Esto es la guerra

“La guerra son los entierros”, afirma una de las excombatientes entrevistadas por la Premio Nobel de Literatura, Svetlana Alexiévich, para su libro ‘La guerra no tiene rostro de mujer’.


Miremos cómo ha sido la guerra nuestra, que en vez de durar seis años, como esa Segunda Guerra Mundial, ha permanecido siete décadas —no 50 años, como dicen—.

Algunas de Las mujeres en la guerra (Editorial Planeta, 2000) nos la describen:

Dora Margarita (ex Eln y M-19):

“Yo no amaba las armas. De niña me gustaban las muñecas de trapo que me hacía mi mamá…”.

“Nos llevaron al Cantón Norte… Llegó el primer torturador: ‘No te vayas a atrever a mirar para atrás porque te mato —dijo—. ¡Tú debes ser una de esas perras que se acuestan con todos los guerrilleros!’

Llegó otro. Me empujó…

‘Hable, perra, si no quiere que se la pase a Fulano, que sí sabe violar’.

Lo más duro de la guerra es la muerte. La pérdida de los compañeros. Son dolores que se van acumulando. Uno no es consciente de ello mientras está en la lucha. Pero cuando para, lo devora a uno el dolor de cada muerto, de todos los muertos”.

Olga Marín (Farc):

“A veces, mi papá se refería a las matanzas, a los pájaros, a los cortes de franela. Contaba que cuando mataron a Jorge Eliécer Gaitán… desvalijaron su almacén de ropa… A él no le interesaba tocar…el tema de La Violencia por el repudio que había generado contra los conservadores. Además no hablaba mal de los liberales porque mi mamá era liberal. Ella sí contaba que fue terrible cuando quedó huérfana de madre a los siete años, y a ella y a sus tres hermanos los repartieron: dos en casa de conservadores y dos en casa de liberales. A mi mamá la mandaron para la de los liberales. Y cuando Miguel, uno de sus hermanos, iba a jugar con ella, lo regañaban y le decían: ¡Váyase!. Usted no puede volver aquí porque es conservador!”.

La Chave (ex Auc):

“En el velorio, los campesinos decidieron pelear contra la guerrilla… Alguno de los asistentes dijo:

 ¡Matemos a ese perro de Irán.

 ¡Matemos a ese perro!, exclamaron(…)

Un grupito de 40 campesinos llegó hasta su casa. Lo sacaron…Cogieron un cuchillo de escamar pescado. Y, como un rito, cada uno de los 40 lo chuzó hasta que lo mataron.

Llevaron el cadáver… hasta un lugar donde pasaba todo el mundo y, descuartizado, lo botaron ahí”.

María Eugenia de Antequera (viuda de la UP):

“Reconocí sus pies. Pepín estaba en una camilla, destapado, agujereado, parecía un colador.

 ¿Te das cuenta cómo estás de despeinado?, le dije.

Tenía mirada de desconcierto. Parecía como si se hubiera muerto diciendo: ‘Pero ¿por qué?’.

Le cerré los ojos. Estuve un rato a solas con él (…) Llegué a la casa. Los niños estaban allá… Los abracé…

 A su papito lo mataron y no va a volver, les dije.

Se quedaron en silencio, muy junticos, pegaditos a mí.

Maxelén Boada (viuda de militar):

 Habla la esposa del teniente Pulido, le dije.

 ¿Cómo le va, señora, me dijo con un tono de voz que lo revelaba todo.

 Quiero saber de mi esposo, le contesté.

 Lo siento mucho, lo emboscaron, dijo.

 Yo no quiero que me devuelva la bandera, mayor. Yo le mandé a mi esposo.

Y así continúan los relatos ad infinitum… Entonces, lectores: ¿vamos por fin a parar esta guerra y a responder Sí en el plebiscito?

#ObvioQueSí

Hoy los invito al carnaval de estudiantes con banderas blancas: 10am, Plaza del Che, Universidad Nacional.

Por favor envíenme más estrofas para añadirle a Para la guerra, NADA de Marta Gómez: habrá sorpresas.

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