“…El desvergonzado, intrigante…”

Si estas fueran las razones, habrían hecho sus manifestaciones desde cuando el caso llegó a esa corporación: si algo sabe uno en la vida es cuáles nexos ha hecho y con cuáles personas está ligado o, por el contrario, de quiénes ha sido antagonista. Se trataba de escurrir el bulto o de dilatar, para lograr un nuevo aplazamiento. Otra noticia llega en el atropello de la transmisión en vivo: el procurador decidió “acompañar” a Pretelt para “garantizar” que no violaran sus derechos. Mentira. A Ordóñez no le interesa el Estado de derecho sino el abuso de este para sus fines particulares. Quería infundir miedo. Por eso anunció su presencia en calidad de procurador sancionador pero no en su real condición de apoderado de Pretelt. Si vamos a derechos, los del acusado están sobreprotegidos. Mire usted: par penalistas haciendo el oficio de rutina pero con el tinglado de Ordóñez, Uribe y JO Gaviria en la retaguardia, reforzada con la totalidad del Centro Democrático y la morronga bancada de Cambio Radical.

No conozco el resultado final pero adivino quiénes votaron en contra de acusar al pobre Pretelt, un ingenuo sin influencias sociales contra quien se confabuló el mundo: la Corte Constitucional, la Comisión de investigación, la Cámara de Representantes con 96 votos a favor la acusación; la mayoría de la Comisión de Instrucción, 62 senadores recusados por la defensa, el presidente del Senado, el presidente de la República, los partidos de la coalición –excepto el morrongo– y los medios, aunque entre estos y salvo uno que otro, ah poco que se dedicaron al asunto.

Desconociendo el resultado de la votación de ayer y si esta se realizó, retomo las duras e ilustradas frases críticas de Antonio Nariño ante el Senado, el 14 de mayo de 1823, que un querido amigo me envío a propósito de cuanto hoy acontece en el Congreso -en ambos casos, actuando contra la justicia-: “Por una de esas singularidades que no están en la previsión humana, este juicio que a primera vista parece de poca importancia va a ser la piedra angular del edificio de nuestra reputación. Hoy, señores, hoy va a ver cada ciudadano lo que debe esperar para la seguridad de su honor…; hoy va a ver toda la República lo que debe esperar de vosotros… En vano, señores, dictaréis decretos y promulgaréis leyes… en vano os habréis reunido en este templo augusto de la ley, si el público sigue viendo a Gómez y Azuero sentados en los primeros tribunales de justicia… Desde la hora en que triunfe el hombre atrevido, desvergonzado, intrigante, adulador, el reino del (sombrío) Tiberio empieza, y el de la Libertad acaba”.

Entre paréntesis. Elusiva, confusa, hipócrita e inaceptable en una sociedad que intenta construir normas de respeto, la explicación del rector de Los Andes en la W, sobre el caso de grave injuria que el profesor Lucas Ospina y un estudiante suyo le propinaron a Piedad Bonnet cuando los dos tomaron a Daniel, hijo suicida de la escritora, como ratón de experimento “artístico” que concluyó en afirmaciones de burla de este tamaño: “nosotros todavía teníamos tiempo para vivir, nosotros no decidimos quitarnos la vida, así que decidimos reír otro rato”. Para el rector Navas, todo se reduce a un trámite: “la fase procedimental (de revisión del reclamo adolorido de la madre de Daniel) se hizo como tocaba”. Y punto. Ni un mea culpa de la universidad, ni una sanción para los ofensores, ni una lección de ética. Nada. Hace unos años defendí a Ospina de otro chiste de los que él ve como arte. Hoy pienso que lo suyo es primitivo: divertirse agrediendo a los demás. Agrava su condición el respaldo, al parecer incondicional, de un centro de estudios dispuesto a guardar las formas y el qué dirán.

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/el-desvergonzado-intrigante