Crónica

La declaración de Asamblea Permanente el pasado lunes 18 de septiembre por parte de la Asociación de Cabildos del Norte y Nororiente, que forman parte de la ACIN es una de las actuaciones originales, propias de los pueblos indígenas a través de las cuales desarrollan sus mecanismos de resistencia civil. La iniciativa popular indígena, así como, la que adelantan comunidades afrocolombianas, campesinos sin tierra y colonos, indígenas en el Chocó, en el Valle, en el Meta, en Sucre están desnudando las raíces de la seguridad democrática” de Uribe, que no es otra, que la reingeniería militar de la Doctrina de la Seguridad Nacional.


Allí en los pueblos se arraigan las identidades de una seguridad que no cree que el armamentismo es salida al conflicto armado, que afirma la necesidad de la cotidianidad en libertad, que construye ejercicios de justicia ética y moral

Recientemente la muerte del niño Wilder Fabian Hurtado Yule por acción de una granada lanzada por un efectivo de las Fuerzas Militares y las heridas a un comunero fueron nuevamente la razón por la que la indignación del pueblo indígena se hizo Asamblea Permanente, Tribunal Moral y luego acción positiva desalojando las trincheras de los cascos urbanos. El mensaje es claro para el Estado la seguridad no puede pasar por encima de los Derechos Fundamentales, por encima de los derechos.

Al Estilo del Gato

El sábado 16 de septiembre, a las 11.20 p.m. mientras millares de comuneros celebraban el día del amor y la amistad, un efectivo del Batallón Pichincha No.008 lanzó una granada de mortero contra la caseta en donde se celebraba la fiesta central en la que se calcula participan 2500 comuneros

La celebración de la vida con la que se recolectaban fondos comunitarios, se convirtió por la acción militar del ejército, con su ensordecedor impacto en una noche de vela y de llanto.

Bautista Yule conductor de la ambulancia del centro de salud de Jambaló resultó gravemente herido y su casa averiada. A unos 50 metros de donde hizo explosión la granada, una esquirla atravesó un plástico e impactó en la cabeza del menor Wilder Fabian Hurtado Yule, de 10 años de edad, quien falleció poco tiempo después, cuando el niño era trasladado al Centro de Salud.

En la instalación de la Asamblea Permanente, los comuneros denunciaron que la muerte del niño Wlder Fabián Hurtado Yule, venía siendo justificada por parte de los militares, quienes falsamenta aseguraron que realizaron varios disparos y lanzaron la granada en respuesta a un hostigamiento de la guerrilla. Es la tradición del gato, después de embarrarla taparla.

Para todo el mundo, por supuesto, menos para los militares y la “in” justicia militar que relata la oficialidad de los hechos, es claro que la guerrilla no hacía presencia en el lugar, “desde hace muchos meses ellos no pasan por aquí, eso solo lo dicen para justificar lo que hicieron, así saldrá en la prensa, pero eso es mentira, aquí no hubo ningún enfrentamiento”.

Los soldados fingieron el combate “después del estallido de la granada cuando fuimos a exigirles respeto por la vida, los militares disparaban al aire simulando un combate”.

La ilegalidad se hace costumbre

Los atropellos, los abusos de autoridad, las amenazas, las actuaciones arbitrarias son una política de Estado, de diversas maneras la situación de vulneración es repetitiva. Ya son comunes, hacen parte del libreto de la represión, el uso de las granadas y de explosivos de manera indiscriminada contra los comuneros.

En el caserío La Solapa desde el 2005 hasta hoy han sido lanzados 15 explosivos sin blanco militar real o mejor dicho las comunidades indígenas. Según sus pobladores desde el avión fantasma se lanzan granadas constantemente a las siembras de pan coger, algunas personas padecen de sordera, afecciones psicológicas, por este motivo una mujer indígena perdió a su bebé en el período de embarazo.

En otras ocasiones pretenden justificar las acciones contra la guerrilla son otra forma de justificar lo injustificable, el gasto militar u otros “positivos”. El 26 de mayo pasado relatan los comuneros que la policía lanzó morteros hacia el caserío Monte Redondo impactando la vivienda del señor Héctor Giraldo Uyune e hiriendo a Robinson Uyune en la pierna derecha. Meses el ejército lanzó granadas de fragmentación contra Henry Gembuel, Ana Joaquina Gembuel y la madre de estos comuneros causando graves heridas a los tres.

En julio un grupo de soldados embriagados con guarapo, luego de detener varios jóvenes comuneros, alistaron sus armas, mientras uno de ellos apuntaba con su fusil a un grupo de niños que se encontraban en la calle, otro empezó a disparar indiscriminadamente, los comuneros salieron ilesos.

Igual también pueden usar las propiedades de los civiles y usarlos como escudos humanos. El 23 de mayo de 2006 el ejército llegó a la casa de Marco Antonio Jembuel, utilizaron todas las instalaciones de la casa, usaron los utensilios de cocina, luego al salir del lugar lanzaron granadas en dirección de Pitayó. Por supuesto cuando los comuneros reaccionan individual o familiarmente, los asaltantes de la tranquilidad de hacen bufones. El 17 de septiembre a las 10.00 horas, dos policías llegaron a la “Casa del Cabildo” en Jambaló, un guardia indígena exigió el retiro inmediato a los policías, uno de ellos respondió: “sáquenos si es capaz”, luego le dijeron: “sapo hijueputa, te tenemos en cuenta”.

Para los comuneros no hay diferencia alguna entre policías o militares, o mejor si, el uniforme, en todo lo demás se parecen. “Aquí no hay autoridad solo abusos, se les teme pero no se les respeta, son lo mismo unos y otros. Tanto el ejército como la policía están consumiendo marihuana y aguardiente con uniforme y armas, así se excitan, colocan en riesgo a la comunidad pero también involucran a jóvenes comuneros, hombres y mujeres en la oferta y el comercio”.

Allí en Jambaló también ocurren montajes y detenciones arbitrarias. El 17 de mayo del 2005, fue detenido el comunero Raúl Yamith Ortiz en el caserío Santa Rosa por unidades policiales. Luego de trasladarlo al casco urbano de Jambaló, le toman fotografías, lo dejan en libertad, posteriormente es sindicado por una unidad de fiscalías de terrorismo en el municipio de Caloto.

El jueves 21 de septiembre una Comisión Internacional con participación de organizaciones indígenas y organizaciones de derechos humanos que se encontraba en MISIÓN DE OBSERVACIÓN llegó a Jambaló, allí hasta pasadas las 5 00 p.m escucharon los relatos del pueblo indígena Nasa, sus propuesta de Asamblea Permanente y su Iniciativa de Juicio Indígena.

Desmilitarizando a Uribe

Los pobladores indígenas manifestaron que ante el agravio, la comunidad en ejercicio de su autonomía reiteró la autonomía en los territorios indígenas. En una acción de afirmación ante las secuelas de la seguridad de Uribe como el asesinato de Wilder tomaron la decisión de dar un plazo de 72 horas para que la Fuerza Pública (policía y ejército) retire las trincheras del sector urbano y desocupen instalaciones comunitarias donde se encuentran acantonados, esta decisión se extendió a la población de Toribio.

Los comuneros responsabilizaron al presidente Álvaro Uribe Vélez como autor intelectual de la muerte del niño Wilder Fabián Hurtado, como autor material al comandante de la Tercera Brigada y Comandante de la Unidad Operativa acantonada en Jambaló.

En cumplimiento de lo dispuesto por el Tribunal Indígena reunido en Jambaló desde las cuatro de la tarde y por cerca de dos horas y media cerca de 500 miembros de las Guardias Indígenas, Comuneros de Toribío desbarataron 8 trincheras que se encontraban en el sector urbano de Toribio. Uno a uno los costales de arena fueron siendo levantados por el pueblo indígena y trasladados al bunker policial era un desalojo popular a la autoridad sin autoridad. Allí en medio del silencio y la mirada petrificada y contenida de los policías cada uno de los costales se colocaron en la sede de la guarnición institucional era un ejercicio de poner a raya, de hacer con las manos los que las palabras dicen: “ustedes son armados nosotros somos civiles”
Y luego viene el 29 de septiembre, la destrincherización de Jambaló, una nueva afirmación de los pueblos indígenas, prácticas concretas que desmilitarizan la cotidianidad, que expresan el derecho a la libertad, que afirman la necesidad de distinguir al guerrero del civil.