El perdón de Piedad Córdoba a sus captores de las Auc

El gesto ocurrió durante una audiencia en el Tribunal Superior de Bogotá. La excongresista brindó detalles inéditos de su secuestro, de las afectaciones a su familia y solicitó que se investigue a empresarios, militares y políticos que al parecer animaron su plagio.


“Me conmovió verla derramar una lágrima, una lágrima que no la vi derramada hace 15 años, en medio de la más terrible adversidad, con la muerte a la vista, en el sitio donde te tenían secuestrada”, expresó Iván Roberto Duque, alias ‘Ernesto Báez’, exjefe político del Bloque Central Bolívar (Bcb), durante una audiencia de juzgamiento de esta facción paramilitar en la que se abordó el secuestro de la exsenadora Piedad Córdoba, perpetrado por órdenes del entonces vocero de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), Carlos Castaño.

Apelando a la locuacidad que lo caracteriza y luego de escuchar a Córdoba durante una hora, ‘Báez’ continuó diciendo: “a pesar de recibir de usted el don del perdón, sea deber nuestro decirle, doctora Piedad, en homenaje a su temple de mujer, a su gallardía, que me perdone, así ya nos haya perdonado, que nos vuelva a perdonar”.

Después de esas emotivas palabras, ‘Báez’ y Córdoba se pararon de sus asientos y se dieron un prolongado abrazo. A su lado estaba Rodrigo Pérez Alzate, alias ‘Julián Bolívar’, exjefe militar del Frente Sur de Bolívar del Bcb.

Momentos antes de la intervención del exparamilitar, Córdoba le describió a la magistratura de la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Bogotá cómo fueron esos días de cautiverio, que comenzaron el 21 de mayo de 1999, cuando hombres de la banda La Terraza la retuvieron en un centro médico del sector de El Poblado de Medellín y la trasladaron hasta un campamento de las Auc en las montañas del departamento de Córdoba.

Historias detrás del plagio
Una vez la magistrada Alexandra Valencia, quien condujo la audiencia, le cedió la palabra, la exsenadora Córdoba dijo que en su caso se conoce que José Miguel Narváez, ex subdirector del DAS y ex asesor del Ministerio de Defensa, fue quien entregó las interceptaciones ilegales de unas llamadas que ella sostuvo con voceros de la guerrilla del Eln para adelantar conversaciones de paz y aclaró que esas conversaciones sí las adelantó, pero como presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Senado; además, contó que esos audios los conoció cuando Castaño la interrogó durante su secuestro.

En su intento por develar lo que pasó, Córdoba dijo que, en los últimos años, ha visitado las cárceles de Estados Unidos donde están recluidos varios de los exjefes paramilitares extraditados a ese país en mayo de 2008 y gracias a estos testimonios pudo conocer que se había programado un juicio durante su cautiverio en el que Diego Fernando Murillo Bejarano, alias ‘Don Berna’, sería su abogado defensor, los acusadores serían Narváez y el exjefe paramilitar Fredy Rendón Herrera, alias ‘El Alemán’, y como juez actuaría Carlos Castaño.

Pero lo que más conmovió a los asistentes fue cuando narró una de las situaciones más difíciles que vivió en cautiverio: un intento de violación por parte de hombres de las Auc. “Lo digo ahora porque es sanador después de tanto silencio, no por pena, porque yo no fui la que lo causó”.

Y, adolorida, continuó diciendo que “el escarnio público contra mí ha sido demoledor, desastroso”, pues su secuestro, según dijo, marcó el inicio de los señalamientos de ser cercana a la guerrilla, primero al Eln y luego a las Farc.

“Esto ha sido porque soy una mujer que piensa diferente, que soy de la izquierda (…) Esta audiencia se tiene que cerrar con la idea de que soy una mujer anónima, una mujer que quiere una patria libre. Que somos iguales ante la ley, y como decía Gaitán, iguales ante la vida”, indicó.

Córdoba reveló que a raíz de la imagen que se creó a su alrededor como una persona cercana a la subversión ha recibido diferentes insultos en todos estos años y evocó uno de ellos, ocurrido mientras esperaba en un aeropuerto: allí, la actual Representante a la Cámara por el Centro Democrático, María Fernanda Cabal, la escupió en la cara: “Yo no soy capaz de ir a un sitio público, a un cine, me insultan. Yo no soy victimaria sino víctima”, agregó.

La exsenadora comenzó a llorar cuando habló de su exilio luego del secuestro perpetrado por las Auc y aseveró que perdió doce años de vida al lado de sus hijos, pues para sostenerlos debía viajar constantemente a Colombia; además, algunos de ellos tuvieron que cambiar de identidad, y por varios días tuvo que dormir en el suelo en Canadá mientras pedía el asilo político, circunstancia generada por trámites burocráticos en Colombia, donde le habían cambiado su documentación original.

La excongresista también contó que su hija estuvo desaparecida por más de cinco años: “Ella fue violada y ahora tengo un nieto de 8 años y no sé quién fue el papá”.

Esta polémica líder polìtica fue sancionada en el 2010 por la Procuraduría General de la Nación e inhabilitada por 18 años para ejercer cargos públicos, incluidos de elección popular, tras considerar que “promovió y colaboró” con la guerrilla de las Farc, extralimintandose en sus funciones.

Tales circunstancias surgieron de los correos electrónicos conocidos luego de la incautación de varios computadores portatiles hallados en el campamento bombardeado durante la Operación Fénix, que acabó con la vida del jefe guerrillero ‘Raúl Reyes’. En sus archivos se encontraron varios mensajes con los alias de ‘Teodora’, ‘Teodora de Bolívar’, la ‘Negra’ y la ‘Negrita’, los cuales al parecer hacían alusión a ella, cuando ejerció como intermediaria autorizada por el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez para mediar en la liberaciòn de civiles, policías y militares secuestrados por esa guerrilla.

¿Y los “hombres de atrás”?
Al final de su relato, la exsenadora no solo expresó su perdón a quienes la secuestraron y la retuvieron por varias semanas en las montañas cordobesas, sino que les solicitó a los exparamilitares que precisaran quiénes fueron las personas que estuvieron detrás de su plagio.

Córdoba se dirigió a los comandantes del Bcb y les dijo que para que el perdón fuera efectivo era necesario que contaran toda la verdad de los nexos que tuvieron con políticos, empresarios, funcionarios y militares. “El mayor aporte es contar la verdad. El país tiene que saber quién es Uribe y quiénes lo apoyaron. Contar quiénes fueron los que apoyaron el paramilitarismo en Urabá”.

Parte de la verdad reclamada por la excongresista está relacionada con una carta enviada por el fallecido empresario antioqueño Hernán Echavarría Olózaga a Castaño. Según Córdoba, esa misiva fue remitida con posterioridad a su liberación y tuvo como destinatarios a varios jefes paramilitares. En ese mensaje, Echavarría les reclamaba por qué la dejaron libre y no la asesinaron.

Al respecto, ‘Báez’ tomó la palabra y admitió conocer la carta cuando viajó desde Santander al Alto Sinú (Córdoba), donde tenía su campamento Castaño. Dijo que tuvo una reunión con el exjefe paramilitar durante dos o tres días y parte de sus conversaciones se centraron en los reclamos que al parecer le hacían a Castaño para que “hiciera justicia con los auxiliadores de la guerrilla”.

En esa visita, ‘Báez’ narró que Castaño le leyó un correo enviado en mayo de 1999, en el que el empresario Echavarría decía al final: “Si usted llega a tomar la decisión de liberar viva a la señora Piedad Córdoba Ruiz, el país no se lo perdona. Liberar a esta señora con vida es un acto de irresponsabilidad contra la patria. Atentamente Hernán Echavarría Olózaga”. No obstante, y ante la presión nacional e internacional, Córdoba fue dejada en libertad el 3 de junio de 1999 en Necoclí, Antioquia.

Antes las preguntas de la magistratura y de la misma exsenadora, alias ‘Ernesto Báez’ aseguró que hubo otros empresarios, funcionarios y políticos muy cercanos a Castaño que incidían en la toma de decisiones de las Auc. Dentro de ese grupo destacó a Narváez, así como a Humberto Agredo (señalado por Báez de ser el “genio” detrás de la compra de cerca de 9.000 armas búlgaras para las autodefensas a través del Ejército de Colombia) y al ganadero monteriano Rodrigo García, ya fallecido. (Ver Confesión de ‘Ernesto Báez’ involucró a 56 personas)

Córdoba también hizo alusión a los militares y les preguntó a los exjefes del Bcb qué tanta incidencia tuvieron en su plagio, pues de acuerdo a una anécdota que narró, es muy probable que hayan tenido relación con ese hecho. Según dijo, cuando estaba próxima a su liberación el entonces vocero de las Auc le dijo que la liberaría entregándola a una comisión. Cuando ella se negó a ese mecanismo, Castaño le insistió, advirtiéndole que “yo no la puedo dejar ir a usted sola porque la matan los militares por ahí”.

Finalmente, la excongresista reclamó que dieran a conocer los responsables del homicidio de su asesor Jaime Gómez, desaparecido el 21 de marzo de 2006 en el Parque Nacional, de Bogotá, y encontrado un mes después, “como una calavera”, según dijo. Ocho años después de la ocurrencia de ese hecho, un informe pericial del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, divulgado el pasado 17 de mayo, confirmó que la muerte de Gómez fue violenta y de carácter homicida.

Al final de la intervención de la excongresista y antes de terminar la audiencia, la magistradaValencia dijo que lo vivido allí era un momento histórico, pues a pesar de lo ocurrido y la trayectoria de Córdoba se atrevió a perdonar de frente a sus victimarios.

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