El No y el falso moralismo nacional

¿Qué diablos va a pasar el domingo si gana el NO? Me temo que nadie lo sabe: ¿El proceso seguirá sin más? ¿Se reabre la discusión? ¿Se cierra el proceso y se reinicia la guerra? Sería el escenario de mayor incertidumbre, en medio de peligros difícilmente previsibles. Con el SÍ ganador, aun con la incertidumbre que todo cambio produce, máxime si es de fondo como el propuesto, en ningún caso podría compararse con la incertidumbre que rodea el NO.


De las encuestas me preocupa sobremanera el alto índice de la abstención. Colombia es abstencionista consuetudinaria, pero en lo del domingo, como sucedió con el plebiscito que dio nacimiento en los cincuenta al Frente Nacional y que entonces derrotó a la abstención, sería apenas lógico y responsable votar. No es posible que bastante más de la mitad de nuestros compatriotas permanezca indiferente ante semejante asunto ¿Es por falta de información de lo que está en juego? ¿O creen que el conflicto armado y la paz no los afecta porque ni han tenido ni tendrían nada que ver con sus vidas personales? ¿Qué esos asuntos son responsabilidad de otros?

Preocupa que ya en el postconflicto los abstencionistas del domingo sean indiferentes a los compromisos y posibilidades que los colombianos deberemos asumir, con unas tareas que como pocas deben tener un sentido nacional; que esos abstencionistas se dediquen a criticar mientras le sacan el cuerpo a sus responsabilidades con Colombia; prestos a “chuparle rueda” a los cambios que resulten, a capturar el beneficio personal gratuito. Depositado el domingo el último voto, lo responsable es cerrar filas en torno al trabajo a realizar. Abstenerse es no contestarle presente a Colombia, que no a Juan Manuel Santos, en momentos en que ella necesita del compromiso de todos.

Finalmente, ojalá que el domingo se le pueda dar un golpe contundente al falso moralismo que se apoderó del país, con supuestos defensores a ultranza de los valores cristianos y occidentales que resultan con más trampas y mañas, con más “guardados” de los que les endilgan a sus víctimas.

Para muestra un botón, algunos de los más ardientes partidarios del No son verdaderos savonarolas para juzgar a sus compatriotas y predicar sus posiciones dogmáticas, en medio de un tufillo a excomunión y amenaza de fuego eterno. No solamente Álvaro Uribe y Alejandro Ordoñez, defienden el NO con argumentos que chocan de frente con los principios básicos del cristianismo, de los cuales se autoproclaman defensores a raja tabla. Aunque a mucho positivista y racionalista le incomode, la lógica, el sentido, los procedimientos y objetivos de la negociación son de inconfundible estirpe cristiana: la confesión de lo hecho (la verdad), el propósito firme de la enmienda (la no repetición) y una pena que no es castigo sino medio para recuperar la gracia perdida por la falta cometida y confesada (restauración). El cristianismo cree en y favorece el perdón a partir del reconocimiento de la responsabilidad al confesar la verdad; predica que los valores máximos de la vida social, son la paz y la reconciliación. Pone como condición para que esos valores se asuman, que haya una conversión interior que no obedece a políticas públicas ni es responsabilidad de la sociedad ni mucho menos del Estado, sino de cada uno con su conciencia.

Un repaso sereno de esas creencias que están en el corazón de nuestro ser colombiano, muchas veces traicionadas, puede ser iluminador para la decisión del voto.

¿Estamos los colombianos en disposición para ello?

Fuente: http://www.elespectador.com/opinion/el-no-y-el-falso-moralismo-nacional