Juego de Tronos y el papel de la memoria

Por  Víctor de Currea-Lugo, PhD / 22 de Abril de 2019

Durante años, el Centro Nacional de Memoria Histórica de Colombia, actuó como un espejo: ese que nos mostraba nuestra cara de sociedad violenta, desigual, despiadada. Esa sociedad que también somos. Cuando Iván Duque decidió replantear el Centro, no era un debate de funcionarios, sino de narrativas frente a lo que somos.

De eso se dijo mucho al respecto: recordamos que tanto Hitler como Stalin plantearon nuevas narrativas para justificarse, citamos a filósofos y hasta invocamos poetas. Ya han pasado semanas, pero el segundo capítulo de la última temporada de Juegos de Tronos me hizo revivir, de otra manera, el asunto de la memoria.

Brandon Stark sitúa el conflicto entre la vida y la muerte en el plano de la lucha entre la memoria y el olvido. Según él, el Rey de la Noche: “quiere borrar este mundo y yo soy su memoria”. Y Samwell Tarly, ese personaje que conjuga los libros y la espada, le replica: “Eso es la muerte: el olvido. Ser olvidado. Si olvidamos donde hemos estado y qué hemos hecho, ya no somos personas. Solo animales”.

Sam va más allá en el debate sobre las fuentes de la historia, de la memoria y le dice a Bran, delante de muchos de los grandes personajes allí reunidos: “Tu memoria no viene de los libros. Tus historias no solamente son historias. Si quisiera borrar el mundo de los seres humanos, comenzaría contigo”. Matar la memoria es el primer paso para borrar el mundo y borrar la noción de humanidad.

No creo que el gabinete de Duque vea Juego de Tronos y, si la ve, no creo que la entienda. Y si la entiende, de seguro apoya al lado equivocado, por lo menos así lo proyecta. Por eso él y su equipo plantean que aquí no hay un conflicto armado sino un capítulo más de la creación estadounidense de la mal llamada “Guerra contra el Terror”; aquí hay víctimas de primera y víctimas de tercera, entre los que caen los líderes sociales; hay que reescribir una historia, como hizo desde Pol Pot hasta el fascismo; las voces disidentes les molestan, porque andan mencionando la soga en la casa del ahorcado.

El silencio viene en varias presentaciones: la calumnia, el cianuro, la cacería de brujas, la marginación, el asesinato, la compra del silencio, la desaparición. El silencio se parece, en eso, al Dios de las Mil Caras. Tal vez por eso, uno de los primeros crímenes fue el de Ned Stark: había que asesinar la esperanza y la lealtad, luego reescribir su pasado para que fuera recordado como un traidor. La muerte en todo caso es el silencio definitivo. Como dice Petyr Baelish: “El dinero puede comprar el silencio de las personas solo por un tiempo; una flecha en el corazón lo compra para siempre”.

En la lucha entre la información y el poder, parece que gana el poder. Esa tentación humana que tiene mucho de narrativa, al punto que Lord Varys dice que: “el poder reside donde las personas creen que reside”, como si fuera solo un acto de fe. La información per se, no representa mucho; Cersei le dice claramente a Lord Petyr Baelish en la segunda temporada: “la información no es el poder; el poder es el poder”. Y ese poder teme al amor, “cuanta más gente ames, más débil serás” le recuerda el Cersei a Sansa.

Por eso, es discutible cuando el Cuervo de Tres Ojos aclara que: “El pasado ya está escrito; la tinta está seca” porque el poder siempre encuentra el camino para remojar la tinta. No hablo de la creación literaria que nos protege, hablo de la mentira que nos mata. No es lo mismo la convicción de Sir Davos Seaworth cuando dice: “creo que las madres y los padres inventan los dioses porque quieren que sus hijos duerman toda la noche”, que hundir a los hijos en el sueño del olvido.

Pero hay un refugio de la memoria que reside en la persona, en su interior, como fortaleza. Jaime Lannister, le dice a su hermano Tyrion: “Nunca olvides quién eres, el resto del mundo no lo olvidará; úsalo como armadura y así nunca podrán lastimarte con eso”. A los totalizadores, de todos los ismos, no les basta con matar la memoria, ese sería solo el comienzo como lo afirma Sam; luego vendrá la muerte a acabar a todos y cada uno de los seres, entre otras cosas, porque tienen memoria de lo que son; principio aplicable para King’s Landing, pero también para Yemen, Siria y Afganistán.

Eso implica preguntarnos: ¿Qué memoria tenemos? ¿Qué tipo de memoria estamos construyendo como individuos? Recordar, dicen, es “volver a pasar por el corazón”, pero a veces pasamos por el corazón lo que nos conviene. Y en ese filtro ayuda y mucho el nacionalismo, la religión, el grupo al que se pertenece, así sucede en Birmania, Turquía e Israel.

La pelea por el Trono de Hierro nos hace a todos, de alguna manera, responsables, aunque a unos más que a otros. No es lo mismo la influencia de Daenerys Targaryen que la del último de Los Inmaculados, la de John Snow que la del último sirviente de Winterfell; pero en nuestra época, aunque sea simplemente como ciudadanos con derechos civiles y políticos, tomamos decisiones que ayudan a inclinar la balanza entre la vida y la muerte. Como dice Davos Seaworth “La guerra es entre los vivos y los muertos; no te equivoques, los muertos están en camino”. Por eso, defender la memoria es oponerse a la muerte.

Fuente: http://victordecurrealugo.com/juego-de-tronos-memoria/

Imagen: Mercado libre