La siega de la Palma COSECHANDO DE LA MEMORIA.

La Comisión Etica de la Memoria se desplazó al Curvaradó, luego de compartir una noche de ritual con el Pueblo Kankuamo y de participar en el Encuentro de Vìctimas de Organizaciones Sociales. En medio del desierto verde de la palma en el Bajo Atrato, Chocó, sembrado sobre impunidad e ilegalidad, sobre crimen y corrupción, allá en el Curvaradó en la propiedad de la Familia RENTERIA en Cetino y la propiedad de la familia PETRO empezaron el tiempo de la siega y el tiempo de la siembra.


La Comisión Ética de la Memoria en Crímenes de Lesa Humanidad además de recolectar y documentar la memoria colectiva de comunidades afectadas por la violencia institucional, ha acompañado en terreno la propuesta de afirmación de dignificación de las comunidades, en este caso respecto, a las tierras apropiadas ilegalmente por los paramilitares.

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A luz del día, una y otra víctima, uno y otro perseguido, entre dientes y con la mirada esquiva, con las pocas palabras y los rostros apretados. Algunas y algunos testigos, expresaron lo represado, lo que se atraganta por el terror generado por el Estado, por lo que experimenta el alma por que la guerra sigue, está ahí, al lado y enfrente. Ese sábado se inició una catarsis individual, casi anónima en medio de la discreción que se debe guardar, para proteger a las víctimas, los integrantes de la Comisión Ética de la Memoria de Crímenes de Lesa Humanidad, vivenciaron la indignación ocultada en Mutatá.

El padre FRANCOIS HOUTART, las estadounidenses CHARITY REYSON y LIZ DELIGIO escucharon y se llevaron con una vasija de barro, esas miles de historias no dichas, pues las víctimas en sus propios cuerpos experimentan la indignidad silenciada. Los mandos de las estructuras paramilitares ahora andan de civil, con sus radios y sus armas cortas, algunos cambiaron el camuflado por los diversos colores, “pero su mente es la misma, no han cambiado, ellos son el poder y nadie puede decir nada en contra” . En las pocas calles del alargado casco urbano de Mutatá, la ley del silencio del alma, como la muerte súbita como última palabra impera en todas las esquinas. El ruido estridente de una cantina es el símbolo de los victimarios, es el gozo de los vencedores, embebidos de arrogancia pues la “libertad” penal está asegurada, sus bienes mal habidos se encuentran protegidos.

A la mañana siguiente, muy de madrugada de Mutatá pasando por el recordado Pavarandó monumento del crimen silenciado, monumento de la falsificación transitaron por un territorio de impunidad, donde los resquicios de la memoria aún se encuentran. Los Comisionados transitaron por Llano Rico, las tierras de las accesiones, las que crecieron de 18 hectáreas a 6 mil por modificación del río Curvaradó. Esta figura traída de los cabellos ni el propio ministro de Agricultura se atreve a avalar, como lo expresó en un reciente foro público. Pero la iglesia católica también debería estar escandalizada, pues el Señor LINO ANTONIO DIAZ ALMARIO murió ahogado en el río en 1996 y cuatro años después resucitó firmando un documento de compra venta a las empresas palmeras, en las que sus tierras se multiplicaron por mil. En realidad se trata de dos milagros, la resurrección y la multiplicación de las tierras. Así, con haciendo de la virtud la criminalidad, los empresarios protegidos y beneficiarios del proyecto paramilitar, pretenden legalizar la ilegalidad de la apropiación de tierras.

Y tras dos horas de un largo camino en tierras en las que antes todo manaba, en armonía con millares y millones de especies vivas y aguas por doquier, que se cubrían del intenso sol en frondosos robles y cativales con especie milenarias que acogían las bellas mariposas de colores azulado, llegaron a Cetino en el Curvaradó. Los rastros del vivero de Urapalma aún se encuentran allí. A su lado como un signo de esperanza la Zona de Biodiversidad constituida desde mayo de 2006, son las tierras de la familia RENTERIA, con tres títulos individuales que suman cerca de 128 hectáreas, que registran su habitación allí desde 1957.

Tierras que después del asesinato de su familiar JOSE ALBERTO MOSQUERA en diciembre de 1997, se vieron forzados a abandonar. Y luego desplazados en la situación de miseria, con mucha dignidad se atrevieron a manifestar ante sus victimarios: “nosotros no vendemos”, “nosotros no tenemos nada que negociar”. No valieron de nada las amenazas de muerte, las presiones, los crímenes que cometieron contra sus vecinos, rodeados de los paramilitares les dijeron: “No vendemos”. Y así fue, a pesar de que los paramilitares les expresaron en medio de unidades de la Brigada 17 “o nos venden o le compramos a la viuda”. Y a su dignidad, se suma el derecho. Las Unidades Familiares Agrícolas no pueden ser vendidas a una empresa pues esto va en contravía de la reforma agraria.

Es algo similar a los que sucede con las tierras tituladas colectivamente por ley 70, son inembargables, inajenables e imprescriptibles. Claro está que como lo paramilitar es mágico son capaces de invertir el sentido de la propiedad y es lo que se han propuesto hacer desde el 2005 cuando se conoció el primer informe del Incoder en que se reconoce que el 93% de la palma se encuentra sembrada ilegalmente en los Territorios Colectivos de Curvaradó. O como lo expresó el Ministro de Agricultura, ANDRES FELIPE ARIAS, “el vuelo forestal les pertenece a las comunidades”, tanto como la propiedad colectiva e individual que es ancestral.

Y continuando el camino que avisora un progreso manchado en sangre, en terror, en miseria e impunidad, a lado y lado la palma hasta llegar a Caño Claro Andalucía. Allí a la propiedad de ENRIQUE PETRO en donde se encuentra una Zona Humanitaria en 5 hectáreas, de un poco más de 25, que este campesino integrante del Consejo Comunitario del Curvaradó logró salvar en el 2003. Todos recuerdan como militares y paramilitares lo obligaran a desplazarse, le negaran regresar a sus 150 hectáreas, 130 de las cuales fueron sembradas ilegalmente en palma mientras él y su familia era obligada a desplazarse.

Al promediar la mañana en un salón comunitario Francois Houtart realizó una presentación de los avances de su investigación sobre la palma en el mundo. Los daños causados en Malasia, Indonesia, los efectos sobre la vida humana, sobre el ecosistema y sobre el planeta. Mostró la inviabilidad de las propuestas de los agrocombustibles para enfrentar la crisis energética del planeta y alertó sobre las consecuencias para el futuro de la humanidad. Las integrantes de la Comisión Ética ubicaron como las prácticas y enseñanzas en la Escuela de las Americas en Estados Unidos han apoyado la comisión de crímenes y violaciones de derechos humanos de los habitantes del Bajo Atrato y el Urabá Antioqueño, pues varios de los militares de la Brigada 17 han sido formados en su país.

Antes de caer la tarde los integrantes de la Comisión Ética como una de sus misiones acompañaron la afirmación de la memoria en el cementerio de Andalucía. Allí uno de los Patriarcas relato con detalles el irrespeto a su identidad ancestral. “Aquí no respetaron ni a los vivos, ni a los muertos. Todo lo arrasaron con la palma. No importaba la vida y la memoria” El camino que abrieron meses atrás lo obstaculizaron repobladores traídos por los grupos paramilitares y los empresarios, allí se encuentran desmovilizados que amenazan a los legítimos y ancestrales habitantes del Territorio Colectivo. En medio del viento que anunció la lluvia las palabras se escucharon una tras otra después del relato del patriarca indignado ante la imposibilidad de haber sido respetado ese lugar sagrado en donde reposa la memoria del caserío. Vinieron uno a uno los testimonios de lo que fue Andalucía hoy sembrado ilegalmente en palma y habitado por extraños.

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Y la catarsis colectiva. En la noche, juntos cuerpo a cuerpo, como sobrevivieron en la selva para salvaguardar la vida a más de 13 desplazamientos forzados, como han intentado superar el miedo y el terror se juntaron. Allí más de 80 personas, evocaron el encuentro de comunidades del Atrato, de Antioquia, del Cauca, del Valle, del Putumayo, de Nariño, de la Guajirà, del Meta, de La Sierra Nevada. Se agruparon rompiendo el miedo y dejaron abrir sus labios. Al lado de la velas tìmidas antorchas que se hicieron fuego abrieron el espacio de una y de otra palabra. A la memoria de sus más de 113 victimas de asesinatos, y desapariciones forzadas. Palabra a palabra, abrazo con abrazo, miradas con miradas, así inundaron la Zona Humanitaria con la verdad. Más de 15 testimonios escucharon los comisionados, parte se misión escuchar, salvaguardar esa memoria. Ellos guardaron los detalles de decenas de crímenes, los responsables de los asesinatos, de las desapariciones, de las torturas, de las presiones para vender la tierra y los desplazamientos forzados. Y entre tanto testimonio, como signos de esperanza, como la verdad contada y vivida con alegría, con sentido de resistencia emanaron los sueños, las utopías. Los mártires, los ancestros llegaron en la noche, la Virgen Negra, el Desplazamiento, la Resistencia, y el vamos a sacar el bajo Atrato adelante. Música, poesía estribillos, notas de alegría acompañaron el sueño de esa noche.

Y llegó el lunes con el canto del gallo. Los afrocolombianos y mestizos se dispusieron al trabajo a iniciar la siembra, la resiembra con semillas de maíz, de plátano. “Queremos la Vida, queremos el pan, queremos el planeta, sembramos semillas y recogemos dignidad”. El patriarca invocó a los ancestros, a su lado FRANCOIS HOUTART, rituales de bendición, como inicio de la siembra. Evocación de la esperanza que nace de la resistencia de los pueblos. Y todas y todos, sin distinción de edad o de color, de nacionalidad o de sexo, desde la indignación que produce la injusticia iniciaron el corte, con pequeños machetes, con la fuerza del tiempo y de los años, con el sentido de la dignidad.

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A pocos kilómetros están las “Águilas Negras” en Caño Manso, en Santa María, en Nuevo Oriente, en Brisas y Belén de Bajirá. Pero el camino de la dignidad alimenta la afirmación en derecho, le negación de lo represado, la liberación de lo atragantado con el terror durante ya 10 años.

Y ya ha pasado un día y llevan una hectárea… y entre tanto, como años atrás, como este tiempo los paramilitares, desmovilizados o no, al lado infortunado, las autoridades, como parte de la presión para que los campesinos, para que los afrocolombianos cesen en el derecho a la tierra, a la alimentación, a la protección ambiental.

Con esos dos días, en que algunos de los integrantes de la Comisión Ética cumplieron su segunda visita a Colombia, en los que escucharon, en los que llevaron pruebas directas, en los que acompañaron las iniciativas de dignificación de las comunidades. Desde ese domingo, a luz del día, una y otra víctima, uno y otro perseguido, entre sus manos y con la mirada fresca, con muchas palabras y los rostros en plenitud han iniciado la siega y la siembra. La siega de la impunidad, la siembra de la memoria, la de la dignidad. Y ya van 3 días.


Bogotá, D.C. 31 de julio de 2007
COMISION INTERECLESIAL DE JUSTICIA Y PAZ