De frente con el llamado ‘Zar de las esmeraldas’ Carranza, al banquillo

El nombre de Víctor Carranza se pasea por la historia del país en los últimos 50 años. Unos dicen que es el zar de las esmeraldas, otros que es el gestor del paramilitarismo y algunos más que es un hombre poderoso que ha sabido sobrevivir a todas las guerras. Ahora se dice que el juez español Baltasar Garzón lo quiere tras las rejas. Él se defiende y desde un apartamento en Bogotá así le responde a El Espectador.

¿Cómo arranca en el mundo de las esmeraldas?

Yo nací en Guateque, cerca de las minas de esmeraldas de Chivor. En este país hace 75 años se adolecía de muchas cosas y había mucha pobreza. En el campo los pelados empezamos a trabajar a los 5 años. Mi padre murió cuando yo tenía dos años, quedamos sin protección los seis hermanos y mi madre, teníamos una finca pequeña y éramos muy pobres. Me tocó abrirme paso. Dos años en la escuela y al rebusque. Con el auge de las minas se me ocurre ir para allá a los 8 años con un grupo de pelados. Guateque era el centro de negocios de esmeraldas de la región y fui aprendiendo.

¿Y qué encontró?

En 1945, de las minas caía lodo a un río donde se colaban esmeraldas, siempre fui de buenas y comencé a encontrar cositas y empecé a negociar y me fui perfeccionando. Luego entré a la mina de Chivor como trabajador, tenía 11 años. Después empecé a asociarme, en el año 47 arranqué para Gachala a una mina que se descubrió. Yo nunca he sido despilfarrador, como todo campesino pensaba en tener algo.

¿Cuándo pasó de ser trabajador a propietario?

En 1963 con unos vecinos de Chivor que llevaban 17 años pidiendo un permiso para una licencia de explotación de una mina de esmeraldas, eran los Salinas, y ellos me propusieron que si les ayudaba con eso me daban una participación. Yo les ayudé con un abogado amigo de Guateque y de la mina Mundo Nuevo me dieron el 25%.

¿La época de La Violencia qué tanto afectó a los esmeralderos?

En esa época se oía de Efraín González y el Ganso Ariza, que se alzaron en armas, pero ellos por allá y nosotros en nuestro trabajo. Nunca tuvimos vínculo. Precisamente en 1960 encontramos la mina Peñas blancas y es por ahí que se escucha de estos personajes. Aquí todas las minas que hay en el país las he andado. Tantos años uno metido en túneles, la zona le habla, por eso sé dónde están las esmeraldas. Yo les he enseñado a geólogos suizos cómo encontrar las gemas. He sido de buenas, las esmeraldas me llaman.

¿El presidente López fue el que les entregó las minas?

Sí, porque teníamos la experiencia para manejar el negocio. El presidente López dijo ‘estos vergajos saben y se me están corrompiendo la Policía y el Ejército al lado de las minas’. Hicimos la propuesta con Juan Vitar, a quien conocí en el trajín de la minería en 1962. Él es costeño, estudió en la Javeriana y para costearse su estudio vendía joyitas, él me dijo que nos asociáramos, que él era condiscípulo del presidente Misael Pastrana. Vitar comenzó a financiarme con plata y él tallaba y comenzamos a viajar a Europa a vender esmeraldas. Eso fue en 1968. En el 77 me dieron la concesión de las minas de Muzo. Yo digo que si uno es un delincuente cómo es que el Gobierno lo ha tenido en cuenta durante tantos años para explotar las minas.

¿En qué momento aparece Gilberto Molina en su vida?

Él era de la región, trabajó en el Banco de la República, sabía que era un hombre con buena reputación. Hice llave con él hasta que lo mató Gonzalo Rodríguez Gacha.

¿Cómo aparece en el mundo de las esmeraldas el narcotraficante Gonzalo Rodríguez, alias El Mexicano?

Él no fue socio de Gilberto Molina ni mío, como se dice. Él siempre fue narcotraficante y se alió con grupos de autodefensa. Él se metió a la región no por razones económicas sino estratégicas. Él era de Pacho (Cundinamarca) y necesitaba controlar la zona para moverse, por eso hizo presencia con sus hombres. Eso ocurrió a principios de los 80. Apareció el vergajo por los lados de Dorada. Gilberto Molina tenía unas tierras allá, lo conoció y le vendió una finca. Luego el tipo fue a la mina y propuso meterse como accionista, ya se oía decir que era narcotraficante. Yo a él lo conocí en una feria en Girardot donde estaba el Gobernador y el comandante de la Policía en una mesa. Ahí me lo presentaron.

¿Él le propuso hacer negocios?

Sí, pero no en ese momento. A través de Gilberto, Gonzalo ofreció comprar a un muy buen precio parte de la empresa, y yo le dije a Gilberto: ‘¿Usted no ha oído que el tipo tiene problemas de narcotráfico con el Gobierno? Si ese tipo se mete acá al otro día el Gobierno nos da dos patadas y nos quita la concesión’. Nunca le permitimos la entrada y esa fue la razón para que jodiera a Gilberto Molina y nos declarara la guerra.

¿Qué hizo para defenderse? ¿Montó su equipo de seguridad?

Esconderme. La gente allá no gusta del narcotráfico y la gente estaba con nosotros porque hacíamos obras sociales, nosotros pagábamos los docentes de la región. Cuando apareció Rodríguez Gacha, rodeándome por todo lado, después de matar a Gilberto, yo simplemente me encerré en la mina.

¿Cuántas personas murieron en la guerra con El Mexicano?

Se habla de 3.000 en la prensa.

¿Cómo fueron los días previos a la muerte de Molina?

Rodríguez Gacha manejó a Gilberto como si fuera su amigo, ni lo amenazó con que lo iba a matar, hasta que lo engañó. Gilberto estaba en su finca, Gacha le mandó unos paramilitares, como estaban uniformados Gilberto pensó que eran de la Fuerza Pública y lo mataron.

¿Ese asesinato fue un mensaje de guerra hacia usted?

Así lo entendí.

¿Qué hizo para contrarrestar semejante maquina de guerra? Es lógico que uno se arme para defenderse.

Qué podía hacer yo frente a un demente de esos.

¿Armarse también?

No. La seguridad mía era la misma gente de la región que no lo dejaron entrar y avisaban a las autoridades cualquier cosa extraña. Cuando asesinaron a Gilberto Molina la gente me pidió que liderara las empresas. Yo les dije, si es para trabajar llámenme, si no, no. Yo no soy de problemas. Comencé a pensar en el proceso de paz, me reuní con el obispo de Chiquinquirá Álvaro Jarro, con todos los sacerdotes de la región y les dije: ‘Los que casaron esta guerra se jodieron’, porque al poco tiempo de la muerte de Gilberto murió Gonzalo Rodríguez.

¿Pero cómo vive esos meses después del asesinato de Gilberto Molina, que fue en febrero de 1989, hasta que la Policía dio de baja a El Mexicano, en diciembre de ese año?

Estuve escondido en las minas. No salí porque sabía que era hombre muerto. Una vez nos iban a bombardear la zona. La gente sabía que si había algo raro sonaba una sirena y todos, para los huecos. Un día desde una avioneta esos tipos tiraron a un hombre vivo enmochilado en un costal y pensamos que era una bomba. Era un muchacho de apellido Quimbay. Se oían los gritos.

¿Y usted no acudió a ninguna autoridad?

No, porque ese bandido tenía tanto poder que influenciaba con autoridades y el peligro era que me infiltraran a alguien y me mataran. Nosotros tuvimos Policía en la región prestando seguridad, pero se volvió un problema porque terminaron pensando que las minas eran de ellos y nos tocó pedir que nos quitaran la seguridad.

¿Pero cómo se hace una guerra de un solo bando? Usted sólo estaba ‘armado’ de valor

Fue así. La gente me defendía. Se oía que El Mexicano iba a entrar a las minas, pero no se atrevió. Cuando murieron Gilberto y Gonzalo se acabó el problema. Era absurdo que la gente se matara por nada, por negocios de las esmeraldas.

¿Desde entonces diversificó su negocio?

A medida que hice mis primeros pesos también hice inversiones, como comprar ganado o propiedades en el Llano.

¿Cuántas veces se vio con Rodríguez Gacha?

Dos veces, una en Girardot y otra vez en Quípama, en una campaña política.

¿Supo entonces de la alianza de Gacha con los Castaño y Pablo Escobar?

No, eso fue después. Con el problema de Gilberto ya supimos que ese tipo tenía conexiones y sus relaciones con los
‘narcos’.

¿Cómo fue el proceso de paz con monseñor Álvaro Jarro?

La gente me buscó y yo les dije que había que acabar esa ola de intransigencia y de muertes. Con monseñor hablé y le dije que como católicos lo íbamos a oír. Alguna vez hablé con los sacerdotes y les dije que ellos sabían cuáles eran los buenos y los malos de la región, que nos ayudaran, que por qué no trataban de convencerlos para que abandonaran las armas. En menos del mes los sacerdotes hicieron la tarea y labor social se acabó la guerra.

¿Y los paramilitares qué?

Se asentaron en Puerto Boyacá, bastante lejos de las minas. Y a Puerto Boyacá los mineros no vamos a nada.

En 1989 se dice que en una finca suya en el Llano encontraron unas fosas comunes, ¿qué pasó con la investigación?

Mi finca en el Llano se llama La Reforma. En ese entonces Gonzalo Rodríguez tenía infiltrado el DAS, prepararon un allanamiento a la finca mía y encontraron 25 trabajadores sembrando pasto y una escopeta. Se fueron a otra finca de 60 mil hectáreas, muy lejos de la mía, y allá encontraron las fosas. Ya los paramilitares andaban por ahí. Fue en esa otra finca, no en la mía, pero la gente del DAS dijo que fue en mi predio. Rodríguez Gacha quería untarme, meterme en problemas. El que fue al allanamiento era un capitán amigo de Gonzalo. La investigación aclaró todo y se revelaron falsedades de quienes me acusaban.

¿Y cómo sabe usted que El Mexicano infiltró el DAS?

Por comentarios de la misma gente. Gacha infiltró todas las autoridades. Gente del mismo DAS contó. Uno tiene amigos, este país es grande pero se tienen amigos que me decían que ese vergajo mandaba en el DAS. Entonces me marcaron con ese cuento de las dos fosas y se dijo en ese momento que mis trabajadores de la finca eran paramilitares.

También ese año un sujeto conocido como Travolta lo vinculó con las autodefensas.

Ese era de la guerrilla y declaró que yo pagaba por hacerle daño a la gente, inclusive dijo que yo di $5 millones por matar a un guerrillero que hoy está vivo y es comandante de un frente de las Farc. Cómo lo iba a matar si está vivo. Después un informe del CTI decía que a Carranza se le achacaban hasta los accidentes de tránsito.

En 1997 un fiscal lo procesó también por paramilitarismo en el Cesar y un año después lo capturaron y recluyeron en la cárcel por casi tres años.

Me nombraron en ese proceso, que unas pesquisas en la hacienda Bella Cruz y yo no tengo nada que ver. De lo otro salgo bien librado. Esos procesos son el resultado de supuestos, de versiones de oídas, de que se hablaba de mí.

¿Quiénes le montaron esos procesos?

Nunca he sido amigo de la guerrilla. Desde que me llamaron a que tenía que ir donde Tirofijo yo me rehusé. ‘El comandante lo necesita’, me decían y yo contestaba: ‘¿Cuál? No, el que me necesita que me busque’. Yo a gente ilegal no le camino. Hice reuniones en las que dije que no era justo que nos pusiéramos en manos de delincuentes en vez de cooperar con las autoridades. Eso fue en los años 70. Y fue una bomba porque me eché ese culebrerío encima. La guerrilla se me metió a la mina varias veces, sólo podía llegar en helicóptero y de sorpresa.

Pero usted ha capoteado a las Farc, los ‘paras’, la ‘guerra verde’, el narcotráfico. ¿Se considera un sobreviviente?

Sí, mi Dios está conmigo. Uno no se muere el día de la víspera.

Uno diría que usted ha sorteado todas esas violencias porque tiene poder.

El poder mío es que tengo unos pesos, ganados con el sudor de mi frente, trabajados limpiamente. Así se lo he dicho a los paramilitares y a la guerrilla: yo no les suelto un peso porque lo mío es mío.

Podría uno pensar que para proteger lo suyo recurrió a grupos privados de seguridad…

¿Y para qué están las autoridades? Yo no busco ejércitos privados, es que la autoridad está en la obligación de defenderlo a uno.

¿Por qué cree que existe la sensación de que usted siempre ha gambeteado la justicia?

Nada de gambeteado. El hombre más investigado en este país he sido yo y seguro lo seguiré siendo. A mí me gusta que me investiguen. No me molesto por eso porque no debo nada. Ojalá venga la DEA, que vengan todas las autoridades y vean lo que estamos haciendo.

¿También invitaría al juez Baltasar Garzón, de quien se dice tiene un proceso en España en su contra?

Con mucho gusto, para que vea lo que estamos haciendo y no lo que le están diciendo.

Pero no puede ser gratuito que lo gradúen a usted como el gran gestor de los paramilitares.

Nada de eso. Lo que pasa es que ando con un departamento de seguridad, 20 ó 25 muchachos para proteger a mi familia, que es grande. Y ellos andan legalmente armados. En El Espectador salió hace poco una nota que daba a entender que yo era tolerante con el narcotráfico en la zona minera. Al revés, yo he denunciado ante el Presidente, el Ministro, las Fuerzas Militares, el jefe de antinarcóticos y la embajada americana lo que está ocurriendo y tengo documentos que lo prueban. Esas denuncias son de 2004. Yo les he dicho que hay dineros sucios dentro de la explotación de esmeraldas, que se están metiendo dineros oscuros.

¿Cómo se coló el narcotráfico en el mundo de las esmeraldas?

Cuando salí de prisión (1998-2001) encontré narcotráfico y grupos paramilitares en la región. Cuando estuve detenido la gente me informó que se estaba metiendo el narcotráfico. Desde la cárcel le mandé una carta al director antinarcóticos de la Policía. Antes había cuadrado con Pablo Delgadillo, líder de la región, que yo ponía un helicóptero para sobrevolar la zona y ver dónde estaban los cultivos de coca. Así se tomaron las coordenadas y les mandamos a antinarcóticos y a la embajada americana las coordenadas de esos cultivos y se hicieron operativos con la información que di.

¿Cómo fueron esos tres años en la cárcel?

Imagínese, dejarlo todo botado, estar uno preso sin estar acostumbrado a eso, y dejar la actividad. En ese tiempo pasaron muchas cosas, un poco de personas raras aparecieron en las empresas mineras. Si hay 10 minas que producen en este país son muchas, y hay casi 400 concesiones que ha dado Ingeominas, y hay por lo menos 1.000 más solicitadas. Entonces hay 10 empresas legales, las otras tienen registro minero pero ni siquiera sabemos de quién son.

¿Las concesiones mineras se usan para lavar dinero?

Yo diría eso. ¿De quiénes son esas casi 400 minas? Eso hay que investigar. Mire, Chepe Ortiz figura en una empresa minera y fue extraditado. Hace poco se llevan a Garavito. O lo que pasó con Yesid Nieto, que fue el que alborotó todo. Nieto apareció cuando yo estuve detenido. Y así otros tipos.

¿Cómo ‘Pedro Orejas’?

No sé si esté metido (con el narcotráfico). Se hablan muchas cosas. Todas esas cosas pasan porque la autoridad no actúa, es complaciente.

¿Cómo conoció a Germán Bernal Gutiérrez, hoy directivo de Ecopetrol?

Él trabajaba en una multinacional y nos vendió maquinaria para la minería. Es un hombre honesto. Lo invité a trabajar en la empresa Tecminas. Nos acompañó 15 años y aprendió del negocio de las esmeraldas. Es un amigo.

¿Está satisfecho con que él sea miembro de la junta directiva de Ecopetrol ahora?

Ojalá fuera Presidente de la República porque es un amigo y es decente.

¿Qué le dice el nombre del narcotraficante Leonidas Vargas?

Es uno de esos capítulos que me encuentro regalados en mi vida. Por haber sido amigo de algunos amigos de él, como Ángel Gaitán, me vinculan con Vargas. Conocí a Gaitán porque tengo una finca en Sasaima, donde mataron a Gilberto Molina, y el papá de Ángel Gaitán era de allá, era un viejo gallero. Conocí a Ángel y nos hicimos amigos. Tomábamos trago, almorzábamos, pero cero negocios. Además sabía que la reputación de él no era muy buena y no iba a hacer negocios. Entonces ese vergajo tiene su ‘torta’ con Leonidas Vargas y éste creyó que como era amigo de Gaitán sabía de los problemas de narcotráfico de ellos. Incluso Vargas me puso un denuncio por el secuestro de su hija.

Pero es que Ángel Gaitán no es precisamente una amistad para mostrar…

Él era un hombre con muchos problemas, pero no puedo negar que fue mi amigo. Si hubiera sido amigo de Pablo Escobar lo digo, pero nunca lo fui. No digamos que fue mi amigo, porque eso encierra muchas cosas, pero sí fue un conocido, tuvimos tertulias y tomamos y estuvimos en ferias. Pero por cuenta de Gaitán vino la enemistad de Leonidas Vargas hacia mí.

En su libro “Mi Confesión” Carlos Castaño dice que sostuvo una reunión con Juan Manuel Santos y usted en un campamento paramilitar. ¿Cómo fue ese episodio?

El doctor Juan Manuel estaba buscando parar el derramamiento de sangre en el país y por la experiencia del proceso de paz que tuvimos en Boyacá me buscaron. Una persona me pregunta que si podía conseguir un contacto con Castaño. Le dije que no, pero que tenía a alguien que nos podía contactar, porque muchos ganaderos de Córdoba eran amigos del señor. La persona me contó que existía interés de altas personalidades del país de hablar con Castaño.

¿Fue la primera vez que tuvo contacto con Juan Manuel Santos?

Sí. Entonces me buscaron, conocí al doctor Álvaro Leyva y fuimos a la reunión con Castaño. Los términos de la reunión se dieron para buscar fórmulas para detener esa guerra fratricida. Si había formas de sentar a Marulanda con Castaño, o de formar una comisión para buscar acercamientos.

¿Quiénes participaron en esa reunión?

Había unas 25 personas, pero sólo conocía a Castaño, Juan Manuel y Álvaro Leyva. Allá llegamos en helicóptero e incluso nos dieron almuerzo en unas hojas de plátano. El encuentro duró más de tres horas. Después de eso nunca volví a tener una reunión personal con el doctor Juan Manuel. Dicen que soy su gran amigo pero es mentira. Le tengo aprecio y respeto. Si me tocara votar por él lo haría con mucho gusto.

El Alemán y Don Mario, comandantes paramilitares pedidos en extradición, han dicho que usted ayudó a las autodefensas.

Yo me presenté en la Fiscalía cuando salieron esas versiones y les dije que no entendía por qué esos señores me vinculaban. El señor Mario dice que fui informante de él, que les pasé información muy precisa y que los financiaba. Hombre, algo más equivocado que eso no hay porque los vergajos llegaron allá con Miguel Arroyave y el primer enemigo que encontraron fui yo. Cuando me buscaron para ver si estaba de acuerdo con ellos yo les dije que no y me declararon objetivo militar.

¿Usted se reunió con ellos?

En dos oportunidades con Mario y yo le dije que la gente no estaba en ese paseo de armas, que estábamos trabajando. Esas reuniones se dieron después de que salí de la cárcel. Imagínense que El Alemán dijo que estuvo en una reunión donde yo le di la bendición de que las empresas mineras sacaran una participación para financiarlos. Resulta que cuando dijo que fue ese encuentro yo estaba preso. Será que me volé, fui, le cumplí la cita y regresé a la cárcel.
Pero usted estuvo detenido por supuestos vínculos con los ‘paras’

Usted lo ha dicho, por supuestos vínculos. Que soy un gran narcotraficante, pruébemelo. Yo denuncié a El Alemán y Don Mario. Mire, cuando salí de prisión hablé con la gente y pregunté: ‘¿Cómo así que aquí hay un grupo (paramilitar)?’ y me abordó un sujeto en esa reunión y me dijo que si contaban con el apoyo mío. ‘Apoyo de qué’ le dije. Él me contó que eran gente de El Alemán y que estaban en el área. Yo le contesté que acababa de salir de la cárcel precisamente porque me sindicaban de colaborarles a ellos. ‘Usted está loco’, le dije. Hicimos seis o siete reuniones donde les pedimos a las autoridades que no queríamos grupos de autodefensas en la región.

¿Conoció a Martín Llanos?

Yo lo conocí cuando era un pollito, fui amigo de su papá, de don Héctor Buitrago, un viejo ganadero casanareño. El grupo de Martín Llanos no me buscó, fue sólo el de Miguel Arroyave.

¿Por qué la Fiscalía ha documentado un grupo de autodefensas que se denominan Los Carranceros?

A cada rato me hacen esa pregunta. De Los Carranceros en Puerto López se habla desde hace muchos años. Hasta hace cinco años, el mayor generador de empleo en Puerto López y Puerto Gaitán era yo, entonces allá hay sitios para fiar mercados y llaman a la empresa y nosotros decimos que les fíen, que a los trabajadores les descontamos del sueldo. Allá conocen a esa gente como Los Carranceros. Yo le he dicho siempre a los fiscales que si quieren capturar a los peligrosos Carranceros vayan una quincena o un fin de mes y los encuentran en esos mercados. Yo le he dicho a la justicia los muchachos se van formando y yo no respondo por todos.

¿Ya sabe quién le hizo el atentado a mediados del año pasado?

Buena pregunta. Yo lo quisiera saber. Todas las denuncias que yo he hecho han pisado callos, y callos pesados. Hay muchos comentarios.

Pero, ¿quién es su enemigo? A usted lo atacaron con morteros

Me dieron y no fueron consejos, es lo único que le digo.

¿Qué recuerda del atentado?

Yo tengo una finca cerca de Puerto Gaitán. A las 7:00 p.m. íbamos por la carretera y nos pasó un carro muy rápido. Dos personas que venían conmigo me dijeron que ese carro había estado en el lugar donde nosotros almorzamos. Alertado, le dije al conductor que se le pegara para cogerle las placas. Nosotros íbamos a 140 Km/h y él a 150 Km/h. Eso me hizo entrar más en sospecha. Mis escoltas se habían quedado varados en Puerto Gaitán e iba yo solo en ese carro. Entonces los llamé y les dije lo que pasaba, comentándoles que eso me olía mal. Cuando llegamos a Puerto López el otro carro nos pasó y nos cerró una mula. Nosotros nos salimos de la vía y yo dije ‘nos emboscaron’, yo abrí la puerta del carro y había una zanja y me tiré y empecé a ver que nos estaban dando. Yo tengo un arma y disparé cinco o seis tiros. Mis escoltas que venían atrás no pensaron que era una emboscada sino que me había estrellado y se bajaron tranquilamente, ahí les dispararon. Salí por la zanja y vi una casita y sólo pensaba en que me quedaban pocos tiros en el arma. La emboscada se quedó atrás. Me metí en unos tubos gruesos de una alcantarilla y seguí hacia la sabana.

Pero el atentado se lo hicieron en su zona. ¿Cómo no va a saber quién fue?

Tengo nociones de gente, en eso participaron varios. Es que ese atentado parecían juegos pirotécnicos, las balas me pasaban por encima, se escuchaba pa-pa-pa-pa-pa.

¿Fue Cuchillo y su gente?

No me atrevo a decirlo. Yo sé internamente qué pudo haber sucedido, pero esta es la hora que no sé quién lo ordenó. Como no les he prestado apoyo a los grupos delincuenciales. Yo conocí a Cuchillo, tuvimos un acercamiento cuando el Gobierno empezó los diálogos (con los paramilitares). Creo que tiene poder, pues mató a Miguel Arroyave. La idea era ver cómo se paraba la violencia.

Pero usted se ha reunido con todos esos bandidos y ninguno termina haciéndole caso.

(Risas). Tenga la seguridad de que siempre pongo mi punto de vista, yo callado no me quedo.

¿Usted cree que el país ha sido más tolerante con las autodefensas que con la guerrilla?

No, es igual.

¿Ha sido víctima de los paramilitares?

Una vez se me llevaron como 1.700 vacas, yo les avisé a las autoridades.

¿Teme la anunciada extradición a España?

Para nada.

¿Qué le responde al juez Baltasar Garzón entonces?

Que investigue. Sería un placer conocerlo y tomarme un tinto con él. Yo les dije a mis abogados: ‘Si me dan garantías, me voy para España’. Las garantías son que me oigan, que no me vayan a echar mano por allá. Si me tengo que ir a vivir allá y presentarme todos los días lo hago, no tengo por qué huirle a Baltasar Garzón. Yo no debo nada.

¿Usted conoció a Los Mellizos? Porque el proceso en España tiene que ver con ellos.

Los conocí en unas festividades y en esa época no sé quién invitó a unos harlistas, y ahí me los presentaron. No sabía quiénes eran.

Usted está a punto de convencernos. Es casi un santo. Por lo que nos dice, nunca ha cohonestado con los ilegales pero durante su vida ha conocido mucho bandido.

Es que yo he sido un hombre de mundo. Yo no soy de club, yo soy de plaza pública, de feria, de ir a comer chicharrón a los toldos, de ir a cabalgatas y ahí hay de todo, buenos y malos.

Pero se los enumeramos: Leonidas Vargas, Ángel Gaitán, Gonzalo Rodríguez Gacha, Carlos Castaño, Cuchillo, Los Mellizos…

Una cosa es conocerlos y otra que uno simpatice con lo que hacen. Desgraciadamente, cuando uno se sienta en una mesa, después le dicen: ‘Oiga, ese que estaba en la esquina era un paraco, un bandido, un narco. En la plaza pública uno no sabe con quién se sienta.

Si se formaliza la orden de extradición de España, ¿qué hace?

Me presento. Pero no da para eso, lo que hay es el cuento de un loco que dice que yo le presenté seguridad a Los Mellizos, pero todo el mundo sabe que ellos tenían su bloque paramilitar.

¿Entonces cuáles son sus pecados, señor Carranza?

No tengo y espero no tener. Cuando veo un sacerdote le digo que se confiese conmigo, por molestar. Yo soy un hombre de pueblo, todo el mundo dice ser amigo mío. A mí me llaman las autoridades y me dicen que capturaron unos secuestradores que dicen ser amigos míos, imagínese esa vaina.

Hablemos de amigos. ¿Lo es del candidato a Fiscal Camilo Ospina? ¿Quién paga un aviso de una página en El Tiempo para desmentir una amistad con alguien?

Yo pagué el aviso porque se estaban diciendo muchas cosas que no eran reales. (2h11’) Yo sólo lo conocí una vez en una visita del señor Presidente a Otanche y el Presidente lo delegó a él para organizar cooperativas de esmeralderos. Sobre esas versiones que dicen que yo le pagué los estudios, imagínese, si yo lo vine a conocer cuando ya era un profesional, ¿qué estudios le iba a pagar?

¿Por qué los relacionan entonces?

Pues yo lo conocí ahí y luego fue ministro de Defensa. Es más, fue uno de los ministros más duros con nosotros para los explosivos de las empresas. Nos puso una cantidad de condiciones, nos hizo controlar cada pedacito de dinamita, eso estuvo bien. Pero los medios, que se informan mal publican cosas que no son y hacen daño, y salen a decir que pagué una página de $70 millones para defender al doctor Ospina, y eso no es cierto. A mí se me hizo prudente mencionar que todo eso que se decía no era verdad.

Otra cosa que se menciona mucho es su presunta relación con el Independiente Santa Fe. ¿Es cierto?

Primero, soy hincha de Millonarios.

¿Conoce esa gente de Guateque que dice que ha manejado el equipo en los últimos tiempos?

No sé quiénes serán. Lo más chistoso es que aquí ha venido gente a pedirme cupo para jugadores, que mire que mi hijo juega, que me ayude.

¿En qué momento se relaciona con la clase política?

No tengo muchos amigos de esos políticos que van a la región.

¿Dicen que usted ha financiado candidaturas presidenciales también?

Tuve el gran placer de sentarme con el doctor Ospina Pérez en su casa con doña Berta, cuando yo estaba chiquito. Ella me conoció y me cogió cariño. Soy ospinista. No lo digo pero sí lo soy. Yo estuve en la casa de Julio César Turbay, conocí al presidente López; a Belisario Betancourt le hice campaña en 1982, le ayudamos con votos en la zona, también a Turbay, o Álvaro Gómez. Esa era nuestra ayuda, orientar a la gente y hemos acertado con los candidatos. Nosotros siempre buscamos la manera de apoyar un candidato. Con Misael Pastrana era de la casa Ospina y allá lo conocí yo. Yo desayunaba con el doctor Ospina, con sus hijos, doña Berta. Yo me sentía como un idiota allá, pero me tenían confianza. Doña Berta me pedía que la acompañara cuando se movía por la zona minera. Eran tiempos de elecciones y si tocaba mover gente o darle almuerzo lo hacíamos. Uno pone un par de buses para que traigan la gente a votar.

¿Pero también aportaba a esas campañas con dinero?

No, sólo con votos.

¿Supongo que en su finca desfilaban los políticos para pedir su ayuda?

No, me los encontraba en algunas partes. Si llegaban 10 aspirantes tocaba saludarlos a todos.

¿Qué presidente rescata de los últimos 50 años?

Si lo fueron es porque tuvieron sus honores.

¿Le simpatiza el presidente Uribe?

El que sea campesino y no simpatice con el Presidente miente. Recuerdo cuando las ciudades estuvieron secuestradas, no se podía andar por las vías por las pescas milagrosas. La labor de él ha sido inmensa.

¿También le puso votos a Uribe?

Claro, como no le voy a poner votos a Uribe. Mientras haya violencia en este país necesitamos un presidente de mano fuerte. Los grupos armados son un desastre para el país.

¿Por qué se dice que usted tiene tierras en Vichada, cerca de unos predios con intereses de familiares del Presidente?

Al Presidente le pasa lo que a mí, dicen que tengo tierras en todas partes. Cada quien dice esas cosas por vender sus fincas.

¿Está en proyectos de hacer sociedad con una compañía norteamericana?

Hace cinco meses estamos trabajando en un acuerdo. Yo me estoy retirando de la actividad de las esmeraldas y tengo que dejar las empresas organizadas. Yo no me puedo morir en un hueco.

Pero cuál hueco, si usted es un hombre multimillonario

Como todo lo que se dice, vayan miren mi cuenta a ver. No digo que soy un hombre pobre tampoco.

Para redondear, ¿cuál ha sido su fórmula para evitar las balas de la guerra verde, del narcotráfico, de los paras, de la guerrilla, y en el entretanto enriquecerse?

No meterme en esos problemas, estar aislado.

¿Cómo es un día suyo?

Me levanto, monto a caballo si hay que ir a la finca, si hay que subir un tractor a manejarlo a medio día lo hago, en la tarde si hay algunos amigos me tomo unos aguardientes o escucho música.

¿Vive tranquilo?

Mucha parte de mi vida. Pero ahora con estos problemas no puedo decir que vivo muerto de la risa, porque hay gente que quiere hacerme daño y ya no es una sospecha.

¿Es un hombre rencoroso?

Soy un hombre de diálogo.

¿Qué les dice a sus enemigos?

Considero no haberle hecho daño a nadie y espero no tenerlos. A las autoridades, que soy feliz, que me investiguen.