El nuevo acuerdo de paz y de esperanza.

Este Acuerdo definitivo espera ahora su refrendación para dar paso a su pronta implementación por la que claman las mayorías en las calles y plazas de Colombia.


Gracias al clamor del pueblo colombiano y producto de la inquebrantable voluntad de paz de las partes, el pasado 12 de noviembre hemos firmado un Acuerdo definitivo para el fin del conflicto. Estamos convencidos de que esta es una victoria de nuestros combatientes, el movimiento social y popular y todos los sectores democráticos del país amantes de La Paz.

La movilización ciudadana y los aportes recibidos desde las más diversas expresiones sociales y políticas, han vigorizado y enriquecido el Pacto de Paz, sin que éste hubiese perdido su esencia labrada en más de 4 años de diálogos.

Es un Acuerdo definitivo, incluyente y con las voces de todos y todas: de los múltiples credos religiosos, de las mujeres, de la población LGTBI, de la juventud y los estudiantes, de los partidos políticos, de la academia, de los empresarios, de la rama judicial, de los defensores de DD.HH., de militares y guerrilleros. En él se consagran La Paz y la reconciliación para nuestro pueblo, sin detrimento de lo conquistado en derechos por ningún sector de la sociedad.

Para quienes acompañaron este importante proceso de respaldo a la paz y conquista de este acuerdo definitivo, la historia y las futuras generaciones guardarán infinitas gratitudes y reconocimientos.

El Acuerdo Final ha sido firmado en uso de las facultades constitucionales vigentes del Presidente de la República, en concordancia con los procedimientos propios del Derecho Internacional Humanitario, y en el marco de la jurisprudencia contenida en la sentencia C-376/2016 de la Corte Constitucional.

El Acuerdo cerrado por las partes el pasado 12 de noviembre, es un acuerdo definitivo, suscrito como reza en su Preámbulo como Acuerdo Especial en los términos del artículo 3 común a los Convenios de Ginebra de 1949, para efectos de su vigencia internacional.

La paz no da más espera ni soporta dilaciones.

Este Acuerdo definitivo espera ahora su refrendación para dar paso a su pronta implementación por la que claman las mayorías en las calles y plazas de Colombia.

El Acuerdo Definitivo no es un acta de rendición de la insurgencia, ni del gobierno, sino un gran consenso conquistado con la amplia mayoría de sectores sociales y políticos para terminar la guerra sin sacrificar la esencia de los derechos reivindicados por la ciudadanía.

Una lectura rigurosa del texto final, deja en claro que lejos de cualquier artificio propagandístico, no se ha claudicado en ninguno de los puntos fundamentales que inspiraron nuestra lucha armada y que nos llevaron a construir esta senda hacia la paz. La Reforma Rural Integral, la Apertura Democrática, la Solución política al problema de los cultivos de uso ilícito, la Verdad, Justicia, Reparación y No repetición para las Víctimas, y el Enfoque de Género, permanecen en el documento.

Se garantiza igualmente la reincorporación de los integrantes de las FARC-EP a la vida civil y su tránsito a movimiento político legal en pleno goce de sus derechos políticos, y se deja atrás las añoranzas del derecho penal del enemigo y de un sistema judicial punitivista y carcelero, para dar paso a un nuevo sistema de justicia restaurativa para todos los actores del conflicto.

La necesaria seguridad jurídica de todo lo acordado se mantiene, al definirse claramente que todos los contenidos que correspondan al derecho internacional humanitario o a los derechos fundamentales y sus conexos, serán parámetros obligatorios para la interpretación y validez de todas las normas que reglamentan el acuerdo.

Al conservar su arquitectura fundamental, el Acuerdo definitivo posee la potencia transformadora y democratizadora para dejar atrás a la vieja Colombia de guerra y miseria.

Somos conscientes de que la posibilidad real de desatar la potencia transformadora de los acuerdos descansa sobre su legitimidad política y social, de la decidida participación democrática en su implementación y desarrollos, a la que convocamos desde ya a todo el pueblo colombiano.

Esta firma no es el punto de llegada ni para el país ni para nuestra lucha insurgente. Es un paso más en la concreción del anhelo de todos los colombianos y colombianas por vivir en una Colombia democrática, con justicia social. Las FARC-EP seguiremos trabajando incansablemente por avanzar en el cumplimiento de lo acordado y por proseguir nuestra lucha por una Nueva Colombia sin el recurso de las armas. Por ello, reiteramos el llamado que hiciéramos con el Gobierno a concertar con todas las fuerzas vivas del país, “un gran ACUERDO POLÍTICO NACIONAL encaminado a definir las reformas y ajustes institucionales necesarios para atender los retos que la paz demande, poniendo en marcha un nuevo marco de convivencia política y social”, que permita continuar y consolidar esta ola de transformaciones en pos de la reconciliación de nuestra patria que este Acuerdo de Paz ya ha desatado.

Secretariado del Estado Mayor Central de las FARC EP.