Entrevista con una de las fundadoras de madres de plaza de mayo

La Red de Alternativas a la Impunidad y a la Globalización del Mercado, se SUMA a la lucha incansable por la justicia de las Madres de la Plaza de Mayo, Línea Fundadora, dando a conocer la entrevista realizada por la revista Pueblos: Mirta Acuña de Baravalle: “Hoy y siempre, hay que luchar por la justicia”. MIRTA ACUÑA DE BARAVALLE, participante en el reciente Seminario Internacional Territorio, Vida y Seguridad Humana, en Madrid y Valencia. MIRTA, Madre de la Plaza de Mayo, Línea Fundadora, quien ha estado en Colombia en diversos encuentros internacionales convocado por la Red Alternativas a la Impunidad y a la Globalización del Mercado, iniciativa que reúne en prácticas concretas de autodeterminación de los pueblos, de organizaciones y comunidades de Colombia y América en procesos de Resistencia Civil, concedió esta entrevista en España. Las Madres de la Plaza de Mayo, es parte de la Red de Alternativas.


MIRTA en las profundas selvas colombianas las del Bajo Atrato, en el Meta, en el Cauca se ha encontrado con otras soledades que afirman, que crean, y construyen la esperanza de una sociedad nueva, la incansable lucha por la búsqueda de justicia.

SUMATE a MADRE DE LA PLAZA DE MAYO, LINEA FUNDADORA

SUMATE a Hoy y siempre, a la lucha por la justicia

Su + (SUMAS)=
SUMATE Red de Alternativas
A la impunidad y a la globalización del mercado

*******************************************

“ENTREVISTA CON UNA DE LAS FUNDADORAS DE MADRES DE PLAZA DE MAYO
Mirta Acuña de Baravalle: “Hoy y siempre, hay que luchar por la justicia”
Desde el año 1976 la vida de Mirta Acuña de Baravalle se cuenta en jueves. Más de mil han transcurrido ya desde el primer día que junto a otras trece “locas” decidió desafiar a la dictadura de Videla, el brutal régimen militar que volvió eternamente joven a toda una generación. La de Mirta, la de los padres y madres de los desaparecidos en Argentina, será siempre paradigma de la lucha de los pueblos frente a las atrocidades del Poder. Una lucha sin fin, ya que, según nos cuenta en esta entrevista, aunque hoy los frentes sean otros, el enemigo sigue ahí, sólo ha mudado la piel.
ALOIA ÁLVAREZ FEÁNS | 30 06 2005

Los jueves, cita obligada para Madres, Padres, Abuelas e Hijos de la Plaza de Mayo, son sólo la fotografía de una lucha mucho más amplia, integral e imperecedera. Y esta lucha no termina en Argentina, no se resuelve con pagos ni acabará aún cuando se ganen batallas como la del pasado 14 de junio, día histórico en el que se ha puesto fin a las Leyes de Punto Final y Obediencia Debida que dejaban en la impunidad los crímenes cometidos por el régimen militar.

Cuatro días antes de esa fecha histórica, Mirta Acuña de Baravalle participaba en Madrid en el seminario “Tierra y territorio como derechos”, en apoyo a las resistencias populares de América Latina; respaldo que ella entiende como una obligación moral. En ese marco tuvimos la oportunidad de conversar con esta luchadora incansable, sólida e incorruptible como una roca, transparente como el cristal desde donde hace 29 años vio cómo le robaban a su hija. Reproducimos aquí parte de esa conversación.
Mirta, hace ya casi 30 años de la fundación de Madres de Plaza de Mayo, 30 años de lucha, de historias compartidas. ¿Cuál es la suya particular?

cari-157.jpg
Foto: Dani Sánchez

Mi hija Ana María fue secuestrada y posteriormente desaparecida junto con su esposo el 28 de agosto de 1976 a primeras horas de la noche por un grupo de personas fuertemente armadas con Itacas. Entonces, Ana estaba embarazada de cinco meses. Esa noche de agosto un operativo militar entra en nuestra casa, gritando y dando golpes, buscando no sé a quién. Estábamos todos de cara a la pared, y ellos apuntándonos. En la primera incursión no hicieron nada pero cuando nos estábamos recuperando del susto oímos de nuevo golpes en la puerta y entran preguntando: “¿Quién es Ana?”, ella responde: “Yo soy”. Y se la llevaron. Sin más.

En aquel momento el de su hija ya no era un caso aislado, el clima en el país empezaba a ser irrespirable para toda una generación…
Esa generación pensante quería un cambio en la sociedad, quería una vida digna para sus semejantes. Mi hija decía: “Aquí en 30 años, de Argentina no va a quedar nada porque el poder está en manos de 19 familias y en 25 ó 30 años estará en manos de 3 ó 4, que tendrán el control del país”. Decía: “El nombre no se lo van a sacar porque sería demasiado, pero de los argentinos no va a quedar nada”. Ana no podía estar ajena a lo que estaba pasando en el país. Quizás nosotros lo ignorábamos pero nuestros hijos no. Efectivamente, ya entre los años 1973, 74 y 75, hubo alrededor de 2.000 desapariciones en Argentina.

Ellos sabían que se estaba dando esa situación y querían concienciar a la gente, para que no fuese tan fácil doblegarlos. De todas maneras, pensaban que, dadas sus actividades de crítica hacia el régimen acabarían, como mucho, en prisión. Nunca imaginaron hasta dónde iba a llegar la criminalidad del enemigo. ¿Quién iba a pensar en semejante barbarie?
Y su conciencia política, ¿nació en ese momento?

Yo, antes de la desaparición de Ana no actuaba políticamente. Desde luego, tenía una posición y una responsabilidad pero yo no estaba muy preocupada por la política. No estaba ajena a lo que pasaba en el país, leía el diario todos los días… pero no pensaba implicarme en ninguna actividad. Mi vida eran mi casa, mis hijos, mi marido y no había nada por encima de eso.
A partir de entonces, es cuando siente que nunca más podría quedarse en casa…

No. Fíjate, yo antes de la desaparición de Ana ciertas cosas baladíes las volvía enormes. Cualquier problema de mis hijos era un mundo para mí. Por un suspenso de alguno de ellos, yo lloraba a mares… Cuando se llevaron a Ana tomé conciencia de la brutalidad de lo que estaba pasando. Pero también sabía que si empezaba a llorar me iba a derrumbar y me dije: “O lucho o muero”. Yo no he llorado por mi hija, porque si me pongo a llorar por ella no acabo.
¿Y cómo empieza esa lucha? ¿Cuáles fueron sus primeros pasos?
A la mañana siguiente lo primero que hice fue ir a la comisaría a poner una denuncia. Nos tomaron testimonio, con un cinismo… Nos preguntaron sobre cómo iba vestida como si ellos no supiesen nada y tuviesen la intención real de ayudarnos a buscarla. Por la tarde fui a la Iglesia de Lourdes, a pedirle al sacerdote que diese una misa por Ana y Julio César para que supiéramos pronto de ellos. Y el sacerdote dice: “Otro caso más”, pero yo no le di mucha importancia. Al día siguiente el cura ofició la misa. Ese fue mi primer paso. Después fuimos a la cárcel de Villa Devoto, que es donde llevaban a las chicas. A partir de ahí empezamos a tratar de buscar información. Todas las mañanas iba a Devoto. No pudimos hacer hábeas corpus los primeros días, porque nadie se atrevía, no había abogados. Yo conseguí uno gracias a un abogado amigo de la familia, pero no lo firmaba él. Hicimos varios pero ninguno tuvo respuesta.

Entonces nacen las Madres de Plaza de Mayo…

En el 76 todavía no existían las Madres, comenzamos en el 77, pero durante esos meses empezamos a tener contacto con familiares de desaparecidos. Yo buscaba por mi cuenta hasta que me indicaron algunos organismos de derechos humanos, el APDH, que ya funcionaba desde el 75, el MEDH (Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos)… Seguía yendo siempre a Devoto, iba a los regimientos, qué sé yo. A principios del 77 fui a la Casa de Gobierno, a entrevistarme, porque supuestamente nos iban a dar información. Ahí nos quedamos esperando a que alguien nos informase, pero nadie lo hizo. Y seguimos yendo.

Una mañana estábamos cinco personas frente a la Casa de Gobierno y llegaron cinco soldados con sus Itacas a pedirnos que nos retiráramos, así que nos fuimos a la Plaza, donde hay un banco circular. Nos sentamos en el banco tres mujeres, una de ellas puso una bolsita en el suelo, sacó un tejido y se puso a tejer, como diciendo: “Aquí estamos tranquilamente tomando el sol”. Era Azucena (Villaflor de Vincenti). Fue ella la que nos convocó para ir a la Plaza, porque era el único lugar dónde había una posibilidad de ser escuchadas. El primer jueves éramos catorce pero después, lamentablemente, los secuestros empezaron a ser tan sistemáticos que cada vez éramos más. Pensábamos: “pero esta gente, ¿cómo creía que se iban a llevar a nuestros familiares sin que nadie les reclamase nada? ¿Creen que nuestros hijos nacieron de la nada?” Si hubiesen pensado un poco también nos habrían hecho desaparecer a nosotras.

¿Por qué cree que no lo hicieron entonces?
Mientras fuera dentro del país, a los militares les importaba poco que los ciudadanos dijéramos algo. Ellos pensaban manejar la situación perfectamente, sólo les importaba que se supiese en el extranjero.
Y entonces llegó el Mundial…

En el 78 quisieron armar la gran gesta. Ellos sabían muy bien donde apuntar; a los argentinos, como a la gran mayoría de la gente, el fútbol los emboba, y allí estaban muchos, embobados mientras se estaba torturando y asesinando más que nunca. Vinieron periodistas extranjeros, para cubrir el Mundial, pero muchos ya sabían lo que estaba pasando, ya se empezaba a hablar de los desaparecidos de Argentina gracias a las denuncias de los que habían podido salir exiliados. Quisimos aprovechar la oportunidad y hablamos con algunos de esos periodistas. Por eso tras el Mundial la represión empezó a mermar.

Pero las Madres continuaron, y alentaron el nacimiento de otras organizaciones. ¿Tienen hoy la seguridad de que esta cadena va a continuar?
Nosotras, como afectadas directas, éramos las Madres y las Abuelas. Lamentablemente, después surgieron los HIJOS. Y digo lamentablemente porque si hubiera habido justicia esos jóvenes no tendrían que estar reclamando por sus padres. Y ahora ya están los nietos, que buscan a sus abuelos… Los HIJOS han hecho un trabajo maravilloso. Con los escraches, que consisten en averiguar dónde vive uno de los represores, se organizan grupos, se hacen fotos, se exponen en el barrio carteles con la foto de “fulano de tal, asesino de tal” y todo su historial. Después todos cantamos alrededor: “Alerta vecino, por su barrio camina un asesino”. Muchos de ellos se han tenido que marchar. Las madres íbamos a veces para contener a los jóvenes, a los que les hierve más la sangre. Ellos siguen, son muy creativos en su lucha.
Volviendo a la suya en particular, ¿ha tenido pistas en algún momento sobre el paradero de su hija y su nieto?

Sólo sé que para la fecha en que Ana tenía que dar a luz, sobre el 15 de enero, nos enteramos de que había nacido, pero a la persona que nos informó de esto también la hicieron desaparecer.

Hablemos de ese término. Ustedes nunca han querido dejar de hablar de desaparecidos. Tengo entendido que durante el Gobierno de Alfonsín se les hicieron muchas promesas pero llegó un momento en el que él mismo les pidió que dejasen de hablar de desaparecidos, que reconociesen que habían muerto.
Y nos negamos, porque nuestros hijos están más presentes que nunca. Yo no la veo físicamente pero yo sé que Ana… en fin, todas las madres sabemos que mientras estemos nosotras más vivos permanecen. Lo importante es no dejar de hablar de ellos.

Vayamos con otro término. ¿Qué significa para usted la reparación?
Nosotros no hablamos de reparación. A eso nos oponemos, no hay dinero en el mundo que pague la vida de nuestros hijos. En el 1994 promulgaron una ley que otorgaba reparaciones a los familiares de personas desaparecidas. El resarcimiento sólo lo aceptamos porque en ese compromiso del Estado se estaba reconociendo que cierta persona había sufrido una desaparición forzada. Nos estaba diciendo “sí, el Estado se ha llevado a su hija”. Por lo menos ya era algo.

Y desde entonces hasta hoy, ¿ha habido muchos cambios? ¿Está satisfecha con el Gobierno de Kirchner?

Lo que hemos conseguido hasta ahora ha sido gracias a la lucha de todos los organismos de derechos humanos que nos han apoyado. Pero tampoco es lo que esperamos. Esperamos mucho más, está bien que se reconozca lo que pasó. Un Gobierno tiene la obligación de responder, de velar por sus ciudadanos. Pero lo que nos preocupa es la situación de los derechos humanos hoy en día.

Atendiendo a esa situación, la “lucha global contra el terrorismo” liderada por los Estados Unidos está legitimando violaciones de los derechos humanos fundamentales a lo largo y ancho del planeta. Las Madres se han manifestado contrarias a la ley antiterrorista suscrita precisamente por Kirchner…
Justo, eso fue hace unos días. Nosotras habíamos ido a hacer lobby más de una vez para que no se aprobase esa ley, pero se aprobó. Reconozco lo que trata de hacer este gobierno pero yo le tengo mucho miedo al doble discurso.
¿Y es éste el caso?

Hay cosas que prometió Kirchner, como que no se iba a pagar la deuda externa, el ALCA… Yo, honestamente, soy muy recelosa, y si bien como organismo aceptamos ciertas cosas porque nos han apoyado en algunas cuestiones, a mí, individualmente eso no me basta. Yo soy una simple mujer, muy escéptica. Me parece muy bien que consideren a las Madres pero también pienso que si damos todo, después, ¿con qué reclamamos? Yo, por ejemplo, nunca he ido a un acto a la Casa de Gobierno, no sería consecuente conmigo misma si lo hiciera, me traicionaría. Y yo soy la primera que tiene que ser firme con mis convicciones.

Las otras madres sí que han acudido muchas veces a reunirse con Kirchner, como Hebe de Bonafini… ¿Hay tensiones entre ustedes?
Bueno, con Bonafini nosotras no tenemos relación. En determinado momento hubo diferencias entre nosotras. Esta foto de Ana me la colgué en el 86. Hebe prefería que no lo hiciésemos, porque, decía, “todos son NN” (sin nombre). Cuando me enteré me puse la foto y nunca más me la saqué. Y ahora las de mi grupo todas llevan fotos. Así que en el año 1986 tomamos la decisión de separarnos. Nosotras somos de la línea fundadora, las 14 primeras, ellas van por su lado. la lucha es la misma pero ellas tienen sus convicciones y objetivos. Una, como madre, las considera por el dolor, porque es el mismo dolor, y no importa nada más.
Y, ¿por qué merece la pena estar unido hoy? ¿Cuáles cree que son las luchas del presente?

Ahora al colonialismo se le llama globalización, a la usura financiera le dicen mercado mundial, la impunidad no es más que corrupción legalizada… Hoy y siempre, hay que luchar por la justicia, que es donde nace la dignidad humana. Ahora vivimos bajo democracias, gobiernos constitucionales, o como quieran llamarlo, pero desde Argentina vemos lo que pasa en Colombia, por ejemplo, y no es muy distinto del pasado. Vemos cómo los grandes grupos empresariales manejan a las personas. Los gobiernos saben lo que significa el ALCA, ¿por qué no dicen simplemente, no? Nosotros, que no tenemos mucho conocimiento, sabemos lo que esto significa para los pueblos.
En ese sentido, además de apuntalar la memoria histórica y acabar con la impunidad en su país, ¿cuál es la razón de ser de Madres de Plaza de Mayo en la actualidad?

Cuando pasan cosas injustas en otros lugares del mundo nos sentimos obligadas a hacer algo. El tiempo deja en el olvido momentos de la historia y nosotras, con el trabajo de denuncia, tratamos de que la memoria permanezca en la sociedad para que la verdad se conozca. La lucha debe ser permanente.”
http://www.revistapueblos.org/article.php3?id_article=235