Campeonato de fútbol femenino por la dignidad de las mujeres Jiw y Sikuani

Las mujeres de las comunidades indígenas Jiw y Sikuani del Meta, han sido  determinantes  en la reivindicación de los derechos de estas comunidades, en un escenario en el que históricamente grupos paramilitares han ejercido control territorial para beneficiar intereses empresariales particulares bajo la omisión e inacción del Estado, por esto mismo, han sido también las mujeres las víctimas de diferentes formas de violencia que están permeadas por las dinámicas estructurales del conflicto y la lógica cultural patriarcal generando afectaciones en sus cuerpos, sus memorias, sus afectos y sus formas de desenvolverse en la cotidianidad.

Tras el feminicidio del que fue víctima la indígena Jiw Bety Gonzáles en noviembre del año anterior y tras casos conocidos de abusos a mujeres indígenas en el contexto del desarrollo empresarial palmero de Poligrow en el municipio, surgió la necesidad de propiciar nuevos escenarios de encuentro, de acercamiento y compartir, al reconocer la necesidad de escucharse, acompañarse y articularse en nuevas apuestas por la defensa de sus derechos como mujeres. A partir de estas motivaciones, ellas compartieron que han encontrado en el deporte y más específicamente en el futbol, una forma de construir y entretejer compartiendo sus habilidades y potencialidades, sus ideas para armar jugadas, sus formas de organizarse y articularse para lograr triunfos dentro de la cancha pero más allá de eso, fortalecer sus autoesquemas en lo individual y en lo colectivo.

Esta realidad y determinación de las mujeres indígenas, dio cabida al Encuentro Deportivo por la Dignidad de la Mujer Jiw y Sikuani, llevado a cabo entre el 17 y el 19 de junio como un paso importante de continuidad en el proceso de construcción conjunta de una apuesta por el respeto a la vida y la integridad de las mujeres, haciendo homenaje a la memoria de Betty, una apuesta por la reivindicación de sus derechos y la vida libre de amenazas y miedos.

El encuentro comenzó con un acto de inauguración, en el cual las mujeres de la comunidad Jiw, como anfitrionas del campeonato dieron la bienvenida a las mujeres de la comunidad Sikuani.  En este espacio compartieron la alegría de encontrarse y el deseo de construir lazos fuertes entre comunidades, invitaron también a la participación activa de todas las mujeres reconociendo sus capacidades y fortalezas colectivas como una de sus principales estrategias para afrontar el nuevo momento en el que se encuentran. Posteriormente un Payé – Líderes espiritual- de la comunidad realizó un ritual en el que solicitó a todas las mujeres participantes a ubicarse frente a él y realizó un canto extenso con el cual las presentó según sus creencias.

Una vez hecho el saludo se comenzó un taller en el que se recordaron las actividades previas con las que se había suscitado la idea del campeonato, se hizo una analogía entre la vida y el fútbol a través de la pregunta ¿la vida se parece a un partido de futbol?, sobre la cual emergieron diversas respuestas como estas:

así como en el partido de futbol a veces se gana y a veces se pierde, pero hay que seguir adelante porque el juego continúa”, “hay que estar preparadas para no perder” “hay que tener una buena defensa para que no nos metan goles”.

A partir de estas reflexiones se propició un nuevo diálogo sobre la relación del futbol con su apuesta por la reivindicación de sus derechos y se compartieron algunas experiencias vitales. Finalmente, el espacio de este día se cerró con un acto simbólico en el que las mujeres representaron con piedras las situaciones difíciles que han tenido que vivir y con velas encendidas aquellas que reconocen como logros o momentos alegres. De esta manera ubicaron en el centro del espacio todas las piedras y posteriormente las rodearon con la luz encendida visibilizando el espacio de encuentro deportivo como una forma de propiciar y fortalecer esa luz que cada una compartió.

El segundo día comenzó lleno de alegría, motivación y expectativa por los juegos que se darían. A primera hora del día se hicieron los sorteos para definir los grupos que jugarían el campeonato, las capitanas de los equipos sacaban un número y compartían el nombre de su equipo y su significado; Misionero, haciendo alusión a la labor de llevar un mensaje de esperanza y dar apoyo a los demás; Humildad, recordando la actitud que les caracteriza; Valquiria, haciendo una semejanza con las diosas guerreras de la mitología; Jamino, “una mujer que le gusta invitar a las comunidades”; Jurero, “una mujer que la buscan para reunirse y la invitan a toda parte”; Marsu, “la mujer que reúne a todos”; Bajhmekah, Amᵾro y Golondrinas fueron otros nombres que también destacaron su forma de comprenderse en su rol como mujeres en su relación consigo mismas y con la comunidad.

Se sucedieron partidos de 35 minutos   durante todo el día, en los que se definieron los equipos semifinalistas para el día siguiente. Con el logro de unas y a pesar de la pérdida de todas, después de una jornada de casi 12 horas de juego, las mujeres se reunieron una vez más para realizar ejercicios de estiramiento y respiración, todas se mostraban felices, satisfechas, su sonrisa que se veía a flor de piel permitía identificarlo. Esta   jornada   terminó con el aplauso y el agradecimiento entre todas por el día que se despedía.

Al siguiente día a primera hora se comenzó con un nuevo sorteo para definir cómo se realizarían los partidos entre los equipos semifinalistas Misionero, Humildad, Bajhmekah y Amᵾro. Los partidos de este día continuaron caracterizándose por las dedicación, la concentración, la tenacidad de las mujeres por dar lo mejor de sí en el juego mostrando siempre una respeto profundo por las demás jugadoras y una ética que evidenciaba un juego limpio, impecable. Hacia las 10 de la mañana ya se conocía el nombre de los equipos finalistas, Amᵾro y Humildad debían definir quiénes serían campeonas y quienes subcampeonas, sin embargo, en un ambiente de cordialidad y alegría este título aunque muy anhelado, pasaba a un segundo plano.

Las mujeres y también algunos hombres de las comunidades expresaron sus sentires con respecto a lo que ocurrió con ella y también con respecto a las otras formas de violencia que las mujeres viven en el territorio, recordando su compromiso por la reivindicación de sus derechos y la no repetición de estos hechos.

De manera espontánea, antes del partido final las mujeres Sikuani propusieron un partido amistoso y en este jugaron con el equipo Jiw Estrella, conformado por las familiares de Betty en nombre de quien se realizó este campeonato. Previo al partido se realizó un espacio de memoria en el que se le recordó como una mujer alegre, trabajadora, buena amiga, aficionada por el futbol y buena jugadora que de seguro hubiese participado del campeonato. Las mujeres y también algunos hombres de las comunidades expresaron sus sentires con respecto a lo que ocurrió con ella y también con respecto a las otras formas de violencia que las mujeres viven en el territorio, recordando su compromiso por la reivindicación de sus derechos y la no repetición de estos hechos. Una de las familiares de Betty quiso tomar la palabra, sin embargo el dolor le impidió expresarse, finalmente en medio de lágrimas, de un sentimiento y un reconocimiento colectivo se realizó el partido bajo la mirada de muchas personas de la comunidad entre ellas su padre el señor Alberto que en medio del silencio se conectó y animó el juego.

Se llegó al momento del partido final en medio de mucha emoción, no solo por las jugadoras sino más que todo por los espectadores quienes con barras, aplausos, arengas animaban y apoyaban a las jugadoras, dando todo de sí en la cancha, mantuvieron el empate y conservando esta misma emoción la final tuvo que definirse con tiros desde el punto penal, lo cual desbordó las emociones de todas y todos. Finalmente las ganadoras, las mujeres de Amᵾro, corrieron alrededor de toda la cancha y celebraron el triunfo con las demás personas de la comunidad.

El momento de cierre, la premiación, fue también de celebración compartida, las mujeres expresaron que a pesar de no haber ganado se sentían felices por sus compañeras y por la oportunidad de haber compartido una experiencia que no se había dado antes de esa manera. Para ellas, más allá del campeonato quedó la satisfacción de haber tenido un espacio de encuentro, compartir y reconocimiento propio, con el cual se generó un compromiso expreso de continuidad de sus encuentros y actividades conjuntas, empezando por la construcción de una nueva agenda de campeonato, esta vez en el resguardo de la comunidad Sikuani.

Equipo Psicosocial

Comisión Intereclesial de Justicia y Paz