El ayer, el hoy y el mañana de la mujer en las fuerzas militares

Después de largos años de reivindicación de derechos de las mujeres, donde se han presentado luchas sociales para dar a conocer las diferentes problemáticas que se originan en la sociedad civil, hoy nos encontramos para dar contexto a la mujer en el ejercicio del ser militar y del ser policía; si bien los que hemos pasado por las filas de estas instituciones conocemos el interior de las mismas y sus escuelas de formación, sufrimos en cuerpo propio la marcada desigualdad entre hombres y mujeres, pese a que en los
últimos tiempos, el mando se ha abierto a trasformaciones que buscan establecer parámetros de igualdad.
Es necesario acotar que las instituciones dentro de las cuales nos formamos y que hoy representamos cuentan con un aprecio enorme, ya que, así como se desea ser médico, enfermera o maestra, el llamado para ser militar es el deseo de muchas colombianas que buscan trabajar por su patria, pero gran desolación deja en las familias y en las personas, la falta de una política clara para conservar la dignidad y el respeto hacia las mujeres
dentro de las mismas instituciones armadas.

En la práctica, se puede estudiar esta problemática a partir de tres grandes ejes:

1. Violencia intrafamiliar.

En el contexto de la formación y en ocasiones la disciplina que se imparte mediante el maltrato en los miembros de la fuerza pública, sumado a la exposición del militar a factores altamente estresantes, no se brinda un trato digno al sujeto y en ocasiones se vulneran sus derechos; la salud mental se ve afectada y la inclinación hacia el maltrato va en aumento, estos factores desencadenan violencias en la parte más frágil de las instituciones militares y de policía, que es, la familia militar, donde se presenta una afectación poco visibilizada, pero muy cotidiana, la violencia intrafamiliar, que es ejercida desde uno o varios tipos como lo son la violencia física, la violencia emocional, la violencia sexual y la violencia económica.

En este entorno donde las mujeres y niños ven como la salud mental no tratada del integrante de la fuerza  pública, el maltrato por parte de superiores y la imposibilidad de expresar sus emociones detonan violencias en el hogar, no existen organismos dentro de la fuerza pública que sirvan de garantes en las condiciones de vida de las familias, no existe quien realice un seguimiento a los hechos de maltrato que se dan a diario y que desencadenan en la destrucción de familias y afectaciones a menores y mujeres.

Un ejemplo claro es el maltrato psicológico y físico cuando se conforman familias entre suboficial mujer y oficial hombre en donde el sujeto con mayor grado discrimina, humilla, agrede y menosprecia al de menor grado, esto dado a la doctrina impuesta donde se valora el ser humano por su grado, donde las escuelas de oficiales imparten la superioridad en sus alumnos y el derecho a pisotear la dignidad del subalterno, en este
caso la mujer, adicional a esto los mismos mandos colaboran con los victimarios con traslados o permitiendo ascensos aunque tengan denuncias en organismos judiciales en la justicia ordinaria o procesos legales.
En estas instituciones se encuentra una práctica muy conocida, pero poco reconocida, el silencio, silencio de las mismas instituciones donde se nos dicen frases que coadyuvan a la impunidad como son: “la familia es primero”, “él va a cambiar”, “si se separa usted no va a poder sola”, “quién le ayudara con su o con sus hijos”, “una mujer militar se ve muy mal separada”, entre otras frases; de la misma manera se establece que los organismos del Estado encargados de la protección de la mujer no tramitan, no concluyen, no son eficientes y tardan en las investigaciones aumentando con esto la impunidad. Pero pese a todos estos obstáculos, la mujer militar y policial se sobrepone a los problemas, y saca a su familia adelante con empeño y amor, superando otra falencia de las instituciones, ausencia de apoyo a la madre soltera, falta de tolerancia de los mandos ante los retos que tiene que sortear la mujer y falta de mecanismos de apoyo para ellas y sus hijos.

El Ministerio de Defensa, para la solución de esta problemática, solo ha desarrollado campañas con lindas fotografías y con elevados gastos en las llamadas oficinas de familia, donde no hacen eco las denuncias, donde no se acompaña integralmente a las víctimas y no existe ruta establecida a la víctima de maltrato. Las violencias no solo se determinan en plano físico, sino también por el daño psicológico que deja el maltrato tanto en niños
como en mujeres, afectaciones que en muchas ocasiones son imposibles de superar y donde las instituciones no ayudan a las víctimas, sino que al contrario las revictimizan al ser instituciones ausentes y permisivas al maltrato.

2. Acoso sexual y violencia sexual.

En 2015 se estableció el “Protocolo de la fuerza Pública para la prevención y respuesta a la violencia sexual, particularmente en relación con el conflicto armado”, del mismo modo la Resolución 2795 de 2018 establece la política pública sectorial de transversalización del enfoque de género para el personal uniformado 2018-2027, y la Resolución 3010 de 2020 donde se adoptan lineamientos orientados a la equidad de género y a la prevención y atención integral de las violencias de género en la fuerza pública, con énfasis en violencia
sexual.

Dentro de esta normatividad cabe destacar la creación de oficinas de género, observatorios de género en las Fuerzas, enfoque de género en programas de formación, rutas para el abordaje integral de las violencias contra las mujeres, campañas de cero tolerancia frente a violencias y canales de denuncia de casos de violencia de género, si se observa, el marco normativo impone a las instituciones una serie de mecanismos para garantizar el libre desarrollo tanto de mujeres como en aspectos de género, pero en la actualidad a más de dos años de su firma no se ha cumplido, dejando un vacío para la investigación, sanción y acompañamiento a las personas afectadas con violencia de género, dejando a su vez una enorme brecha de injusticia patrocinada por las
instituciones ante su falta de acción.

En el tema de acoso sexual no solamente está comprometido el causante del hecho, si no que adicional están las oficinas de talento humano, superiores y compañeros que colaboran con su complicidad, realizando traslados a otras unidades como si el abuso no hubiera existido y ejerciendo presión en las víctimas para que no denuncien los hechos.

3. Inequidad en trato, formación y ascensos.

Es claro que es complejo el ingreso a las mujeres en un mundo netamente patriarcal, como lo es el militar, desde su incorporación se ve claramente la discriminación en sus condiciones sociales, económicas y educativas, en algunas escuelas no se ha abierto la posibilidad del ingreso de mujeres suboficiales de carrera y las limitan a ser de carácter administrativo, estas convocatorias son extraordinarias y no existe para las mujeres la posibilidad de efectuar el escalonamiento de suboficial a oficial, ya que las instituciones no brindan oportunidades claras por el mismo mecanismo de ascenso, cosas posibles en otros ejércitos del mundo, que mediante la academia y la preparación militar la mujer abre el camino para ascender desde su incorporación como soldado hasta alcanzar por mérito ascensos hasta la carrera de oficial. En cuanto al tema de ascensos para los más altos cargos siempre se asignan pocos cupos para la mujer y los hombres ejercen su
hegemonía en el poder.

Por último y de mucha importancia es el papel que tiene la mujer dentro de las fuerzas armadas como eje fundamental en el proceso del restablecimiento de lazos con las comunidades, sirviendo como garante de paz o gestora de paz, lo que significa una modificación de las brigadas cívico-militares y la doctrina de seguridad nacional que la sustenta, por una nueva doctrina de seguridad humana y ambiental conforme a los principios de Naciones Unidas y que honra la identidad de las mujeres en equilibrio con los hombres en el derecho del cuidado, los derechos del corazón.

Dentro de las instituciones contamos con las capacidades profesionales de miles de mujeres y hombres que tienen el deseo de servir a su patria, y que mejor que ayudando a aquellos donde el conflicto armado dejo a su paso desolación y dolor y de esta manera aprovechar los recursos con los que cuentan las instituciones, su personal, su capacidad y sus destrezas en el análisis de terrenos complejos, en aras no solo de brindar al Estado la presencia en los territorios militarmente, sino con aportes a las comunidades de difícil acceso y comunidades afectadas por el conflicto buscando con ello mejorar sus condiciones de vida.

A través de lo anterior se pretende aunado con lo propuesto en la reforma general de las FFMM y PONAL, cambiar el miedo de la sociedad civil a estas instituciones, cambiar la percepción que hoy niñas y niños tienen en sus comunidades de que el Estado es exclusivamente un Estado opresor y no un garante de sus derechos y en caso concreto garante del respeto a la vida. Las mujeres militares y de policía deben ser pioneras en la
reconciliación para que no sea solo la percepción de paz, sino que sea la verdadera paz que todos buscamos.
En mi experiencia personal hace unos días asistí al séptimo festival de las memorias, 25 años Génesis en Cacarica, Chocó, estrechando lazos con las comunidades afectadas por el conflicto, reuniéndonos con víctimas, excombatientes, académicos, organizaciones no gubernamentales y organismos internacionales, donde más que conmemorar el aniversario de un hecho que cambió por completo la vida de sus habitantes, celebramos la
vida, la unión, la verdad y sobre todo la reconciliación entre colombianos donde no existen diferencias, solo nos une las ganas de construir un mejor país.

YULY CEPEDA BERNAL
Directora Ejecutiva Corporación Veteranos por Colombia

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Imagen: https://www.agenciapi.co/noticia/politica/veteranos-por-colombia-rechaza-asistenca-militar