Agrocombustibles crimen de lesa humanidad, crimen contra la humanidad, crimen contra el planeta

Los pueblos de los países del sur, en el mundo al revés, siempre son las víctimas de las decisiones del Norte. Las empresas privadas en EU y UE intensifican su cabildeo para convencer a los políticos de las novedosas posibilidades para la sobre vivencia del planeta, los biocombustibles. Palabra, usada por nosotros, sin mucha crítica, que hoy se precisa en la expresión agro combustibles, la que expresa mejor la rama de la economía en que se inscribe y sus pretensiones reales.


No se trata de biocombustibles, pues no hay reproducción de la vida. Es muerte disfrazada de vida, es simulación de la existencia, cuando en realidad es la extinción de la vida, de la vida humana y ambiental.

El creciente interés por los agrocombustibles hace parte de la campaña de expectativas creada por las empresas para hacer un mundo viable. En realidad, se trata de disfrazar las causas de la crisis energética, el consumo excesivo, la obsesión por la imagen, lógica de mundo del mercado sustentado en el capital. Las razones de las crisis están en la desaforada carrera tecnológica, la carrera contra el tiempo, la fugacidad y la velocidad como constante de los nuevas formas de producción que requieren energía. Las causas están en el consumo del 87% de los recursos naturales en los países del norte, necesidades creadas, ambientadas con falacias para hacernos sentir en un mundo temporalmente feliz, en realidad de destrucción del planeta y de todas y todos.

En Colombia la política pública desde el Gobierno de PASTRANA cimentó las bases para el desarrollo de una estrategia de siembra de palma que hoy comprende los departamentos de Vichada, Meta, a los que se suman, las siembras de la década del 60 en Tumaco, en el sur del Cesar y las que hoy se sostienen en Chocó en Territorios Afrocolombianos, reconocidos como pueblo Tribales, según la OIT.

El desarrollo del paramilitarismo como estrategia de Estado ha pasado a ser parte de una estrategia de privatización de los territorios para su reinserción en el mercado mundial, que demanda la producción de palma de aceite, de yuca, de maíz, de remolacha, de canna de azúcar para su conversión en combustibles. Los mandos paramilitares han reclamado como suyas las inversiones y la traída de inversionistas a las regiones bajo su dominio como lo ocurrido en el Departamento del Meta y en el Curvaradó Chocó, que se han inundado particularmente de palma.

Los Crímenes de Lesa Humanidad, las sistemáticas violaciones de derechos humanos en el Chocó, reserva ambiental destruida desde el 2001 hasta hoy con más de 7000 hectáreas sembradas en palma por empresas protegidas y fachadas de los paramilitares, que operan con la omisión y tolerancia de la Brigada 17 son expresión de la obsesiva lógica del mercado, que aniquila la vida humana y la vida natural.

La militarización, la destrucción de las expresiones de memoria, las amenazas de muerte en el Curvaradó, la destrucción de los signos de identificación de las Zonas de Biodiversidad, el hambre que allí en el Curvaradó hoy se experimenta, la desertización, la deforestación son el signo del por venir al que estamos abocados si la impunidad, si la criminalidad y los movimientos sociales no logran gestar sus iniciativas para un mundo en otra sensibilidad y en otra lógica posible y viable.

Una visión crítica sobre los agronegocios ha sido construida por Pedro Stdile, que sirve para contrastar el impulso uribista a los agrocombustibles, que se ha convertido en un mecanismo más para la impunidad y espacio económico para la reconciliación forzosa de las víctimas de Crímenes de Estado con las estructuras criminales gestadas por este.

Adjuntos

Alianza de intereses para explotar los biocombustibles, João Pedro Stedile
http://www.lanacion.com.ar/opinion/nota.asp?nota_id=891115

Colombia, Liga Mayores de los Biocombustibles
Fidel Camilo Gómez / fgomez@larepublica.com.co / Cartagena

Alianza de intereses para explotar los biocombustibles

Por João Pedro Stedile
Para LA NACION

SANPABLO

El Movimiento de los campesinos Sin Tierra de Brasil (MST) y la organización internacional Vía Campesina condenan la iniciativa del presidente Bush, que, en su gira latinoamericana, se propone seducir y cooptar a los gobiernos de la región para que promuevan la producción, en gran escala, de biocombustibles -como el alcohol de caña de azúcar y el etanol de maíz- para exportarlos al mercado estadounidense.

Recientemente, seiscientos dirigentes de movimientos campesinos de todo el mundo, científicos y ambientalistas estuvimos reunidos en Malí para discutir los problemas relacionados con la soberanía alimentaria en nuestros países. Analizamos la ofensiva en ciernes para la producción de biocombustibles y convinimos en que se ha estrechado una alianza diabólica para unificar los intereses de tres grandes sectores del capital internacional: las corporaciones petroleras, las transnacionales que controlan el comercio agrícola y las semillas transgénicas y las empresas automovilísticas.

¿Qué quieren? Mantener el actual patrón consumista del primer mundo, con sus tasas de ganancia. Para ello, pretenden que los países del Sur concentren su agricultura en la producción de combustible para abastecer a los automotores del primer mundo. La energía que contienen los granos o plantas es, en realidad, una metamorfosis agroquímica de la energía solar que, a través del aceite vegetal o del alcohol, se transforma en combustible. Las mejores condiciones para este proceso están en el sur del mundo, donde es mayor la incidencia de la energía solar y donde aún hay tierras disponibles.

Además, las empresas quieren aprovechar el empuje de los agrocombustibles para expandir las semillas transgénicas de soja y maíz, asegurándose ganancias por patentes y ventas de agrotóxicos por desarrollo de la agricultura energética.

Esto de producir combustibles con girasol, maíz, soja, almendra, palma africana o caña de azúcar es, aparentemente, una buena intención: sustituir el petróleo, un combustible contaminante y no renovable, con combustibles renovables que no dañan el ambiente. Esta alternativa será premiada con amplia publicidad, porque se presentará como un gesto de buena voluntad para contener el calentamiento de la Tierra.

Pero a la alianza trilateral sólo le interesa obtener ganancias, no le preocupa la situación ambiental. Ha optado por la energía renovable para no depender del petróleo, que importa de países que hoy tienen gobiernos nacionalistas, como Venezuela e Irán, por el fracaso de la guerra en Irak, que ha impedido que Estados Unidos se apropiara de su petróleo, y por la inestabilidad política en Nigeria, Arabia Saudita y Angola.

Los movimientos campesinos sostienen, en primer lugar, que no se debe emplear el término biocombustible, ya que relacionar genéricamente energía con vida (bio) es manipular un concepto que no existe y debe ser reemplazado por agrocombustible.

Segundo, admitimos que el agrocombustible es más adecuado para el medio ambiente que el petróleo. Pero esto no afecta la esencia de la encrucijada que enfrenta la humanidad: el modelo actual de derroche de energía y de transporte individual, que debe ser sustituido por un modelo basado en el transporte colectivo (tren, metro, etcétera).

Tercero, estamos en contra del empleo de bienes que se destinan a la alimentación humana para obtener agrocombustibles.

Cuarto, aunque la producción de agrocombustibles se considere necesaria, debe someterse a modos sustentables. Combatimos el actual modelo neoliberal de agricultura en gran escala y de monocultivo, que es perjudicial para el ambiente por el uso intensivo de agrotóxicos y de mecanización, que elimina mano de obra y agrava el calentamiento del planeta, ya que destruye la biodiversidad e impide que el agua y la humedad de las lluvias se mantengan en equilibrio con la producción agrícola.

Afirmamos que es posible producir combustibles con productos agrícolas si se los cultiva en forma sustentable, en unidades pequeñas y medianas, que no desequilibren el medio ambiente y signifiquen mayor autonomía para los campesinos en el control de la energía y el abastecimiento de las ciudades.

El movimiento campesino repudia la gira latinoamericana de Bush, porque es el inicio de su ofensiva para la exportación de agrocombustibles latinoamericanos al mercado estadounidense.

A cambio, los capitalistas norteamericanos de la alianza trilateral exigen el derecho de instalar decenas de nuevas usinas de alcohol en todo el continente americano; sólo para Brasil la meta es de cien nuevas usinas. Para hacer viable este programa, el gobierno Bush postula que se otorgue al alcohol-etanol el estatus de “materia prima energética” no agrícola, para escapar de las normas que impone a los productos agrícolas la Organización Mundial de Comercio (OMC). Propone también que Brasil, Estados Unidos, la India, Sudáfrica y otros países negocien un patrón tecnológico común para el agrocombustible derivado de caña de azúcar, maíz o plantas, a fin de darle una fórmula aceptada internacionalmente, dando forma a una suerte de OPEP de energía agrícola que controlaría el comercio mundial.

En los próximos meses los movimientos campesinos continuarán debatiendo para una mejor definición de nuestros conceptos e iniciativas políticas ante este nuevo desafío, incluyendo la definición de una propuesta de producción viable y sustentable.

Sobre todo, discutiremos cómo combatir este designio estadounidense que, si tuviera éxito, significaría una tragedia para la agricultura tropical, pues transformaría grandes extensiones de nuestras mejores tierras en monocultivos, agravaría la pérdida de biodiversidad y reduciría la tierra dedicada a la producción de alimentos, expulsando a millones de campesinos en todo el mundo, que se hacinarán aún más en las favelas de las metrópolis. Todo esto, para abastecer el transporte automotriz individual y mantener el patrón consumista del american way of life .

Esta discusión y esta lucha recién están comenzando. Esperamos que la discusión se extienda a todas las sociedades y que los medios de comunicación reflejen este debate sobre asuntos que son fundamentales para el futuro de nuestros pueblos.

Fidel Camilo Gómez / fgomez@larepublica.com.co / Cartagena

El ministro de Minas y Energía, Hernán Martínez, está convencido de que el país cuenta con plenas garantías para ingresar a las ligas mayores de la producción y elaboración de biocombustibles.

Aunque el negocio en Colombia apenas da sus primeros pinitos, promete convertirse en un gran generador de divisas, ante la decisión de varias naciones de buscar nuevas alternativas energéticas para dejar de depender de los hidrocarburos.

Durante una conferencia internacional de empresarios del sector realizada en días pasados en Cartagena, el funcionario señaló que el gobierno viene brindando una serie de estímulos tributarios con el fin de jalonar la llegada de inversionistas que se le midan al montaje de
destiladoras.

“Tenemos un potencial grande y para desarrollarlo se ha creado una serie de beneficios tributarios”, explicó Martínez.

Entre dichos beneficios que se vienen ofreciendo se cuentan rebajas en materia de renta; además, los biocombustibles quedarán exentos de los impuestos que hoy se le cargan a la gasolina.

Con estos atractivos, la cartera de Minas busca jalonar inversiones cercanas a los 1.300 millones de dólares, que garanticen la construcción de 25 plantas para la producción de etanol.

Balance

Actualmente, el país cuenta con cinco destiladoras del también llamado alcohol carburante, pero para abastecer un parque automotor que promete duplicarse en pocos años y producir excedentes para comercializar en los mercados internacionales, se requieren no menos de 30 plantas de este tipo.

Jorge Bendeck, presidente Ejecutivo de la Federación Nacional de Biocombustibles, indicó que en 2020 el país podría estar produciendo cinco millones de litros de etanol diarios, para atender un mercado interno de 4,5 millones de vehículos. Estas cifras garantizarían excedentes suficientes para exportar un millón de litros de este producto cada 24 horas.

En estos momentos, la mirada de los empresarios colombianos está puesta en los Estados Unidos, país que busca bajar la dependencia del petróleo, para lo cual ha venido desarrollando alianzas con otras naciones, entre ellas Brasil.

A juicio del dirigente gremial, un aspecto que jugaría a favor de Colombia en esta estrategia será el TLC, el cual garantiza un tratamiento preferencial en materia arancelaria a los exportadores nacionales.

“Colombia cuenta con un marco regulatorio de primer orden para Estimular inversiones en este sector. Además, el país presenta una buena Localización en el trópico y cuenta con abundante agua y tierras para desarrollar una agricultura energética”, expresó el directivo gremial.

Para estimular el consumo de este energético, desde el año anterior en ciudades como Bogotá, Cali y algunas zonas del Eje Cafetero se empezó a comercializar gasolina mezclada con etanol, pero con el fin de masificar aún más el consumo de combustibles no fósiles, para principios de 2008, este mismo producto se empezará a vender en las principales ciudades del país.

Por ahora, lo que se viene consumiendo en el país es E10, que no es más que una mezcla de 90 por ciento de gasolina con 10 por ciento de alcohol carburante, un energético que sale al destilar la caña de azúcar, pero para 2018 se tiene previsto que la gasolina que se comercialice en el país vaya mezclada con 25 por ciento de etanol.

Alternativas Diésel vegetal

Jorge Cárdenas Gutiérrez, directivo de la Federación Nacional de
Biocombustible, indicó que el país también cuenta con una estrategia
similar para desarrollar la producción de diésel vegetal, con la
construcción de casi una docena de plantas.

La instalación de sólo una de estas factorías demanda inversiones
Superiores a los 25 millones de dólares. Cárdenas asegura que el desarrollo de toda esta estrategia crearía las condiciones para generar cerca de 300.000 empleos directos y otros 600.000 indirectos.