El legado de Chávez

En el marco de las actividades del X Encuentro internacional de intelectuales, artistas y luchadores sociales en defensa de la humanidad que se desarrolla en Caracas, ayer 27 de marzo en la tarde se realizó la conferencia del Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Álvaro García Linera, sobre el legado del Presidente Hugo Chávez. Linera es un destacado representante de la nueva generación intelectual política latinoamericana, cuya acción ha compartido esperanzas y sacrificios en las luchas políticas emancipatorias y cuya reflexión teórica es orgánicamente protagonista de los procesos de cambio que recorren América Latina y el Caribe en las últimas décadas. Esa identidad biográfica con la historia colectiva, esa reflexión rigurosa, creadora y autónoma, pero militante inseparable de los procesos realmente existentes de los actores dominados, subordinados y en lucha, distingue la reflexión y el análisis de García Linera y otros como el propio Chávez, de la intelectualidad que está en posición puramente “observante” de esas luchas y esos actores. Y convierte su reflexión, más allá de su acierto o no, en un ejercicio consciente y fuertemente independiente de cualquier apriori u ortodoxia teórica. Lo que se teoriza es lo que realmente está ocurriendo y el eje ordenador de la teorización es el avance en el logro de los objetivos de emancipación integral y en no pocas ocasiones simplemente rompe con pensamientos oficiales o instalados como “políticamente correctos”. Esta reflexión se inscribe y ejemplifica plenamente ese específico movimiento de producción de conocimiento. Entregamos el registro de algunos de los más sustanciales párrafos de la misma.

Reflexión insuficiente pero imprescindible

“Hacer un balance, evaluar y reflexionar el legado del Presidente Hugo Chávez para la teoría y la acción revolucionarias, emancipatorias, en América Latina y el mundo, sin ninguna duda será insuficiente. Porque necesariamente tomará tiempo dimensionar por completo un legado tan grande como el del Presidente Hugo; él es de los que son grandes justamente porque su trascendencia, los cambios de paradigma que aportan sólo pueden dimensionarse en años y en décadas. Aún así es urgente reflexionar. No lo veremos todo, seguro, pero veremos y eso que veremos es imprescindible para la hora actual. Es urgente y es imprescindible reflexionar el legado de Chávez, aunque será insuficiente, porque se nos va la vida en ello; se juega el destino, la victoria o la derrota, de los actuales procesos de cambio revolucionarios y progresistas en América Latina y el Caribe”.

Un antes y un después de Chávez

“El Presidente Hugo es un parte aguas, pone un antes y un después, representa un quiebre, un punto de bifurcación. Antes de su emergencia toda América Latina se movía prácticamente sin excepciones bajo una prepotente e imparable, apabullante, hegemonía y dominación imperial, de las transnacionales, el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). En economía, y esto es la definición esencial del neoliberalismo, acumulación privada por expropiación y apropiación de lo común, de lo público estatal y social: agua, bosques, biodiversidad, recursos naturales, recursos del estado, etc. En lo político, detrás de la formalidad de una democracia liberal representativa, la reproducción de una élite y una clase política al servicio de esos poderes, de espaldas a los pueblos. El embajador norteamericano, las transnacionales, el BM, el FMI dictaban la economía y la política. El buen político era el que lograba más apoyo de ellos. En lo ideológico, el discurso del amo, del dominante, el modelo del amo, es el que se impone como bueno y deseable en el imaginario social. La caída de los socialismos reales ponía la lucha por una sociedad opuesta y alternativa al capitalismo como una imposibilidad, un desvarío necesariamente fracasado y ya sin lugar. Se había llegado al fin de la historia, donde no hay nada más que esperar ni proponer. Capitalismo neoliberal en lo económico, democracia liberal representativa en lo político. Los sectores dominados quedaban así sin ideas fuerza, únicas que únicamente en la lucha política devienen en fuerza material. Sin esas ideas fuerzas esperanzadoras y movilizadoras, las resistencias no podían ya diseñar un otro destino, un otro futuro; parecían los últimos estertores de las ya caducas luchas del siglo XX. Esta dominación neo-colonial marcó las décadas del 70’, 80’ y 90’. Había luchas, resistencias movilizaciones, pero fragmentadas, aisladas y en última instancia fácilmente sobrepuestas por este modelo hegemónico. Las luchas armadas, diezmadas y aniquiladas, una generación entera de valiosísimos cuadros sacrificada en esos intentos. La revolución chilena de Allende aplastada, la revolución sandinista de Nicaragua desgastada y finalmente golpeada; la revolución cubana, heroica, luminosa, pero aislada, replegada a la más dura resistencia para sobrevivir.

En medio de ese panorama sombrío, de esa larga noche de dominación incuestionable, surge un hecho, un destello, la sublevación del comandante Chávez. ¿Qué es esto? Que un militar, desconocido, habla de igualdad y se enfrenta a un sistema que parecía invencible. Fracasa, pero hace un gesto y una actitud inédita que hace toda la diferencia con el pueblo, asume toda la responsabilidad. Y deja un mensaje críptico en ese entonces pero que después mostraría todo su significado. Dice: ‘por ahora’. Y no pasará ni una década para que ese por ahora devenga en una historia política revolucionaria. ¿Qué había pasado? ¿Qué movía a este hombre que rompía con lo que parecía inmodificable, invencible? Él había visto e intuido lo que nadie más, había presentido lo que venía y por eso el por ahora. Y ese proceso lo llevará a la Presidencia, a un comandante de tez cobriza en un país que siempre tuvo como imaginario deseable la piel blanca, lo rubio. Tampoco tiene apellido, ni viene de los sectores de clase tomados como modelo deseable. Los parámetros de lo deseable y lo deseable están cambiando de manera trascendente, revolucionaria. Así, Chávez cierra el siglo XX con una gran sublevación democrática y abre el siglo XXI con un gran triunfo electoral, en ambos casos la resistencia ha pasado a ser propuesta de poder, han cuestionado radicalmente la invencibilidad y aún imposibilidad de proponer alternativas al modelo hegemónico.

Chávez abre cauce, potencia, muchos otros procesos democráticos, patrióticos, progresistas y revolucionarios de América Latina y el Caribe. Que cada cual en su propio grado, en su propia forma van configurando una situación de avance de las luchas emancipatorias como nunca antes en la historia. Del oscuro del siglo XX se pasa al rojo, rojito como dicen acá, del siglo XXI. Y esto ¿dónde comienza?, ¿quién lo comienza? Acá, y Chávez el que inaugura una época de transformación revolucionaria. Claro, hay excepciones todavía, países que se mantienen aún en el esquema anterior de subordinación a los poderes dominantes, porque estamos iniciando esta tarea, estamos en la cuarta parte de la tarea. Pero el hecho es que, mientras el resto del mundo, especialmente los decadentes poderes aún hegemónicos del norte, muestran aguda crisis de los criterios neoliberales, en América Latina y el Caribe se gestan gérmenes embrionarios los elementos de una nueva civilización y Chávez está indiscutiblemente en el centro de esa gestación.

El Estado como relación y correlación

“Un aporte muy importante, trascendental, del Presidente Hugo fue mostrar de manera práctica que nuestra antigua y tradicional concepción del Estado como cosa, como objeto, como trinchera enemiga a la que había que cercar, combatir, tomar y destruir para construir otra cosa, no estaba completa. Que el Estado es también flujo, relación, correlación de fuerzas de las clases y de los bloques de clases y sus intereses. La concepción del estado como cosa, como esa trinchera enemiga decía entonces que el Estado no servía de ninguna manera para hacer cambios sociales, ya que es, económicamente, la representación de los intereses de una clase para explotar y dominar a las demás; políticamente el instrumento institucional para asegurar esa explotación y dominación; militarmente, el monopolio de las arma para ese aseguramiento. Esta concepción llevó incluso a la izquierda o sectores de ella a una visión extrema que miraba, no sólo al estado, sino al poder mismo como algo que en sí era inútil o contrario a los objetivos revolucionarios de emancipación. Pero con Chávez empieza el cambio de esa concepción a una más completa y útil donde el estado es todo eso, esa cosa, esa trinchera, pero además es también el reflejo, la síntesis invertida de la sociedad, por eso el estado es también sociedad civil, refleja sus correlaciones. Porque si el Estado es reflejo de la sociedad, cambiando la sociedad, cambiando las correlaciones de fuerza, las hegemonías y liderazgos en la sociedad, se cambian las del Estado. Esto involucra una reinterpretación de la hegemonía como liderazgo intelectual y moral que irradia sobre el resto de la sociedad. Es una relectura gramsciana. Se trata de que un nuevo sentido común, moviliza y se hace fuerza. Ideas fuerza que son ideologemas que articulan, movilizan, se hacen fuerza, liderazgo social, hegemonía. Modificar el orden mental de la sociedad y de ese modo modificar el Estado que la refleja. El Presidente Hugo logra este cambio y alcanza el poder del gobierno, que no es ni siquiera todo el poder, ni siquiera todo el poder del Estado. Pero desde el poder del gobierno, con el poder del gobierno sigue y aumenta la transformación de ideas, correlaciones, hegemonías, y sobre eso, la del Estado, en un proceso largo y difícil, pero permanente”.

Poder constituyente

“Un debate permanente de la humanidad, inmanente de toda revolución. Y que es más que el medio o mecanismo de la Asamblea Constituyente que en un momento lo expresa como poder constituido, poder formado como institucionalidad y como normativa, como definición de qué es lo común, lo colectivo. El poder constituyente es historia que uno recibe, pero sobre todo historia que se hace, inventa, crea. Esto está en relación necesaria con el eje anterior porque si el estado es únicamente cosa, trinchera enemiga, no puede haber poder constituyente. Poder constituyente es todo lo opuesto a la elite y clase política, al contubernio, a la administración de los intereses anti populares y coloniales de los poderes. El poder constituyente es sociedad desbordante, creativa. Una especie de lava subterránea, ardiente y creadora, que se enfría solidifica en poder constituido, instituciones, normas, pero que también puede emerger y deshacer esa solidificación para formar una nueva. Y la expresión histórica inmediata de esa concepción del poder constituyente, la Asamblea Constituyente, después de la revolución bolivariana, comienza a ser bandera de muchos movimientos democráticos, patrióticos, progresistas y revolucionarios del continente y hoy día incluso de Europa. Y esta concepción y este movimiento también empieza en nuestra época acá y con el presidente Hugo”.

Concreción material del antimperialismo

“Hemos nacido Estados y repúblicas por el antimperialismo, entonces colonial español. Nuestra región es por definición antimperialista. Y ha vivido su historia republicana como sucesivas oleadas antimperialistas alternadas con hegemonías imperialistas coloniales. La oleada independentista de Bolívar, San Martín, Katari y Amaru y tantos otros y otras contra el poder español, a la que siguió el dominio neo-colonial de poderes ingleses, franceses y otros. La oleada de inicios del siglo XX y hasta mediados del mismo, con diversos procesos y gobiernos nacionalistas que nacionalizan riquezas y emprenden tareas de justicia social e integración continental, que da paso a la hegemonía imperial norteamericana. A la cual se enfrenta la oleada antimperialista subversiva y guerrillera, de las décadas de los 60’, 70’ y 80’, de extraordinaria, excepcional, claridad en las tareas de unidad continental, justicia social y antimperialismo, derrotada brutalmente, dejando a la heroica y luminosa revolución cubana en el repliegue de resistencia defensivo y dando paso a la larga noche neoliberal neo-colonial.

La revolución bolivariana termina con ese último ciclo de descenso, levantando un nuevo antimperialismo. Recogiendo todas las banderas antimperialistas anteriores, todas esas memorias, esa herencia. ¿Pero qué agrega Hugo Chávez a lo que hereda? Es la base material, la decidida y clara realización de las bases y condiciones que permiten la independencia y que sin ellas el antimperialismo es nada más retórico, teórico. Primero la base económica, la independencia económica. Segundo y muy importante, si el antimperialismo necesariamente es continental, debe tener estructura material concreta, que lo permita. Y Chávez, personalmente, no sólo teóricamente, sino concreta y personalmente, es el diseñador y motor que siempre estuvo hablándonos, motivándonos, haciéndonos entender esto, y surge CELAC, ALBA, PETROCARIBE, UNASUR, etc. En fin, un robusto edificio de unificación multi dimensional latinoamericano y caribeño, una tarea recién echada andar, larga, difícil, compleja, pero que está empezada”.

La ética fundamental

“El aporte del Presidente Hugo es infinito, aún es un proyecto, aún son pasos pequeños pero de toda trascendencia histórica. Y nos muestra una dimensión muy importante del Presidente Hugo. La nueva ética, los nuevos valores. Porque la dificultad más grande de la tarea continental es que prevalece la mirada local, primero mi mercado, mi moneda, mi ingreso, un arraigado egoísmo estatal, nacional. Y el Presidente Chávez nos desafía a una nueva y radical ética, a pensar y construir institucionalmente comuna comunidad más grande, un comunitarismo continental, en todas las áreas, con nuevos valores incluso en lo económico, por ejemplo con las empresas grannacionales, imagínense el desafío que nos dejó Chávez, pensar y construir empresas estatales compartidas entre nuestros estados para bien de todos. Y va más lejos aún, con la misma audacia política y coraje ético nos desafía a un comunitarismo universal, humano. ¿Cómo será eso? No sabemos, pero vamos a construirlo ahora, sin vacilaciones, sin concesiones a los viejos valores egoístas en crisis, eso nos repetía el Presidente Hugo”.