La manipulación política de las víctimas

El boquete que abrió Iván Duque con su negativa a firmar una ley fundamental para el cumplimiento del Acuerdo de Paz, además del grave precedente de confrontación institucional que creó entre las tres ramas del poder, ha desplazado los debates, que se supone imperan en el Congreso, por los gritos de odio de las fuerzas políticas más oscuras del país. No se trata de simples enfrentamientos en la Comisión de Paz (¡!). Lo que allí se ha desatado, propiciado por la debilidad del presidente a quien los colombianos no dejan de ver como el subalterno de Uribe, es otro indicio de la reposición, en el manejo de la cosa pública, de un extremismo de derecha que amenaza con ser exterminador. Y con mayores bríos que en el tétrico periodo de los falsos positivos.

Hace una semana, la parlamentaria Paloma Valencia, cada vez menos racional y más primitiva, creía que hacía la gran faena si “pordebajiaba” a un senador exintegrante de las antiguas Farc, gritándole “narcoterrorista” aunque ella disfruta, hoy, de la tranquilidad que da el hecho de que ese personaje y 7.500 más hayan entregado las armas con las que antes atacaban al establecimiento. Y el lunes pasado, un abogado que se presentó como “integrante de la Federación de Víctimas de las Farc” siguió el ejemplo de Valencia y pretendió agredir, verbalmente, a la representante Ángela María Robledo, de la colectividad del senador de oposición Gustavo Petro. El individuo no contó con el carácter de Robledo que, de inmediato, pidió respeto por ella, su experiencia, su carrera y su investidura. En esta ocasión, los gritos subieron de tono y se generalizó el desorden en el salón del Capitolio en que estaban unos 100 asistentes. El deprimente capítulo no terminó en golpes entre unos y otros o, peor, en disparos, de milagro. No obstante, estamos a punto de que suceda. La reunión se disolvió en momentos en que llegaba a reforzar a los violentos otra de las rottweiler de Uribe.

La audiencia, supuestamente para escuchar a las víctimas del conflicto armado interno que ni su jefe, su presidente ni ella misma aceptan, había sido citada por Valencia que no tuvo empacho en darle puesto de privilegio, a su lado, a la excongresista Sofía Gaviria, cabeza visible de la denominada Federación de Víctimas, una organización de reconocido activismo político a favor del uribismo y participante de la campaña del entonces candidato Iván Duque. Entre los presentes, se notaba la mayoría de señoras de otra organización conocida como CorpoRosaBlanca, quienes también hacen proselitismo uribista y en contra del perdón. Manejadas por el experiodista y extremista de derecha Herbin Hoyos, difunden su condición de mujeres sometidas sexualmente por los hombres de esa guerrilla. Hoyos, denunciado en la Fiscalía por otras exalzadas en armas, por usar sus fotos sin su autorización, actúa en equipo con Sofía Gaviria. Así que la audiencia de Valencia era una especie de conversatorio de yo con yo. En ese escenario hostil pero con la certeza de que tenían igual derecho a participar, llegaron las víctimas del Estado y de los paramilitares para expresar sus otros puntos de vista. Con ellas estaban la representante Robledo y el senador Iván Cepeda al que Paloma Valencia intentó arrebatarle el micrófono en un gesto al parecer espontáneo pero muy revelador.

No sé qué estará sintiendo el presidente Duque; si tendrá preocupaciones por la ola de violencia, por ahora verbal, que generó su anuncio de objetar la Ley Estatutaria de la Justicia Especial de Paz en el Congreso. No sé tampoco cómo pensará moderar a sus copartidarios. Lo que sí se me ocurre es que no puede zafarse con la escurridiza posición de que el Gobierno —como dijo uno de sus funcionarios— no intervendrá en los pleitos del Capitolio porque entre las responsabilidades del Ejecutivo está, desde luego, la de mantener la concordia nacional.

Entre paréntesis. Para tener en cuenta, el trino del también insultado por el uribismo padre Francisco de Roux quien ayer presenció, atónito, la violenta sesión de la senadora Valencia: “Les pedimos a las víctimas que no dejen manipular su dolor y dignidad por políticos de uno u otro lado. ¡La causa es más grande!”

Fuente:https://www.elespectador.com/opinion/la-manipulacion-politica-de-las-victimas-columna-845801