Fracking: a ellos plata y a nosotros cáncer

Nuestros representantes y gobernantes se comportan como ladinos que esconden la basura debajo del tapete y mienten si los pillan.


Pero ya por fin se ventila el asunto de la fracturación hidráulica, de la que muy pocos colombianos han oído hablar y que debería haberse socializado desde el inicio, pues pone en peligro nada menos que el agua del país y del planeta.
La fracturación hidráulica no convencional para obtener gas metano consiste en inyectar enormes cantidades de agua en un pozo profundo, fracturar la roca y sacar gas. En el proceso, cada pozo requiere 400 carrotanques de agua, 1,8 millones de galones. No es agüita bendita, pues lleva además 40 mil galones de 600 químicos tóxicos y cancerígenos que le dan sazón: plomo, uranio, mercurio, radio (radiactivo, sí), formaldehídos y todos los demás condimentos de la industria. El 50% del agua sale después de extraer el gas metano, que aumenta el efecto invernadero. El otro 50% del coctel criminal queda entre las capas de la tierra desde donde contaminaría los acuíferos. Los efectos —que han hecho que se prohíba en Francia y que el pueblo y la prensa en Alemania lograran detenerlo, genera hoy revoluciones locales en Estados Unidos y muchos otros países que han declarado al menos una moratoria— se detienen en la contaminación del agua. Los escapes de metano son factor de calentamiento global y hay alerta roja en todas partes, excepto en el Palacio de Nariño y el Congreso colombiano.
El ministro de Medio Ambiente de Colombia, en una entrevista reciente y light de Semana, dijo del fracking para yacimientos ‘no convencionales’ que «ese es un tema supertécnico (sic)», es decir, que la política del agua no entra en juego. Y acepta a continuación los cuatro riesgos: 1) Enorme consumo de agua. 2) Su contaminación: «ha habido contaminación en lugares de Estados Unidos y Canadá, pero eso ha sido principalmente porque construyeron mal los pozos» que aquí se construirían bien, obvio. 3) «Tiene que ver con el agua residual del proceso. Nosotros prohibimos que se vertiera en ríos y lagos, y se almacenara en piscinas al aire libre. Planteamos que se pudiera reutilizar, reinyectarla al yacimiento o tratarla». Pero esto no es posible técnicamente, luego aquí este muchacho “neo-ambientalista” ¿fue engañado por algún “supertécnico” pagado por las petroleras?
Estimado lector: investigue usted un poco y esté atento. La Contraloría desaconsejó seriamente su uso, el Concejo de Bogotá lo desaprueba, los ambientalistas más sensatos piden moratoria, los terrícolas como yo no queremos ni un vaso más de agua con veneno, el mundo está reaccionando justamente. Se trata del agua de sus hijos, del previsible desplazamiento de quienes están parados sobre el gas metano y de las hecatombes que nos esperan si el calentamiento global por utilización de combustibles fósiles sigue su curso. Yo me declaro indignado, recalcitrante y combatiente.