en su oficina y su muerte deja solos a un esposo y cuatro hijos, y ante todo un enorme dolor en el movimiento social del departamento del Meta, que este trabajo sea una oportunidad para reafirmar su legado.

BIBLIOGRAFIA

Rochelean, Dianne; Thomas Slayter, Barbara; Wangari, Esther. (2004). “Genero y ambiente: una perspectiva de la ecología política feminista”. En: Miraas: hacia la construcción de ciudades sustentables con equidad de género, compilado por Verónica Vásquez García. Universidad Autónoma de México.

Molyneux. Maxine y Deborah L. Steinberg. (1994). “El ecofeminismo de Vandana Shiva y María Mies. ¿Regreso al futuro?, en Ecología Política. Cuadernos de Debate internacional no 8.