Caminando en la memoria de Walberto Hoyos

Los cuatro años de sepultura no borraron las huellas de la barbarie y sevicia con las cuales segaron su vida para detener su lucha por afirmar su derecho a vivir en el territorio del que fueron desplazados. “Estos restos fueron de una persona muy fuerte” dijo el sepulturero al observar su estado. Con cantos, lagrimas, oraciones y textos bíblicos se expresaron los recuerdos del padre, el hijo, el abuelo, el tío, el compañero y el amigo, mientras se cerraba el osario.


Y entonces hicieron memoria y a través de ella se conectaron con el pasado, con los que ya no están, quienes han pasado a habitar en los espacios del corazón, los recuerdos, la dignidad y la resistencia.

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Por eso, emprendió el camino, muy temprano en la mañana del viernes 12 de octubre, la familia de Walberto: la madre, las hijas, el hijo, las hermanas, sobrinas, sobrinos, nietos, nietas. Se reunieron en la puerta del cementerio de Apartadó para exhumar su memoria, su dignidad y su lucha por el territorio, a través de sus restos, depositados en el osario donde descansarán por siempre.

Los cuatro años de sepultura no borraron las huellas de la barbarie y sevicia con las cuales segaron su vida para detener su lucha por afirmar su derecho a vivir en el territorio del que fueron desplazados. “Estos restos fueron de una persona muy fuerte” dijo el sepulturero al observar su estado. Con cantos, lagrimas, oraciones y textos bíblicos se expresaron los recuerdos del padre, el hijo, el abuelo, el tío, el compañero y el amigo, mientras se cerraba el osario.

En Caño Manso, y después de 4 horas de viaje, las hijas y hermanas se encontraron con las y los habitantes de la zona humanitaria “Walberto Hoyos” de Caño Manso, con delegados de las otras comunidades. El lugar del encuentro fue la casa de la memoria construida en el mismo lugar donde cayó el cuerpo sin vida de Walberto.

La casa de la memoria, una casa pequeña, hecha de tablas, recuerdos, lágrimas y esperanzas que alberga la memoria de la comunidad. En las paredes están los nombres de las personas asesinadas en el despojo y en la lucha por regresar, en el centro hay unas piedras en forma de fogón sobre ellas hay un jarrón con flores. El donde cayó muerto Walberto florece la dignidad.

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Este simbólico lugar fue testigo del encuentro entre Miguel, hermano de sangre, de luchas y sueños de Walberto, el padre, las hijas y las hermanas.

En la noche, debajo de las estrellas y a la luz de una fogata las y los participantes con poemas, oraciones y cantos expresaron que WALBERTO sigue vivo en medio de la comunidad y se ha convertido en inspiración para avanzar en la afirmación de derechos.

Al día siguiente, sábado 13 de octubre, toda la comunidad se reunió frente a la puerta cerrada de la Zona Humanitaria. Una foto de WALBERTO en la puerta, otra en medio de las pancartas que señalan que aquel es un lugar exclusivo para la población civil y cuatro cirios encendidos, uno por cada año, nos recordaron que aquí la esperanza no se apaga.

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Allí, personas que el 5 y 6 de agosto de 2007 llegaron por primera vez a Caño Manso después de diez años de desplazamiento, compartieron la forma como decidieron regresar, las dificultades del camino, las amenazas, los temores, las acciones de los empresarios y sus trabajadores para impedir su instalación en lo que siempre fue suyo; expresaron el dolor, la rabia e indignación por el asesinato y la satisfacción y alegría por la consolidación de la zona humanitaria que WALBERTO soñaba constituir.

Uno de los patriarcas abrió la puerta y empezó la peregrinación por la Zona Humanitaria, encabezada por las fotos y las luces.

En silencio se caminó hasta la casa de la Memoria, donde familiares y los miembros de las comunidades recordaron los diálogos con WALBERTO días antes de su asesinato, el miedo y la incertidumbre por el riesgo y la inoperancia de la policía.

Entre lagrimas e indignación hablaron de la llegada de los asesinos, la mirada desafiante, la forma como lo mataron, el sonido de los disparos, la amenaza a la comunidad, el regreso para rematarlo, el robo de los teléfonos para incomunicar la comunidad, la soledad de la comunidad, el cuerpo cubierto por una sábana y protegido por unas velas, la estrategia para protegerse del posible regreso de los asesinos en la noche: vestirse de negro, los niños debajo de las camas, los adultos escondidos, las personas encargadas de hablar si alguien llegaba, la manera de comunicarse, las formas de identificar los/as visitantes. Compartieron el momento tenso de la llegada de los acompañantes y la sensación de alivio por su presencia, de la llegada de la policía y la indignación por las palabras del supuesto aprecio a WALBERTO que contrastaban con la desprotección en que fue asesinado.

Fue un momento de profunda comunión de la familia de sangre y la familia en la afirmación del derecho al territorio.

La siguiente estación en la peregrinación fue en el lavadero de la hacienda Villa Alejandra, en la “mayoría”, convertida ahora en cocina, comedor y lugar de encuentro de la comunidad. “Este lavadero está construido en el mismo lugar donde estaba la casa de JUAN DE DIOS LANCE, presidente de la Junta de Acción Comunal, asesinado el 27 de agosto de 1997, junto con su yerno PEDRONEL SERRANO”, dijo un integrante de la comunidad.

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Allí la comunidad hizo memoria de la creación de la vereda, del proceso organizativo, de la vida de la comunidad antes del desplazamiento, de las amenazas y la salida del territorio después de los dos asesinatos; recordó la forma como fueron buscados por los desplazadores para proponerles negociar sus tierras en medio del hambre, la tristeza, el dolor, la distancia y la añoranza de la tierra que les daba la comida, la alegría y la vida.

Dando un rodeo por la casa principal, la peregrinación llegó hasta la imponente caseta para las maquinas, donde la comunidad representó la bíblica historia de Nabot, el campesino que no quiso vender la tierra dada por Dios y heredada de sus antepasados para la vida de él y su descendencia; reconstruyeron los gestos del rey Acaz ante la dignidad del campesino que se negó a vender su conciencia, las acciones de la reina Jezabel para satisfacer los deseos del rey, el plan para justificar la muerte de Nabot, el soborno a los testigos falsos, el asesinato de Nabot y la toma de la tierra por el rey. La escenificación llevó a relacionar los nombres: Nabot-Walberto, Jezabel-iniciativas del Estado para despojar, Rey-empresarios. Dios y el profeta develaron la trampa e impidieron al rey tomar posesión de la tierra manchada con sangre.

La mayoría de la hacienda es el lugar de la muerte y la destrucción, allí se señaló a la víctima y de allí salieron los asesinos. Este lugar ha sido dignificado por la resistencia no violenta, organización y paciente trabajo de la comunidad; por esto, el recorrido de esta etapa de la peregrinación tocó profundamente las estructuras de la impunidad, de la degradación ética de instituciones del Estado…

La peregrinación concluyó con la celebración de la Eucaristía, la memoria de la entrega de Jesús, de su asesinato por los poderes políticos, religiosos, económicos, culturales y sociales de su tiempo en el mismo lugar de la entrega de WALBERTO, de su asesinato por los poderes políticos, económicos, militares y paramilitares de nuestro tiempo.

Las palabras del profeta Isaías iluminaron la peregrinación de las comunidades: “¡Pobres de aquellos que dictan leyes injustas y ponen por escrito los decretos de la maldad. Dejan sin protección a los pobres de mi país; roban a los pequeños sus derechos, dejan sin nada a la viuda y despojan al huérfano! ¿Qué harán el día en que se arreglen las cuentas? ¿A dónde huirán, y quién los ayudará cuando, desde lejos, venga el desastre? ¿Dónde encerrarán sus riquezas? No les quedará más que doblegarse bajo las cadenas o caer con los muertos” (Isaías 10, 4-4).

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En la noche, recordar comunitariamente el camino recorrido por Caño Manso desde la llegada hasta hoy permitió un sueño reparador de las energías para seguir trabajando por el sueño de vivir sin riesgo de la vida en la tierra.

Un acto simbólico en la casa de la memoria el día 14 de octubre, el recuento de los tiempos de la destrucción, el reconocimiento de los momentos fuertes de resistencia por la vida y la dignidad, los abrazos de solidaridad cerraron la peregrinación por la memoria en la Zona Humanitaria “Walberto Hoyos”.

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El encuentro con la memoria de Walberto Hoyos enseñó que luchar por lo justo vale la pena y dejó sensaciones, recuerdos y luchas que ni la muerte puede quitar.