La Virgen María y Alejandro Ordóñez, el apóstata

Para medir el grado de postración moral en que se encuentra Colombia, basta conocer las ‘hazañas’ de un personaje como Alejandro Ordóñez Maldonado.


¿Cómo así que el Consejo de Estado lo retiró de su cargo por haberse hecho reelegir de modo fraudulento, pero fue como si lo hubieran premiado? Mejor dicho, ¿por qué después de que lo echan se gana un puesto en la renegociación del Acuerdo de Paz? ¿Y a quién representa, si por el Partido Conservador está Martha Lucía Ramírez? Con razón dicen que en el país de los ciegos el tuerto es rey.

Si tuviera vergüenza propia estaría devolviendo el aparatoso esquema de seguridad que se adjudicó por cuatro años posteriores a su salida, sin olvidar que tras su destitución quiso evitar ser notificado y corrió a presentar renuncia al Congreso, pero allá no le pararon bolas porque ya conocen sus marrullas.

Según Semana en artículo titulado Derroche de seguridad, “el exprocurador cuenta con 19 escoltas y 9 carros, lo cual es una exageración y un costo enorme para los contribuyentes”. Si es así, pregunto: ¿por qué en lugar de aplicar la sanción que corresponde a quien ha obrado contra la ley o de mala fe, los medios siguen acogiendo su ‘teología de género’ como si fuera un hombre virtuoso?

Teología de género es cuando pretende justificar el detrimento patrimonial diciendo que “nosotros estamos amparados por el manto de la Virgen y por san Miguel Arcángel, que es el comandante y jefe de mi esquema de seguridad”. Hombre, en ese caso no solo podría prescindir por completo de su servicio de seguridad, sino que, ya tan cercano a San Miguel Arcángel… ¡debería encomendarle a él la seguridad del país entero!

No se trata de burlarnos de sus creencias, es que cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto. Y es obligación ética del periodista lanzar una voz de alerta, máxime si de por medio está la estabilidad institucional que Ordóñez y las fuerzas oscuras que lo acompañan se empeñan en alterar, con un objetivo claro: impedir que la guerrilla se incorpore a la vida política de la nación, para que no se conozcan las verdades que saldrían a la luz pública con el tribunal de justicia previsto en la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).

Teología de género fue también cuando Ordóñez comenzó a ver ‘ideología de género’ en el Acuerdo de Paz, y enfiló su artillería aplicando la teoría del enemigo imaginario que tan buenos resultados le dio al ministro nazi de la Propaganda, Joseph Goebbels. Para el caso que nos ocupa, el enemigo imaginario es la supuesta alianza ‘diabólica’ entre Santos y Timochenko, que le traería a Colombia la dictadura homosexual y el castrochavismo. Con semejante embuchado, la rancia extrema derecha que huele a naftalina logró embolatarnos la paz.

Estamos hablando además de un funcionario bajo cuya administración –según editorial de El Espectador- “convirtió el Ministerio Público en un ente hostil para los ciudadanos a los que debía proteger (…) y desperdició recursos en una cruzada organizada para obstaculizar todos los progresos en los derechos de las mujeres y las personas LGBTI”.

Cruzada, sí, con sustento religioso y propósito político. Como cuando le puso de penitencia al ‘pecador’ exalcalde de Medellín, Alonso Salazar, 12 años de inhabilidad para ocupar cargos públicos porque quiso crear una clínica para ayudar a mujeres a abortar en condiciones seguras, bajo los tres atenuantes permitidos por la Corte Constitucional: violación, malformación del feto o peligro para la vida de la madre. Eso para la religión que practica Ordóñez es pecado, y debía recibir castigo.

Durante sus casi ocho años de gestión Ordóñez actuó con criterio selectivo, descargando su furia sobre sus rivales políticos (Piedad Córdoba, Gustavo Petro, Juan Manuel Santos, etc.) con base en una agenda que en el último año incluyó usar los recursos del Estado para ambientar su candidatura a la presidencia por todo el paísrepartiendo regalos, como denunció en su momento La Silla Vacía.

Ordóñez ya salió de la Procuraduría pero su ominosa figura no deja de aparecer hasta en la sopa, y es cuando nos preguntamos si los medios olvidan su responsabilidad social al darle tanta pantalla, o si será que la Virgen María le está haciendo el milagrito que tanto le suplicó desde su tesis de grado: “la restauración del Orden Cristiano y el aplastamiento del comunismo ateo, para que brille por doquier la Fé Católica”.

Ordóñez nunca ha dejado de usar la religión para su provecho político, y en este contexto son llamativas las habilidades de camaleón que viene mostrando, como cuando acudió de la mano de su paisana la diputada homofóbica Ángela Hernández a una iglesia cristiana de garaje para ser ungido por un pastor evangélico. (Ver unción).

No poseo el privilegio de hablarle al oído a la madre de Nuestro Señor Jesucristo, pero si la ocasión se presentara le recordaría que los evangélicos no le rezan a ella porque “en la Biblia no existe un solo versículo donde diga que se debe creer en María para la Salvación o para la vida eterna” (me lo dijo un evangélico), ni permiten la adoración de imágenes religiosas por considerarlo idolatría. ¿Por qué llegó entonces el católico ortodoxo Alejandro Ordóñez al extremo de apostatar de su creencia en la Virgen para dejarse ungir por un evangélico, él que asiste todos los domingos a la iglesia Los Sagrados Corazones de Jesús y María a la misa lefebvriana practicada bajo el primigenio ritual de los cristianos de las catacumbas, en riguroso latín y con el sacerdote dando la espalda a los feligreses?

Hombre, muy fácil: porque está en campaña y cualquier votico cuenta…

DE REMATE: La foto que aquí incluyo de Alejandro Ordóñez en condición de sumisa inferioridad, dejándose tocar la cabeza durante un acto de unción evangélica, fue retirada de la página de Facebook de Ángela Hernández. No es difícil adivinar de dónde provino la solicitud del retiro…

En Twitter: @Jorgomezpinilla
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